San Pedro de Abanto, el intento de las tropas liberales de romper el centro de defensa carlista
La batalla de San Pedro de Abanto se produjo entre los días 25 al 27 de marzo de 1874. El Ejército gubernamental se reforzó con 10.000 hombres y con 60 cañones
El general Ollo dispuso que la primera división, al mando del general Andéchaga, compuesta por los batallones 1º de Castilla, batallón de Arratia y el de Encartado, siendo su posición a la extrema derecha de Ciérvana y las posiciones inmediatas de este pueblo.
La línea defensiva
A las órdenes de Andéchaga quedaba la primera brigada, mandada por el brigadier Zalduendo, que tenía su centro en Sanfuentes y estaba formada por los batallones 1º y 5º de Navarra. En la carretera próxima a las casas de Sanfuentes estaba al mando de la segunda brigada el brigadier Rada, compuesta por el 2º y 7º batallón de Navarra. La tercera brigada tenía su puesto de mando detrás de Santa Juliana, inmediato al puente sobre el ferrocarril, y estaba mandada por el brigadier Yoldi con los batallones 3º y 6º de Navarra. El Nocedal se colocó al mando del jefe de la cuarta brigada, brigadier Goñi, que se componía del 4º de Navarra y 2º de Álava.
En San Pedro de Abanto y Santa Juliana, la quinta brigada, compuesta de los batallones 3º y 4º de Álava, a las órdenes del brigadier Álvarez y Cacho de Herrera. El brigadier Zaratiegui, con los batallones 3º y 4º de Castilla que formaban la sexta brigada, ocupaba los parapetos a retaguardia de Santa juliana. El brigadier Bérriz, con la séptima brigada, formada por el 3º de Guipúzcoa y batallón de Cazadores de Arlanzón, 2º de Castilla, tenía un batallón en Pucheta y otro a su retaguardia. Finalmente, la octava brigada, mandada por el brigadier Aizpurúa, con los batallones 7º y 8º de Guipúzcoa en las posiciones inmediatas a Las Cortes. Las dos últimas brigadas formaron parte de la segunda División, al mando del general Martínez de Velasco. Además, de producirse cualquier alarma, el 4º de Guipúzcoa pasaría a Santurce y Portugalete y así evitar, con las fuerzas del brigadier Patero, el desembarco del Ejército gubernamental al otro lado de la ría.
Los pequeños avances del Ejército liberal
El 27 de marzo de 1874, a las diez de la mañana los soldados trepaban las empinadas laderas del Montaño. Por el centro y la derecha sostenían el empuje de las huestes enemigas. Al principio, los carlistas, pensaron que serían atacados por su ala izquierda, como así había ocurrido la tarde anterior. El Ejército liberal, ese día, decidió atacar el ala derecha. Este ataque era a priori mucho más difícil de vencer aunque, una vez conquistado daría la posición más importante, pues se dominaría los altos de Lucero y Serantes.
El general Andía se situó al pie del castillo de San Martín. Destacó varias fuerzas para examinar al enemigo. Estas avanzaron sin disparar un solo tiro. Al llegar al camino que seguía hacia la izquierda, el Ejército carlista los recibió con un vivísimo fuego. El general Posada con el primero de Cantabria, marchó por la izquierda desde el puente para tomar el Montaño. Allí consiguió apoderarse de la casa y del primer parapeto.
De nuevo, Posada, una vez reorganizado su Eército, colocó dos compañías mandadas por el comandante Melero y el comandante Duro en el ala izquierda, para contener el avance del Ejército carlista. El propio Posada se situó en el ala derecha con el resto de la tropa.
Sobre el mediodía, el coronel Castro, recibió orden de Andía para efectuar, con todas sus tropas, el movimiento envolvente por la cañada de la derecha. El coronel Castro mandó al coronel Dabán, con el batallón de Sevilla, a reforzar el segundo de Cantabria. Mientras, Andía se dirigió con los ingenieros al centro de la línea. Al empezar el avance hubo un movimiento de retirada por el ala derecha, como consecuencia del ataque del Ejército carlista. Andía colocó en posición a los ingenieros mandados por San Gil, los cuales, apoyados por Lapuente, contuvo el avance del ejército carlista. Con esta acción Andía consiguió reducir la retirada de parte de su ejército.
El primero de Navarra –del Ejército carlista– que defendía el Montaño, pidió refuerzos. El comandante general de Navarra, Nicolás Ollo, envió las fuerzas dirigidas por Segura, las cuales contuvieron el ataque gubernamental.
Retirada al castillo de San Martín
Una vez en la cumbre de Mantrés, Andía recibió la orden del general en jefe para que los batallones constitución y Tetuán bajaran al castillo de San Martín. Andía envió cinco compañías del primero y una del segundo. Andía no pudo enviar más compañías porque, de hacerlo, hubiera perdido la posición conquistada pues el ataque carlista era férreo sobre aquella posición. Ahora bien, la orden fue perjudicial para el Ejército liberal. Andía no podía avanzar. Estaba en inferioridad y solo podía mantener la posición. Así las cosas, a media noche, Andía recibió la orden de replegarse al castillo de San Martín. Permanecieron dos horas en Muskiz. Más tarde se les ordenó ir hacia la segunda casa de la subida del Montaño, para batir el reducto situado en el ala izquierda.
Por su parte, Primo de Rivera, con las brigadas Blanco y Tello, había pasado el puente de Somorrostro, limitándose a conservar las posiciones conquistadas. Primo de Rivera, en la jornada del 26 de marzo, solo pudo apoderarse del pueblo de Pucheta, no sin sufrir un duro combate.
Como escribió Pirala: «llegó la noche y con ella la evidencia del fracaso». ¿Por qué? Las tropas gubernamentales no estaban bien situadas. La ventaja estaba del bando carlista. Las pérdidas por parte de los dos ejércitos fueron numerosas. Las del Ejército gubernamental ascendieron a 2.241 entre muertos y heridos. El Ejército carlista tuvo 2.000 bajas.