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¿Por qué lloró Isabel Preysler cuando se casó con Julio Iglesias? Su boda medio siglo después
La unión duró siete años y hay quien garantiza que el cantante nunca ha llegado a superar su amor por la socialité
Novia mojada, novia afortunada, aseguran. Cuando Isabel Preysler y Julio Iglesias se casaron un lluvioso enero de 1971 nada hacía presagiar que el matrimonio se rompería siete años más tarde. Y eso que a la socialité y el cantante les unían tan solo siete meses de noviazgo. En aquel momento, los consideraron suficientes para sellar su amor en una ceremonia en Illescas a la que ni siquiera acudió el padre de la novia por no estar de acuerdo con el enlace.
Por entonces, Isabel Preysler apenas rozaba la veintena y aún no era la reina del papel couché. Había desembarcado en España meses antes alentada por su familia, que pertenecía a la alta sociedad de Manila, en Filipinas, y quería alejarla de un playboy 20 años mayor que ella con el que había iniciado una relación.
Isabel, acogida en casa de su tía Tesi, bien posicionada en la sociedad española, tardó poco en olvidarse de aquel amor fraudulento gracias a la vida nocturna madrileña, asistiendo a todas las fiestas de la capital junto a amistades como Carmen Martínez Bordiú. Lo que su familia no imaginaba era que el mismo año de su cambio de rumbo conocería en una de estas reuniones sociales a la estrella emergente de la canción española.
«Fue amor a primera vista», declaró años más tarde aquella joven promesa del fútbol al que le cambió la vida un accidente de coche que casi le deja paralítico y una guitarra que le regalaron para practicar la movilidad de las manos. «Tenía cierta distancia (…). Era una mujer bellísima, oriental, la miraba todo el mundo».
Julio quedó prendado al momento, pero le costó tiempo que fuese recíproco. «Yo no le hacía mucho caso al principio, pero era tan mono... Pendiente de mí, me adoraba. Al poco tiempo me pidió que me casara con él. No una, sino varias veces», declaró en Vanity Fair. «Pero en mi cabeza no entraba el matrimonio tan pronto. Era una chica que se estaba divirtiendo en España, que lo estaba pasando bomba».
Durante años se afirmó que su unión estaba motivada únicamente por lo enamorados que se estaban el uno del otro, pero en 2014 Preysler añadió una nueva baza a la ecuación: estaba embarazada. De hecho, que Chabeli naciese en septiembre de ese mismo año, supuestamente sietemesina, despertó todas las sospechas, aunque no fueron confirmadas hasta décadas después. «Entonces parecía una tragedia no pasar por vicaría», confesó Preysler.
El resultado fue una unión precipitada y caótica que resultó ser la mejor publicidad para la carrera musical de Julio. Los flashes y los periodistas fueron un invitado más. «Un mare mágnum en el que resultaba casi imposible al sacerdote oficiar la ceremonia y a nosotros encontrar con la mirada a familiares y amigos», reconoció Isabel en Hola. Las cámaras del NODO capturaban cada momento de la ceremonia mientras admiradores y fotógrafos se batían en duelo por ver a los novios. Tuvieron incluso que repetir el «sí, quiero» porque no había quedado registrado en cámara.
«El cura que nos casó a Julio y a mí declaró que nunca había visto a una novia llorar tanto en su vida, estar tan, tan triste», recordaría ella tiempo después, sin saber que, en realidad, anticipaba parte de su sufrimiento venidero. El cantante era «celoso, posesivo y muy machista, y se empeñaba en que su esposa apenas saliese de casa, frecuentase amigos ni tuviese una vida más allá de la de sus hijos –Chabeli, Julio José y Enrique– y él mismo».
También abundaban las continuas infidelidades, algo que él atribuía a las distracciones de sus giras y a la genética heredada de su padre. La ausencia del cantante en la vida de sus hijos tampoco ayudaba. Julio José llegó a decir: «Ha habido momentos en los que he visto a mi padre seis días en un año». Unas duras declaraciones que revelan cómo el cantante utilizaba a su familia en favor de su carrera profesional.
Más allá de todo aquello, en el banquete se sirvió crema de langosta, lenguado a las dos salsas, tournedó a la fruta con champiñones y, de postre, una tarta de varios pisos que fue cortada por los novios. El diluvio de su boda anunció también un torrente millonario al que Isabel Preysler quedaría asociada de por vida con exclusivas, contratos publicitarios y dos enlaces más –Carlos Falcó y Miguel Boyer– que la convirtieron en la 'reina de corazones' que es a día de hoy.