La lección de Bel, la abuela de 93 años de Nadal, en la grada de Roland Garros

Se llama Isabel Homar, aunque la conocen cariñosamente como Bel. Hace apenas unas semanas, cumplió 93 años y lo celebró con una caldereta de langosta, rodeada de los suyos en el restaurante Sa Punta, de Son Servera (Mallorca). A la fiesta no faltó, por supuesto, su célebre nieto, el rey de la raqueta, Rafael Nadal.

Bel es la madre de Sebastián Nadal, padre del tenista. Muy dicharachera, en una entrevista confesó que veía los partidos de su nieto en diferido para no sufrir demasiado y no tentar los nervios. «En directo, me supera más la pena que paso cuando pierde. En diferido siempre digo: ¡qué bueno es!».

A lo largo de la carrera deportiva de Nadal, Bel ha viajado en alguna ocasión para presenciar torneos en directo y recuerda el momento en que conoció a uno de los grandes rivales de su nieto, Novak Djokovic, al que definió como «buena persona». No sabemos qué pensará de Alexander Zverev, el tenista alemán que derrotó este lunes en Roland Garros al balear, 14 veces campeón en París.

Nadal abandonó la Philippe Chatrier, muy emocionado, y su familia no pudo contener las lágrimas. La mujer del tenista, Mery Perelló, con su hijo, Rafa; sus padres, Sebastián y Ana María, y su hermana, Maribel. También estaban todos sus tíos, incluidos el ex futbolista Miguel Ángel, o su abuela Bel. Siempre tuvo una relación muy cercana con ella y esta le ha apoyado en su carrera deportiva. A pesar de su avanzada edad, y que hacía bastante que no pisaba una grada, dio una lección de vitalidad y fortaleza tomando un vuelo desde Mallorca rumbo a París para respaldar al tenista en una etapa tan delicada, acariciando el final.

Bel estuvo muy pendiente de los raquetazos de su nieto y también de los de su bisnieto Rafael, de 16 meses, que apareció con una mini raqueta igual que la del jugador. Vestido con un peto blanco, un jersey de rayas amarillas y blancas, y una chaqueta de cremallera, el pequeño aguantó muy tranquilo durante las más de tres horas que se prolongó el partido. Calzaba unas zapatillas de la firma Veja. Mery lucía un valioso reloj de unos 30.000 euros y una sencilla blusa blanca.

Nadal había rechazado un homenaje oficial de Roland Garros y por eso, al acabar el mismo, la directora del torneo, Amelie Mauresmo, bajó y le pidió simplemente unas palabras. «Soy feliz sintiendo tanto amor en un sitio que he querido tanto», comentó.

Respecto a su horizonte, no dejó nada claro y no quiso cerrar puertas antes de tiempo. «Vengo de afrontar dos duros años de lesiones», aseguró Rafa Nadal desde la pista de tierra. «Para mí es difícil qué va a pasar en el futuro. Es probable que no vuelva aquí a Roland garros, pero no es seguro. Mi cuerpo se siente mejor que hace dos meses. Igual en dos meses digo que es bastante, pero de momento no lo siento. Espero volver a esta pista dentro de dos meses para los Juegos Olímpicos y recibir todo este apoyo».