El secreto que explica la evolución de estilo del Rey Felipe VI

Felipe VI no es Beckham. El vestuario siempre ha sido un arma con la que comunicar el rango, la clase social, el estado de ánimo o el estado civil. Los ropajes de la realeza han sido siempre un espejo en el que se ha reflejado lo que con palabras no expresan.

Hay reyes que han marcado tendencia, como Eduardo VIII, casado con Wallis Simpson, que revolucionaba los salones cuando entraba con sus valientes apuestas indumentarias. Otros han sido anodinos y se han puesto lo que su ayuda de cámara les ha colocado encima, Balduino de Bélgica. También hay monarquías excesivamente estrictas en sus normas textiles, como la japonesa, otras, con más licencias, como las nórdicas y luego está, la inglesa con sus odas al color, al tocado, al recordado bolso de Isabel II o a los chalecos de Carlos III. Un monarca al que se recurre cuando existe una duda, como así me lo confirma un sastre que viste a medio Ibex35: «Cuando tenemos alguna duda de estilo recurrimos al álbum de fotos el Rey Carlos, es una referencia».

Por el contrario, Don Felipe es más de no dar la nota y mantener un perfil bajo que de querer ser un icono de tendencias. Siempre ha sido así. Si sus hermanas y su madre se vestían iguales en muchas ocasiones e, incluso, compartían trajes, en su caso, como único chico de la familia, tomaba las referencias de estilo en los trajes a medida de su padre o de su grupo de amigos, todos ellos procedentes de lo que en la época de juventud de Don Felipe, se llamaba «niños bien» o «pijos de Serrano» y eso en ropa se traducía en: mocasines castellanos, vaqueros Levis desgastados, camisas lisas o de pequeños cuadritos con las iniciales bordadas, polos de piqué y jersey sobre los hombros.

Y en ese estilo se quedó su armario casual. Hasta que en los últimos veranos le hemos notado cierto cambio y no porque haya contratado los servicios de un estilista, como tiene Doña Letizia, porque a día de hoy el Rey no cuenta con ese asesoramiento, más allá del que le pueda indicar su esposa o se deje aconsejar por su sastre, pero sí es cierto, que en alguna ocasión ha sorprendido una camisa azul en un posado veraniego, con sus mangas remangadas, su cuello ancho y un micro estampado «arriesgado» para alguien que como él, no ha parecido interesarse por la moda.

Teniendo en cuenta que el sector textil aporta más del 3 por ciento del PIB, tampoco es raro que el Jefe del Estado, como embajador de nuestro país, pueda ser imagen en el exterior de ese importante sector industrial. Es cierto que su estilo clásico, choca con las arriesgadas y múltiples propuestas que suele lucir su esposa; transparencias, escotes, minifaldas, estampados, aberturas, cortes asimétricos y etc. que, al ir junto a él, resalta más el estilo clásico de Don Felipe.

En cierta ocasión el sastre, Manuel García Madrid, me hacía una reflexión interesante sobre este asunto: «Don Felipe es clásico. Lleva trajes muy bien hechos pero conservadores, con la solapa ancha con la punta redondeada, nunca la lleva en pico, no veo diferencia en el vestir con su padre. De acuerdo que él es una Institución, no un Beckham, pero el vestido significa mucho».

Y añade: «Don Felipe siempre lleva el mismo traje, es sota, caballo y rey. No lo critico porque cada cual tiene que ir como se sienta cómodo, pero sí que le daría pequeños matices para que no pareciera que siempre va igual vestido. Con la planta perfecta que tiene, le haría el pantalón más estrecho con un bajo de 19 centímetros, las chaquetas se las entallaría más, las solapas se las iría cambiando, las hombreras serían más suaves porque tiene una buena espalda y no necesita marcar tanto, huiría de los trajes tan armados e introduciría una gama de color más amplía más allá del azul, gris y negro, hay colores tostados o rayas diplomáticas o cuadro ventana en tejidos de lana rústica con mezcla de lana cachemire o seda, que le darían un aspecto más relajado. Es un hombre joven, que podría reflejar la sociedad en la que vive».

Un Rey no tiene que ser un icono de estilo, tiene que ser el mejor representante de un país. En un principio parece que intentó cierto continuismo con su padre. Intentó transmitir tranquilidad pareciendo más mayor y casi más aburrido, lo cual contrastaba demasiado con la imagen de la reina Letizia. Hoy representa el estilo español «de toda la vida» porque lo estridente no es moderno, sólo es una manera de llamar la atención. Creo que hoy en día, en el que hay tantos hombres que se visten tan mal, lo clásico es una manera rebelde de ser elegante. Su estilo debe dar la confianza de que es una persona segura y líder. Y en esas se encuentra el Rey Felipe, aunque hayamos notado en el armario casual un ligero «cambio», su apuesta es el no riesgo, seguir en lo clásico.

Los cinturones discretos de cuero y de la marca española Olimpo, que también le ha hecho corbatas a medida, es tan alto que algunas convencionales le quedan cortas y algunos polos de colores lisos. También tiene un buen muestrario de corbatas de Cristina Valls. Las camisas son a medida y también de una empresa familiar española. El micro estampado de la camisa que tanto llamó la atención fue tendencia pero a él se la hicieron a medida: «Elige, por sí mismo, conoce las tendencias y se deja aconsejar».

Por suerte, el Rey no es ni debe ser ninguna víctima de la moda más vanguardista. Le hacemos camisas a medidas de sport y de vestir cada temporada y él las combina con otras prendas que compra o le regalan sus hijas». Como las camisas de Burberry’s que suele combinar con las que encarga al sastre. Los zapatos, clásicos de hebilla o de cordones. Los uniformes militares se los confeccionan en la sastrería Serna y los trajes, siempre a medida, en la sastrería de Jaime Gallo.

Juan Carlos I se vestía en la sastrería de Jaime Gallo y su hijo, también. Son trajes discretos y clásicos, como don Felipe, que requieren de tres pruebas y que innovan poco, todo lo más las telas ahora son de 300 hilos para aligerar el peso y dan menos calor. El pantalón es recto y con una vuelta en el bajo. Se atreve poco con los trajes cruzados. Las chaquetas llevan el hombro definido, el hueco de manga es amplio, no marca la cintura, la solapa es ancha, se cierra con dos botones, de colores clásicos donde predominan el gris y el azul, alguna raya diplomática y el estilo «slim» ni lo practican sus sastres, ni su fondo de armario.

Don Felipe viste como refleja su personalidad, discreto, observador, clásico y elegante. Nunca olvida los gemelos y un buen reloj, que, junto a la alianza de oro, que él nunca se ha quitado desde que se casó, son sus complementos. Donde ha sido infiel a su elegancia clásica ha sido en su armario casual, con alguna chaqueta de pana gruesa, alguna pashmina de amebas o cazadora vaquera, que llevan el sello de su esposa e hijas.

Cualquiera de sus trajes a medida puede heredarlos su sobrino Froilán o Juan Valentín porque son impecables y duraderos. Lo del vaciado de armarios y reciclado de ropa para dejar paso a loas prendas nuevas, es una costumbre que sigue la Reina Letizia, y agradecen su madre Paloma Rocasolano y su hermana, Telma Ortiz y el mismo rey Emérito, que les pasa la ropa a sus nietos y sobrinos Gómez Acebo.