De una corona para hombre al diamante más grande del mundo: el joyero de Isabel II, al descubierto
Con motivo del Jubileo de Platino, la Reina Isabel ha puesto a disposición de los ciudadanos todas sus joyas en una exhibición que tendrá lugar en el Palacio de Buckingham durante todo el verano
Dada la antigüedad de la Familia Real británica, era de esperar que los joyeros de todas sus féminas cuenten con reliquias que forman ya parte de la historia del clan Windsor, y por ende del país. Es por ello que el Palacio de Buckingham se ha puesto manos a la obra a la hora de enseñar a sus ciudadanos un poquito más de las que han sido las alhajas de la Corona, lucidas por la mismísima Reina Isabel en los actos oficiales más destacados.
El inicio de este joyero real data nada más y nada menos que del 1937. Fue en ese año cuando se hizo una corona simple y a tamaño mini para la ahora monarca británica, con el único objetivo de que la llevara puesta durante la coronación de su padre, el Rey Jorge VI. De esta manera y probablemente sin llegar a imaginarlo, Isabel II daba comienzo a un legado de tiaras y otros complementos que siempre han sido de gran reclamo para sus seguidores y que durante este verano podrán verse en el Palacio con motivo de la celebración del Jubileo de Platino.
Todas estas piezas de colección que la soberana guarda con mucho cariño van desde unos diamantes con motivo de su 21 cumpleaños hasta sus perlas favoritas, pasando por los brazaletes de su abuela en vida. Eso sí, sin olvidar el juego de tiaras con el que posó en su día para monedas, sellos y billetes del banco.
Por otro lado, y más allá de los artículos puramente relacionados con la joyería, la Reina tampoco ha tenido problema en poner a disposición de los visitantes una serie de fotografías en las que usa sus tiaras más destacadas junto a una variedad de vestidos de Norman Hartnell. Una serie de instantáneas tomadas por la fotógrafa de confianza de la soberana, en las cuales se pude ver cómo, aunque la corona de diamantes sea concebida como femenina por la opinión pública, originalmente fue creada para un hombre, que no es otro que el progenitor de la monarca. Esta pieza cuenta con lo que se cree que son mensajes políticos intercalados con piedras preciosas, y, a diferencia de los habituales motivos florales, consta de tréboles, cardos y rosas, además de los emblemas de Escocia, Irlanda e Inglaterra.
También cuentan con su propia historia las esmeraldas de Cambridge, ubicadas en la tiara Vladimir de la Reina Victoria. Estas se ganaron en una lotería alemana y también podrán ser vistas por el público, al igual que una pieza del diamante Cullinan, el más grande que se ha encontrado hasta ahora y que pertenece al collar Delhi Durbar.
Además de contar con esta exhibición, también tiene otra en el Castillo de Windsor. En esta última está presente el broche Flame-Lily que llevó en su ropa de luto cuando viajó hasta Gran Bretaña desde Kenia después de recibir la fatídica noticia del fallecimiento de su padre, lo que significa que es la primera pieza de la que la soberana hizo uso en su nueva etapa como Reina que se ha prolongado hasta 70 años más tarde -y lo que queda-.