Gastronomía
Toño Pérez, chef de Atrio: «Nos robaron las botellas, pero nosotros tenemos la historia»
El robo de 45 botellas de vino dio la vuelta al mundo
Priscila Lara y Constantin Dumitru, los dos ladrones de las 45 botellas robadas en el restaurante Atrio de Cáceres que aún no han aparecido, han sido condenados a cuatro y cuatro y medio años de cárcel. Su abogada recurrirá y su defensa, sembrando dudas en los días de juicio, no han movido la petición inicial de cárcel para ambos.
Sin duda esas botellas, por las que el seguro pagó casi 800.000 euros a sus propietarios José Polo y Toño Pérez, pareja propietaria del restaurante Atrio, no les cuadraba a muchos ese precio, cuando se hablaba de más de un millón y medio de euros. En un negocio de hostelería se trabaja con márgenes, una cosa es lo que has pagado por ello y otra por lo que lo vendes.
Eso sucede con un cuadro de Picasso, una casa en Benidorm o con los vinos. En bodega una botella puede costar 10 euros y en el restaurante 18. Sembrar esa duda era no tener otros argumentos para defender a la pareja autora del robo. Las 45 botellas robadas estaban aseguradas por el precio que la empresa les pagó poco después del robo. Con los propietarios de Atrio el asunto estaba zanjado, les habían robado, sufrieron, pasaron sus duelos y el seguro les pagó lo que tenían acordado en la póliza. A partir de ahí era la compañía aseguradora la que lleva a juicio a Priscila y a Constantin, que estaban esperando a buen recaudo en la cárcel de Cáceres desde que fueron detenidos en Croacia el año pasado.
Casualmente el día que se inicia este proceso judicial yo estaba con Toño y José en Atrio. Fui testigo (o testiga para Irene Montero) de las llamadas y peticiones para que hablasen sobre este asunto en prensa, radio y televisión. Amablemente, se disculpaban y rehusaban más protagonismo. «Lo pasamos muy mal, fue tremendo para nosotros, sufrimos muchísimo pero pasamos página. El seguro nos pagó y eso ya es el pasado. No queremos estar recordando un suceso tan triste». Y eso hicieron, Toño se fue ese día de máxima expectación mediática, a un Instituto de Cáceres a un concurso en el que él tenía que ser el juez y José al médico a Mérida.
La bodega es una de las pasiones de José Polo, el marido, empresario y sumiller del chef Toño Pérez. Está al corriente de las subastas internacionales, de hecho las botellas robadas las fueron consiguiendo así, hasta hacerse con un pequeño tesoro de botellas del siglo XIX de valiosos ejemplares de Chateau d Y’quem.
Esas y las del siglo XX son el centro de la capilla de la bodega, que guarda la idea del círculo de Panteón romano diseñado por Carlos Martínez Albornoz. Al vino en el restaurante Atrio se le rinden honores. Cuentan con un libro de 400 páginas, bellísimamente encuadernado, que recoge casi todas las referencias con las que cuenta su bodega. Incluido el robado Chateau d Yquem de 1806 que tenía en la carta un precio de 310.000 euros. Es el libro de cabecera que colocan en todas las exquisitas habitaciones de su hotel cinco estrellas Casa Palacio Paredes-Saavedra, ubicado a diez metros de Atrio.
Robaron 45 botellas pero la que que era única y contemporánea de Napoleón, es la que más dolió. La habían comprado en una subasta y cuando llegaron a Cáceres, al sacarla de su caja, se rompió. Drama, ¿qué hacer? Sin pensarlo dos veces, Toño y José la envolvieron en papel de plástico transparente, se subieron al coche y pusieron rumbo a Burdeos a que la jefa y enóloga de la bodega aplicase los primeros auxilios, trasvasando el preciado líquido de la rota a una nueva y encorchándola de nuevo, previo relleno con bolas de cristal del líquido que se había perdido. José Polo tuvo la suerte de probarlo y eso se lo queda él para siempre.
Ahora, bajas a la cripta y accedes a la capilla y ves los huecos, pero los ladrones, en lo que seguramente fue un robo por encargo, no quisieron los restos de la botella original y tampoco pudieron llevarse lo más valioso, como dice el chef, Toño Pérez: «Nosotros tenemos la historia. Dejaron la botella rota, que es única de la época de Napoleón. Pero nosotros tenemos lo más importante que es la historia. La historia nos pertenece y está ahí su espacio y la conexión con nosotros de esa aventura cuando se rompió y José la probó. Es una historia muy bonita la que tuvimos con esa botella».