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Los consejos de Ivana Trump sobre cómo cazar a un millonario y no precisamente a Donald Trump
El día que Ivana Trump pasó en Sevilla y los consejos que dejó. Siempre cuando poses di sex, palabra de Ivana Trump
Nacer en los años cincuenta en la antigua Checoslovaquía y ser deportista de élite, imprime carácter e Ivana Trump lo tenía.
Sus nietos no la llamaban abuela, sino Glam-mum, una especie de abuela glamurosa. Era excesiva en su puesta en escena y extremadamente inteligente. No tenía reparos en decirle a una completa desconocida que la entrevistaba: «con las parejas prefiero hacer de canguro que de enfermera geriátrica» a propósito de la relación que mantenía con un hombre más joven que ella. Ni un rubor, ni un de mi privada no hablo. Naturalidad y una sonrisa.
Gracias a Tomás Terry tuve la oportunidad de conocer a Ivana Trump, hace años en Sevilla, durante un Salón Internacional del Caballo.
La primera mujer del que fuera presidente norteamericano viajaba con sus cavallis de leopardo, minifaldas de pedrerías, un Murat de lentejuelas doradas, la colección de stilettos, un arsenal cosmético y un par de postizos metidos en dos baúles de Vuitton que ella misma subía al portaequipajes del hotel. El mismo en el que yo me alojaba y no hay nada que me guste más que observar a los huéspedes e Ivana se sabía observada, además de llevarse ella misma sus vuittones de mano.
Solo estuvo horas en Sevilla, una la dedicó a las compras –estaba empeñada en hacerse con una camisa de torero que tuviese chorreras, esas manías que toda extranjera que pisa Andalucía cree que vestimos todas las españolas– y otra la pasó compartiendo sus experiencias vitales con mi traductora Flor, que se había desplazado desde Cádiz por el placer de conocerla. Su exmarido habrá soltado por la boca atrocidades contra las mujeres pero, conociendo en ese ratito sevillano a Ivana, con ella estoy segura que no las practicó. Ha sido la madre de sus tres hijos mayores y recibió de él una generosa renta vitalicia, gracias a sus acuerdos matrimoniales.
Le sobraba autoestima y no dudaba en decirte: «Igual que Cher o Madonna, yo no necesito apellido. Quiero decir que soy, antes que nada, Ivana. Y luego, Ivana Trump... y pongo un guión después de Trump y añado el apellido de mi siguiente marido».
Coleccionó esposos, pero los hijos los tuvo con Donald. Ivana estaba orgullosa: «He sido la auténtica responsable de su educación. Les he ofrecido una que yo llamo «de cocina» porque es la que da una madre. Los he formado y le he entregado a Don un producto bien hecho y la prueba es que los tres están trabajando y son los que le dieron los nietos. «No permito que mis nietos me llamen abuela, quiero que me digan `glam mum´», mamá glamourosa. Para ellos soy Ivana. `Grandma´ (abuelita), está prohibido«.
Era muy rápida contestando, miraba a los ojos, tenía una voz rotunda con un inglés de fuerte acento por ser checa, y no hacia honor a la imagen de barbie que su ex atribuye a las mujeres aunque ella fuera rubia, cubierta de brillis y luciera postizos. Parecía más alta de lo que en realidad era y, gracias al ejercicio, y quien sabe si algún arreglo de quirófano, conservaba un cuerpo diez, al menos en ese momento que pasaba de los 60 años.
Le pedí hacerle fotos y comparto con ustedes su inestimable consejo: «siempre, cuando poses, di `sex´ (sexo); si lo haces, tu boca siempre sonríe».
Por cierto, bebía vino blanco seco y se maquillaba ella misma, recuerdos de su época de modelo. Le gustaba madrugar y consultar la bolsa, de ahí que Ivana supo colocar muy bien la ingente cantidad de millones que recibió del divorcio de Trump. Cadena de hoteles de lujo, royalties por sus libros, una línea de ropa y complementos y consejos impagables.
Como media humanidad le achacaba el rol de rubia tonta que se casa con un millonario, la pregunta era obvia; ¿Ivana, cómo se caza a un rico? Escucha y escribe, me contesta: «Si el hombre es millonario, será brillante, y si estás buscando un millonario él se dará cuenta. Mejor búscate uno inteligente y trabajador, puede que llegue a tener mucho dinero. El mérito es encontrar a uno trabajador». Ella pasó de la austeridad de una familia de Europa del Este a la opulencia «crecí en los valores que me dieron mis padres; no engañar y tener seguridad en mí misma. Todo se reduce a disciplina, confianza y carácter competitivo. Esos son mis valores». También hubo ocasión de preguntarle por lo que más le molestaba «Como mujer de negocios y en general, lo que más me molesta son la estupidez y la incompetencia» y antes de irse, su consejo principal fue «búscate una vida propia». Ha quedado claro que le gustaba dar consejos y de hecho tuvo un programa de muchísima audiencia que se llamaba Ask Ivana (Pregúntale a Ivana).