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Daniel Sancho

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La idílica vida de Daniel Sancho antes de Tailandia, el prometedor «hijo de» condenado por matar a Edwin Arrieta

El joven de 30 años acaba de conocer su sentencia tras un año de inquietante espera en la cárcel de Koh Samui

Un año y un mes después de ser detenido en Tailandia, Daniel Sancho ya conoce su futuro. El hijo del conocido actor Rodolfo Sancho ha sido condenado a cadena perpetua por la muerte del cirujano colombiano Edwin Arrieta. Aunque en un primer momento, se presentó a la policía como autor confeso del crimen, a medida que transcurrían los meses en la prisión de Koh Samui, el joven de 30 años cambió su versión de los hechos para defender su inocencia. ¿Fue un fatal accidente o el resultado de una vil argucia premeditada?

Daniel Sancho nació el 11 de junio de 1994 en Madrid, como resultado de la relación amorosa de Rodolfo Sancho y Silvia Bronchalo. Los actores se conocieron cuando tenían 18 y 19 años en clase de interpretación y, meses después, se encontraron con la noticia de que iban a ampliar la familia. Cuando Rodolfo se lo comentó a su padre, el mítico Sancho Gracia, este le dijo que la única solución posible era asumir responsabilidades. «La criatura no tiene culpa de nada, así que a trabajar y a cuidar del niño», apuntó. Sin quererlo, el conocido Curro Jiménez se convirtió en el principal apoyo económico de la pareja.

Siendo dos jóvenes que apenas habían cumplido los veinte años, sus ingresos no eran del todo boyantes, por lo que la ayuda de Sancho Gracia y su mujer, Noela Aguirre, fueron determinantes para que salieran adelante. La felicidad se instaló en su casa durante los 14 años siguientes, momento en el que decidieron interrumpir su convivencia. Durante ese periodo de tiempo, nunca se tuvo una imagen pública de Daniel. Sus padres se esmeraron en preservar su privacidad lo máximo posible.

La separación se realizó en buenos términos, pese a que la relación de Daniel con cada uno de sus progenitores era bastante dispar. De hecho, cuando se efectuó la ruptura, Daniel decidió irse a vivir con su padre. Hay quien apunta que fue este el comienzo de la personalidad caprichosa y errática del joven. Rodolfo Sancho se pasaba gran parte de los días en los rodajes de sus series de televisión y colmaba la falta de atención hacia su hijo con ostentosos regalos y generosas cantidades de dinero.

Un crimen a 10.000 kilómetros de distanciaEFE

Un antiguo compañero de colegio le define como una persona «narcisista y arrogante» que intimidaba al resto de la clase siempre que encontraba ocasión para ello. «Nos sorprendió y flipamos con que se viese envuelto en un descuartizamiento, pero no nos sorprendió que estuviese envuelto en un lío», apuntó. Y añadió: «Era un chaval que desde su posición social se le veía un poco que hacía lo que quería, que no iba a tener consecuencias».

Daniel se crio así, en un colegio bastante elitista que abandonaba para asistir al club de tenis de Chamartín, donde sus profesores le aseguraban un buen futuro como tenista profesional. Finalmente, no pudo ser y probó suerte con el boxeo, el surf, el esquí o el muai thai. De hecho, dos días antes del fatal desenlace de Edwin Arrieta, Sancho fue captado viendo un combate de este conocido arte marcial.

Daniel Sancho, junto a su abuelo Sancho Gracia

En la universidad, decidió estudiar Administración y Dirección de Empresas (ADE). Sin embargo, siempre mostró pasión por la cocina gracias a su abuela y decidió matricularse en Le Cordon Bleu, donde la matrícula básica ronda los 7.000 €. Terminó con un Máster en la Escuela de Alta Cocina y decidió emprender con dos negocios distintos: el catering La Boheme y la hamburguesería Boogie Burgers, pero ninguno de los dos fueron por completo de su propiedad. Hasta que cometió el atroz crimen, Daniel Sancho estaba centrado en subir contenido gastronómico a redes sociales a través de un canal de vídeos en YouTube llamado Puro disfrute.

Visiblemente cómodo ante las cámaras, Daniel Sancho encontró el Internet la forma de alejarse de las polémicas que le habían perseguido en su juventud. Cuando cumplió la mayoría de edad salieron a la luz varios tuits publicados donde arrojaba mensajes de odio contra homosexuales y personas negras, con sobrepeso o discapacidad. El 28 de febrero de 2012, por ejemplo, escribió «no hay mayor tragedia que una mujer fea» y al día siguiente: «Cada vez que subo al bus tengo que decir que no existe mayor tragedia que una mujer muy fea». Por no hablar de: «¿Dónde encuentras a un tetraplégico? Donde lo has dejado» (con falta de ortografía incluida).

En 2017, además, fue denunciado por un delito de lesiones por Richard William Medina, que le acusó de haberle pegado durante la madrugada en una discoteca mientras le gritaba insultos xenófobos. Tal y como cuenta el agredido, le rompió la nariz, y a su amigo, los dientes. «Dos o tres años después, fuimos a juicio y él estaba con una actitud muy prepotente», contó el afectado. «Me llamó negro de mierda y me dijo que me fuera a mi país, algo de racismo tendrá en su conciencia».