
Meghan, la duquesa de Sussex, y Mindy Kaling, en la serie de Netflix 'With Love Meghan'
Meghan Sussex, dichosa y banal en la lejanía
La prensa británica ha sido unánime en la crítica negativa de la serie 'With Love Meghan' de Netflix
«Es muy gracioso que sigas diciendo Meghan Markle, tú sabes que ahora soy Sussex», puntualiza en la serie With Love Meghan que se estrenó el cuatro de marzo en Netflix. Se lo decía a una amiga, aunque seguramente es un mensaje a nivel global para recalcar a qué familia pertenece, dirigido especialmente a la prensa británica que ha sido unánime en la crítica negativa a esta nueva etapa televisiva de la Duquesa, como era de esperar. En cualquier caso, cómo puede pretender que los mass media la llamen Sussex cuando la Princesa de Gales no es Wales sino Middleton, ni siquiera es Catherine sino Kate y a la Reina Camila no le han desprendido aún del apellido de su exmarido.
Materialismo dulce e inalcanzable
Hace ya cuatro años de la famosa entrevista con Oprah en marzo de 2021 y de la serie Harry&Meghan, que se estrenó nueve meses después, en la que aparecía llorosa como una víctima del sistema, denunciando el acoso que sufrió de la prensa y criticando a su familia política y, al cambiar de registro, parece haber pasado página. Ahora está relajada y transmite la banalidad propia de una celebrity norteamericana casada con el único hermano del próximo Rey de Inglaterra. Rodeada de tanto lujo elegante, te sumerge en un materialismo dulce e inalcanzable, como de otro mundo, en el que todo gira a su alrededor. Lo paradójico es que al mismo tiempo quiera transmitir cierto aire de sencillez: «son las pequeñas cosas las que me dan placer», «son los pequeños detalles los que cuentan», dice. Lo que no ha cambiado es su estudiada frescura, su atractivo personal y la inteligencia para detectar dónde está el negocio; cualidades que, junto a su origen mestizo y su belleza, preocuparon mucho en su día, debido a la inmensa ola de popularidad que estaba alcanzando que, de no haberla parado, hubiera causado un tsunami en la monarquía británica.

Alice Waters y Meghan Markle, en la serie de Netflix 'With Love Meghan'
«Como Alicia en el país de las maravillas»
With Love Meghan es un cántico a la dolce vita: «No estamos en busca de la perfección, sino de la alegría» y quiere compartir con sus invitados y con el mundo «la emoción de comenzar una nueva etapa»; ya se sabe que abrir un nuevo capítulo supone dejar atrás el anterior. Ahora saca partido a su profesión de actriz que, junto a su estatus, le permiten ser una anfitriona encantadora para sus amigos en un universo aparentemente ideal, «como Alicia en el país de las maravillas». El plato principal de los ocho capítulos, que huelen a peonías y a lavanda, es verla cocinar con cacerolas impolutas y sujetando truchas a la sal con suma delicadeza como si el pescado sintiera su mano. Pasea grácilmente por su huerta con una cesta de mimbre, cual caperucita roja, con sus pecas tostadas, y va probando aquí y allá fresas y frambuesas, recogiendo de las matas las verduras y las frutas que más le gustan. «En mi casa todos los días hay una fuente de vegetales» y la va decorando con los alimentos frescos de su huerta, cuidadosamente ordenados por colores, como hace un pintor con su paleta. Porque para Meghan recibir en su casa es un arte.
Entre la futilidad y la frivolidad
Aunque los episodios están trufados de comentarios «fútiles», «vacíos» o «frívolos», según los críticos, también envía mensajes de alcance: «Crecí sin nada parecido a esto «no crecí con un jardín como este», pues todo lo ha conseguido con su esfuerzo, lo que sería un dardo a los privilegios de la Corona, a la que tanto debe. Cuando prepara una tarta de limón con mermelada, la personifica y así parece que ella es el dulce: «Hay algo realmente satisfactorio en una tarta. Es simple por fuera, pero tan hermosa por dentro, y no sabes lo buena que es hasta que profundizas y la conoces mejor», como si diera una lección de filosofía para que no la juzguen sin conocerla. Entonces el invitado, con el que cocina, añade: «no hay que juzgar». Y es que a veces los que la rodean le ponen la guinda y así los mensajes de la Duquesa quedan aún más claros.Otras escenas clave, que escribiría cualquier guionista de Hollywood, son las atenciones con el operador de cámara: le preparara un exquisito emparedado, le sirve una cerveza, café y le da a probar una salsa. Él incluso comenta: «me gusta que piense en mí». Y al equipo de rodaje le ofrece el pollo que ha preparado. Tantas atenciones para quitarse la fama de no tratar bien a los que trabajan a su servicio.

Meghan Markle, cocinando, en la serie de Netflix 'With Love Meghan'
«California girl»
Meghan cocina descalza, como si estuviera en la playa perfecta, pues impecable es todo lo que la rodea. Precisamente así recibió a Kate y Will cuando los conoció por primera vez en Frogmore Cottage, como escribió Harry en Spare. Y baila delicadamente en la cocina, sin sobreactuar: «Yo escucho mucho el rock suave de los años setenta, mucho Yatch Rock…», una música inspirada en la vida lujosa y relajada de quien navega en un yate por la costa de California. La imaginamos disfrutando del Océano Pacífico, cuyo horizonte puede contemplarse desde Montecito, como si la vida fuera unas continuas vacaciones. Se siente una California girl y alaba los alimentos de su tierra: «Esto sabe a casa y yo he echado de menos California», como si haber vivido en Reino Unido no hubiera sido plato de su gusto. Y cuando en el último capítulo afirma: «me voy a centrar en los ingredientes frescos de California», parece trascender la comida y nos da la pista de que allí seguirá con su vida.
¡I love it!
Great!, Fantastic!, Beautiful!, Elevated!, Gorgeous! y, por su puesto, ¡I love it! es lo que más repite con la efusión de una estadounidense. A sus cuarenta y tres años, la actriz-Duquesa, toda perfecta, siempre está contenta y a veces se muestra coqueta, como quien no ha perdido la inocencia. Disfruta con su estilismo effortless chic, smart casual o minimalista sofisticado, con un total look blanco, color piedra o cámel, creando tendencia porque la copian a uno y otro lado del Atlántico. Viste pantalones de lino, alguna blusa de manga larga abullonada, poco cómoda para cocinar o un vestido negro ajustado, más de alfombra roja que para llevarlo bajo el delantal. Es la primera vez que escuchamos de su voz y no por las revistas algunas de sus marcas favoritas, aunque no sabemos cuánto habrá ingresado. Y como si fuera una reina moderna combina la ropa de lujo con prendas de Zara para no parecer tan lejana.

Roy Choi y Meghan Markle, en la serie de Netflix 'With Love Meghan'
Coronada con margaritas
Las joyas son las otras protagonistas del documental porque, aunque se autocorona con una guirnalda de margaritas a falta de una tiara de la familia, Meghan está enamorada del reloj de pulsera que perteneció a su difunta suegra, mostrando en todo momento su conexión con la realeza. Además, tres ligeros brazaletes, también de oro de veinticuatro quilates, están siempre brillando cuando remueve la comida con el cazo; como los diamantes de su anillo de pedida, una forma de tener al Príncipe Harry presente.
Siempre encuentra un momento para ella
Junto a las alhajas destaca una laca de uñas apetecible rosa pétalo o glazed donut, a juego con sus flores preferidas y con los pasteles del mismo nombre sobre los que esparce copos de pétalos comestibles, que recoge en su jardín o que compra en la floristería de su pequeño mundo. Porque Meghan siempre consigue encontrar un momento para ella. Además de los platos caseros que siempre adorna con hojas de menta fresca o flores secas y las experiencias culinarias compartidas con sus amigos, con alguna persona que acaba de conocer y con los espectadores, da más tips de anfitriona exquisita. Ni la gobernanta del mejor hotel de Londres impregna las toallas con unas gotas de esencia de lavanda. «Preparar el cuarto de invitados es una de mis cosas favoritas; pienso en dos lugares para la guest experience, el lado de la cama y el cuarto de baño». Y les regala unos frascos de cristal con cítricos de su jardín que ella misma deshidrató y los adorna con lazos beige y etiquetas kraft, de cartón artesanal, donde escribe los nombres de sus convidados con una letra curvada y fluida, tan amorosa que hasta figura en los rótulos del programa. Sería romántico que le hubiera enseñado un calígrafo cuando vivía en Windsor.
Y es que para Meghan «el amor está en los detalles»; precisamente la importancia de disfrutar de las pequeñas cosas era algo que repetía mucho Isabel II. Las bolsitas de papel que los niños se llevan a sus casas después de los cumpleaños adquieren otra dimensión cuando las prepara Meg. En vez de caramelos introduce semillas y pequeños utensilios reales de jardinería, para iniciarlos en esta afición tan querida por los reyes y por los ciudadanos británicos. No olvidemos que en Reino Unido los jardines suponen entre un cuarto y un tercio de las ciudades. ¡Cómo disfrutarán los nietos de Carlos III, al que apenas conocen, jugando en el césped! Para los que suspiren por tener una huerta, la Duquesa asegura que «se puede sembrar incluso en un pequeño apartamento de Londres», un comentario que puede resultar banal.
Imitando al Rey Carlos
En la serie predominan el blanco inmaculado y los verdes. Se respira tanto frescor y amor por la naturaleza que parece que Meghan esté imitando a Carlos de Inglaterra. Podría vender un libro de cocina, como le sugieren algunos invitados; o artículos gourmet, como el monarca, que desde hace treinta y cinco años comercializa los productos orgánicos de sus fincas, bajo la marca Duchy Originals, aunque él lo hace con fines benéficos. También ella muestra su faceta altruista, cuando dice que comparte los frutos que le sobran de su huerta: «lo que nosotros estamos intentando hacer es compartir lo que tenemos». Meg también se ha inspirado en Kate, que apareció entre colmenas vestida de apicultora el día mundial de la abeja, y vemos a la Duquesa con mono blanco, sacando la miel con sus propias manos, exactamente igual que hizo su cuñada en 2023. Porque desde Estados Unidos sigue muy pendiente de la monarquía ya que esa vinculación, que nunca se desvanece, es lo que más le beneficia.

Los Reyes Carlos III y Camila, en Theatre Royal Drury Lane, en Londres
Champán al mediodía
En cada episodio celebra por adelantado el éxito de la serie, cuya segunda parte ya está grabada, brindando bajo un sol de mediodía, con una copa de champán y otros vinos espumosos, pues beber debe ser una de las aficiones que ha adquirido de las británicas. En cuanto a los índices de audiencia, en la primera semana de emisión se ha situado en el top 10 de las series más vistas, según Netflix, lejos de las cifras que esperaban. Meghan Sussex no deja a nadie indiferente. Si conecta o no con el público dependerá de la predisposición del espectador que siempre encuentra motivos para reforzar sus opiniones. En cualquier caso, no parece importarle que la critiquen, lo que quiere es que la vean.
El fin de fiesta es el único momento en que aparece Harry brindando por su mujer y pronuncia una sola frase: «bien hecho, has hecho un gran trabajo. I love it». Y tras el apoyo de su marido, la Duquesa se despide confesando: «¡aquí vamos, es un negocio!; ¡todo esto es parte de esa creatividad que tanto he echado de menos!» Y, mientras se estrenaba en esta nueva etapa, televisiva grabada muy cerca de su mansión de Los Ángeles, en Londres, la Princesa de Gales, que últimamente prefiere reservar el zafiro de Diana para ocasiones especiales, se preparaba para el día de la Commonwealth.