¿Lideró Abd el-Krim el desastre de Annual?
La derrota española se la ha apropiado la actual monarquía alauí, enemiga de Abd el-Krim y, además, olvidando que muchos marroquíes y rifeños lucharon y murieron con los españoles para que el Rif reconociera la autoridad del sultán marroquí
Abd el-Krim se arrogó el liderazgo de las harcas rifeñas que provocó la precipitada retirada de Annual, y el derrumbamiento de la comandancia militar de Melilla, en el año 1921. Inicialmente, la apropiación era interesada para consolidar su prestigio como emir del sultanato del Rif y, con posterioridad, para resaltar su figura como estadista, aunque, como sabemos, terminó con una aplastante derrota militar y política.
Igualmente, y con la misma lógica, esta derrota española se la ha apropiado la actual monarquía alauí, enemiga de Abd el-Krim y, además, olvidando que muchos marroquíes y rifeños lucharon y murieron con los españoles para que el Rif reconociera la autoridad del sultán marroquí.
Más incomprensible es que la historiografía española lo haya admitido de forma tan acrítica. Quizás, porque identificada la figura de Abd el-Krim como el principal enemigo en Marruecos, se le atribuyan irreflexivamente todos nuestros percances graves en aquellas tierras.
Analizaremos, a continuación, la situación general y los hechos específicos, para tratar de verificar si fue el principal responsable del derrumbamiento de la comandancia militar de Melilla, o si se apropió con méritos ajenos. Podremos constatar, que rotundamente Abd el-Krim no acaudilló el desastre de Annual.
El avance territorial español por el norte de Marruecos se basaba en pactos con las correspondientes cabilas, o con algunas de sus fracciones. Estos pactos estipulaban que, en esencia, España proporcionaba seguridad, entre otras cosas, y a cambio se reconocía su autoridad. Lógicamente, cada convenio quedaba automáticamente sin efecto, si alguna de las partes lo rompía. Como ocurrió en el caso de Annual, aunque fuera de forma forzada, o en la retirada voluntaria a la Línea Estella (1924), España dejó, en ambos, de proporcionar seguridad a las cabilas. Estaba dictaminado y admitido que «cabila abandonada cabila sublevada», por un simple motivo de su propia supervivencia.
Más de diez cabilas entre Annual y Melilla, en julio de 1921, estaban bajo la autoridad y protección española. Abd el-Krim, por ese motivo, y por enfrentamientos ancestrales entre ellas, no tenía ascendencia alguna fuera de su cabila de Beni Urriaguel, y ni siquiera en toda ella, porque tenía fuertes disensiones, incluidas cruentas luchas internas.
La retirada de Annual no estaba prevista, fue precipitada y cogió por sorpresa a españoles y cabileños amigos y enemigos. Las cabilas abandonadas o en trance de ello, dieron por roto el pacto, y, como era habitual (recordemos el caso de El Rogui) se revolvieron, estimulados por la irresistible tentación de coger botín.
Iniciada la retirada, los harqueños de las diferentes cabilas tirotearon a los destacamentos de Beni Urriaguel, para no repartir los frutos del pillaje que, consideraban propio, por estar en su territorio. Los hombres de Abd el-Krim tuvieron que imponerse por la fuerza y por el temor que infundía su aguerrida harca (recordemos, otra vez, el caso de El Rogui).
La columna española en retirada se acogió a Monte Arruit, el 29 de julio, con un constante acoso. Sin embargo, la harca de Abd el-Krim no hizo acto de presencia, en esta posición, hasta el 5 de agosto: 15 días después del inicio de la retirada de Annual.
La hegemonía de la cabila de Beni Urriaguel era indeseada por las otras cabilas, porque era una limitación a su inveterada independencia, y si no querían obedecer al sultán de Fez, menos a un régulo rival más próximo. Además, el líder rifeño se ganó el rechazo de las otras cabilas, con su actuación despótica, imponiendo reformas que suponían, por la fuerza, una occidentalización y un cambio radical en las tradiciones ancestrales, celosamente guardadas, como las levas forzosas, acumulación y control centralizado de alimentos, cambio de emplazamiento de zocos, nuevas medidas de higiene, etc.
Abd el-Krim estableció una extensa red telefónica, no solo para el control militar, sino también para el control político de las cabilas, lo que provocó que los propios cabileños cortaran hilos y postes, inquietos por del excesivo poder de Abd el-Krim.
Las resistencias de las cabilas, a la autoridad de Abd el-Krim, fueron cortadas con fuertes multas, ejecuciones sumarias de notables y con crueles represalias.
La adhesión de las cabilas a Abd el-Krim, en todo caso, era forzada y coyuntural por la ausencia española. Por esa razón, se tardó menos de un año (septiembre 1921 a junio 1922) en recuperar casi todo el terreno perdido en julio de 1921, y las correspondientes vueltas a la obediencia de las cabilas. Mientras que antes, para lo mismo, se había tardado más de 10 años (1909 a 1920), lo que demuestra que, ante la vuelta de las tropas, prefirieron volver a status quo anterior: más pacífico, seguro y rentable.
Esta débil resistencia de las cabilas al avance español demuestra que, en caso de una reacción más rápida y con una decidida actitud ofensiva española desde Melilla, con los refuerzos recibidos, se hubieran podido salvar muchas posiciones asediadas, acotando la gravedad del desastre.