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Enrique Ponce y Ana Soria, una vida tranquila en Almería tras dos años de relación
El diestro opta por un perfil bajo tras un inicio de romance con espectáculo en las redes sociales y polémica
Tras una grave crisis que duró dos años, el torero Enrique Ponce y su entonces mujer Paloma Cuevas anunciaron que ponían fin a veinticinco años de matrimonio al darse cuenta de que el amor que existía entre ellos se había acabado. Una decisión muy meditada, tomada de mutuo acuerdo y con el que pretendían, desde el más profundo cariño y respeto, firmar el divorcio lo más rápido posible para proteger a su entorno familiar y a sus hijas menores de edad.
Era julio de 2020 y faltaban apenas unos meses para que el diestro encontrase de nuevo el amor, en esta ocasión, en manos de Ana Soria, una joven estudiante de Derecho de 20 años a la que conoció por Instagram. Aficionada a los toros, comenzó a seguir al torero de 50 años en la red social y comenzó a darle likes a sus fotos y enviarle mensajes. La historia es de sobra conocida. Una fan que conoce a su ídolo y termina enamorándole. Ya ocurrió con Alaska y Mario Vaquerizo o Bisbal y Elena Tablada.
Al igual que los anteriores, Enrique Ponce y Ana Soria mantienen en la actualidad una sólida relación que acaba de cumplir su segundo aniversario. Durante sus primeros meses como pareja se mostraron de lo más discreto. En todo momento, quiso dejar claro que la había conocido después de su separación y que la joven almeriense no había tenido nada que ver en su decisión. «Ana y yo hemos sido muy discretos por respeto a Paloma», explicaba ante la presión mediática.
Sin embargo, poco después dejaba de lado esa discreción y difundía el amor que sentía por la joven, asegurando que estaban muy enamorados. Posteriormente, llegaron los viajes a México, Aspen y Las Vegas, y un verano en el que disfrutaron de las zonas más exclusivas de la costa de Cabo de Gata junto con amigos de la joven. La diferencia de 27 años no parece influir a la pareja en realizar este tipo de planes de forma natural y los dos están plenamente integrados en el círculo social del otro. Habituales son también las muestras de cariño en público, demostrando su afecto en todo momento y delante de ellos.
No fueron pocos los que auguraron que lo de Ponce con esta joven rubia andaluza iba camino de ser un capricho pasajero del torero después de la separación. Sin embargo, con el tiempo han demostrado que viven una sólida relación en la que, poco a poco, van dando pasos hacia delante. El último ha sido la mudanza de Ponce a Almería, donde residía Soria con sus padres y donde el torero decidió alquilar una casa.
Allí disfrutan de una vida tranquila alejada de los focos mediáticos que en su día despertaron y dejando atrás varias discusiones que protagonizaron y que hicieron peligrar la relación. Fuentes cercanas a la pareja reconocieron que eran insostenibles y que Ponce echaba de menos su vida anterior junto a Paloma y sus hijas a caballo entre Madrid y su finca Cetrina.
Cierto es que echa de menos a sus hijas, a las que ya no ve a diario, pero nada más lejos de la realidad, puesto que poco después aseguró que estaba viviendo un buen momento con Ana como pareja. Han dejado de visitar lugares lujosos y se han centrado en disfrutar de los gustos sencillos. Tal y como recoge El Español, hace poco se les vio celebrar el 50 cumpleaños de Ponce en un McDonald´s. Después pasaron la tarde en casa de sus suegros, con los que comieron la tarta en la más estricta intimidad.
Sin duda, Ponce se encuentra ante uno de los momentos más tranquilos de su vida, ya que, además, se ha retirado temporalmente de los ruedos. De momento, no está previsto que viaje a México, aunque sí que acudirá a las Fallas. Distintas fuentes aseguran que, a pesar de todo, la crisis existe, ya que Enrique no acaba de adaptarse a la vida «aburrida» en Almería y no acaba de decidirse a pasar de nuevo por el altar, algo que Ana estaría esperando.
Lejos han quedado, eso sí, sus demostraciones de amor de cara a la galería. Quizás, en parte, porque fueron criticadas o ridiculizadas por ese «excesivo desparrame» de «achuchones», posados y vídeos bailando rancheras. Ana, además, decidió eliminar su cuenta de Instagram, dado que su futuro profesional en el mundo del Derecho está a punto de comenzar. Su padre dirige uno de los bufetes más importantes de Andalucía y su padrino es el exjuez Baltasar Garzón.