La Casa de Alba abre sus armarios para la exposición del año

El jueves se abre al público La moda en la Casa de Alba, una exposición que recorre dos siglos de la evolución de la moda que tiene como protagonista a la influyente familia Alba.

Hace un año, Carlos Fitz-James Stuart, XIX duque de Alba, decidió abrir en un lateral del madrileño palacio de Liria, en lo que era un despacho y una salita con salida al jardín, un espacio para exposiciones temporales. Se estrenó mostrando la vinculación de los Alba con Egipto y ahora continúan con la moda. Gracias al diverso patrimonio Alba y al Diógenes por guardarlo todo, hasta los billetes de tren, seguramente motivado porque son conscientes de la transcendencia de los apellidos que portan, sus exposiciones pueden poner en valor todo lo acumulado y sacarlo a la luz, de ahí que no sólo se muestren trajes, que suponen algo menos del total de cien piezas expuestas, también hay cuadros, complementos, fotos, folletos, carteles o cartas. Así el público puede sumergirse en esa atmósfera estética del protocolo en el vestir, con más elementos que ayudan a recrear los casi dos siglos de recorrido por una moda que salía de las manos de Balenciaga, Worth o Flora Villareal y que Sorolla, Zuloaga, Madrazo o Sotomayor retrataban.

Uno de los comisarios de la exposición es Lorenzo Caprile. Hemos hablado con él y reconoce no haber conocido a Cayetana, pero sí a Sofia Palazuelo y a Eugenia Martínez de Irujo, hermana pequeña del actual duque aunque tengan distinto apellido, dado que el primogénito los cambió para no perder, en su rama familiar, el inglés Fitz-James Stuart.

Hablamos con el modista entre costuras y entre piezas.

–¿Las mujeres de Alba pusieron algo de moda?

–Estrictamente no, pero todas, empezando por Eugenia de Montijo, fueron admiradas, copiadas, imitadas y modelos estéticos para sus contemporáneas.

La más influyente fue Eugenia de Montijo, como emperatriz de Francia tuvo mucha influencia internacional. De ella es «el paletó a la Eugenia» una especie de capa abrigo con un solo botón. También popularizó un tocadito que se colocaba ladeado a la izquierda con una pluma llamado «el sombrerito Eugenia».

( Las crónicas de moda apuntan a que el «sombrero Eugenia» consistía en un tocado de fieltro con plumas en un lateral que se colocaba ladeado a la izquierda. Se puso tan de moda que identificaba a Greta Garbo y llegó hasta Lady Di. La emperatriz andaluza, hermana de la duquesa Paca, también popularizó la mantilla, que Eugenia se ponía en la cabeza y las francesas sobre los hombros, los volantes en las faldas, el escote con los hombros descubiertos y el abanico. Ella era la modelo y su modista de cabecera el grandísimo Worth).

–La última duquesa Cayetana también fue muy moderna.

–Sí, pero no puso de moda nada. Quizás su hija Eugenia sí ha podido tener más influencia como imagen de las joyas de Tous.

–Eugenia suele vestir de Helbig, ¿ha prestado alguna pieza?

–Ella apoya a todos los modistos y modistes, como se dice ahora, porque además de Helbig también tiene ropa mía y nos apoya a todos y a todes. Es raro verla con algo internacional, creo que la excepción fue su traje de boda con Francisco Rivera, que era de Ungaro y que se puede ver en la exposición.

–¿Dónde guardan los Alba las piezas, tienen muchos armarios?

–¿Será por falta de armarios?, ese problema nunca lo han tenido como nosotros. Sus casas son palacios con mucho espacio y armarios. Todo lo conservan en perfecto estado, tanto en Liria como en Dueñas. Ellos la moda del usar y tirar no la han seguido nunca. El actual duque nos ha abierto los armarios de sus palacios y guardan verdaderos tesoros. Nosotros hemos hecho una selección.

–¿Y cuál fue ese momento único?

–A finales de los años cincuenta cuando Cayetana, la madre del actual duque, convierte a Madrid, durante dos días, en la capital del mundo de la moda y en un momento en el que España estaba donde estaba. Cayetana se trae la colección de Christian Dior para desfilar en Liria, con Yves Sant Laurent como director creativo. Gracias a Cayetana ese momento Dior está perfectamente documentado en Liria y se verá una pieza de ese desfile.

–¿Cómo se conserva los trajes? ¿Cómo los guardan?

–Directamente colgados en los armarios, metidos en sus fundas, con sus etiquetas y su papel de seda. Las señoras de toda la vida siempre guardan sus cosas buenas de esa manera y tanto la ropa de hombre como de mujer. Todo estaba perfectamente documentado.

–Dentro de unos días Leonor de Borbón jura la Constitución. Con su conocimiento de protocolo y etiqueta, ¿cómo debería ser su traje?

–Yo creo que será un vestido bien cortado, sobrio, discreto y a la altura de las circunstancias de una jura de Constitución y de fidelidad al Rey. No procede un estampado de palmeras, sino algo discreto, sencillo y bien sentado.

–¿Cuántos Capriles habrá en la fiesta privada en El Pardo festejando la mayoría de edad de la heredera?

–Que yo sepa ninguno. A día de hoy no me han encargado ninguno y por lo que están diciendo en los medios, como parece que será una cosa muy privada, no creo que se encarguen vestidos para esa fiesta. Creo que será una cosa muy de perfil bajo.

–¿Habrá otro Caprile en el próximo viaje de los reyes a Dinamarca?

–Han pasado casi 20 años del famoso vestido rojo y ya te puedo asegurar que no habrá otro como aquel que provocó tantos comentarios. No nos han encargado nada para ese viaje y si luce alguno será alguno de aquellos que nos compraron cuando Doña Letizia entró en la Familia Real.

–¿Cuántos Capriles tiene Doña Letizia?

–Duerto, ya te lo he contado mil veces.

–Sí, Caprile, pero nunca para los lectores de El Debate (Caprile es un amor pero le sale un genio cascarrabias indomable).

–Desde luego, el rojo de Dinamarca no se lo he vuelto a ver, tampoco el de la preboda, que era un dos piezas con una chaquetita muy ajustada y una falda sangre de toro, tampoco lo ha repetido nunca. Casa Real me encargó un lote de trajes de noche y de gala para dotarle el armario en esos primeros años de matrimonio. No fue un encargo directo de Doña Letizia. Fue un lote de unos ocho trajes fantásticos que me encargó directamente Casa Real para que fuera tirando de ellos en las cenas de gala. Por cierto, unas cenas de gala que ya casi no se hacen en el palacio real. Una pena.