Serie histórica (I)
Juan II de Aragón jugó a dos bandos en la batalla entre campesinos y señores feudales
Gracias al triunfo que permitió al rey Juan II entrar en Barcelona fue una gran victoria política, pero no social. Los miembros de la Diputación y de la Generalitat siguieron en sus cargos y con sus abusos
Los remensas decidieron apoyar a la reina Juana Enríquez, que era lugarteniente de Cataluña, al iniciarse la primera guerra civil catalana, para conseguir sus propósitos. Francesc de Verntallat decidió entrevistarse con la reina. Al empezar el primer sitio de Gerona, esta comunicó que había encargado a Verntallat la dirección de los remensas y de los ejércitos reales. Los remensas, fundamentalmente querían que se abolieran los malos usos. ¿Qué eran? Era el derecho que tenían los señores feudales a maltratar a sus súbditos o siervos. En los Usatges de Barcelona, empezados a recopilar en el siglo XII, se recogen seis malos usos: intestia, exorchia, cugucia, arsia, firma de spolii, y remensa.
Los seis malos usos
La intestia era que si una payes moría sin hacer testamento el señor podía quedarse con buena parte de su patrimonio. La exorchia consistía en que si un payes moría sin descendencia el señor se quedaba con buena parte de su patrimonio. La cugucia estaba asignada a la mujer. Si esta le era infiel a su marido, sin que este se enterara, el señor se quedaba con los bienes de la mujer. Si era el marido el que incitaba a la mujer al adulterio el señor se quedaba con la dote de esta. En el arsia, el payes responsable de la tierra, tenía que compensar al señor si en ella se producía un incendio o una catástrofe natural. La firma de spolii era el pago por los derechos de boda que pagaba el padre de la mujer. La remensa era el pago que se tenía que hacer al señor para abandonar la masía.
Dar apoyo a los remensas era peligroso para el rey Juan II. A estos les decía que escucharía sus peticiones y que aboliría los malos usos, mientras que a los nobles y a la iglesia les prometía que todo quedaría igual. En el mes de diciembre de 1462 Verntallat dominaba los Pirineos, el Montseny, el alto Ter, el Ampurdán y La Selva. Estaban limitados por la línea formada por Besalú, Bañolas, Santa Coloma de Farners y Hostalric. De ahí hacia abajo mandaban las tropas de la Diputación del General.
Durante años las fuerzas de Verntallat dominaron la situación y parecía que la guerra se decantaba a su favor. Hubo un cambio el 25 de mayo de 1469. Ese día el conde de Pallars conquistó Gerona. Poco después cayeron Besalú, Olot y Camprodón. El conde deseaba estrangular a las remensas reduciéndoles el campo de actuación. Algunos remensas, viéndose perdidos, decidieron rendirse. Todos pensaban que Verntallat daría su brazo a torcer y la guerra finalizaría.
Gracias a ese triunfo el rey pudo establecer en Cataluña la monarquía. Fue una gran victoria política, pero no social
No fue así. La desmoralización de la Diputación del General fue evidente. Luchaban contra el rey y sabían que, de perder, las represalias podían ser muy duras. Por eso decidieron llegar a un acuerdo y dar por terminado el conflicto. Aceptarían a la lugarteniente Juana Enríquez y permitirían el libre acceso del rey Juan II en Cataluña. Gracias a ese triunfo el rey pudo establecer en Cataluña la monarquía. Fue una gran victoria política, pero no social. A pesar de todo Juan II fue incapaz de dirigir el resurgimiento de Cataluña y tampoco hizo nada por los remensas. La reina y el príncipe entraron en Gerona el 15 de marzo de 1462. Juraron los fueros de la ciudad y sus privilegios, tanto civiles como eclesiásticos.
En el mes de mayo de 1462 empezó el primer sitio de Gerona. Querían tomar la plaza el conde de Pallars. El rey Juan II, con la ayuda de Francia, sofocó aquel sitio y la conquistó el 23 de julio de 1462. Se había conseguido una importante victoria, pero la guerra aún duraría diez años. Los remansas empezaron a concentrarse en la Vall d’en Bas, Vall d’Hostoles y Olot. Verntallat atacó el castillo de Cartellá y sitió Gerona dos veces, junio y agosto de 1470. Para mitigar el conflicto Juan II le entregó, el 14 de diciembre de 1471, simbólicamente, a Verntallat la ciudad de Olot. Era la recompensa por su lealtad. También lo ennobleció con el título de vizcondes de Hostoles.
El final de la guerra significó, por así decirlo, el triunfo del rey Juan sobre el Empordà. Gracias a ese triunfo el rey Juan pudo entrar en Barcelona. Fue una gran victoria política, pero no social. No cambió nada. Los miembros de la Diputación y de la Generalitat siguieron en sus cargos. Aunque eran incapaces de reorganizar la administración y el prestigio continuaron allí. El rey Juan fue incapaz de dirigir el resurgimiento del Principado. Tampoco se hizo nada por los remensas. No asumió sus responsabilidades. Las tierras retornaron a las familias que ya las habían tenido antes de la guerra, los Margarit y los Cruilles.
El rey Juan tenía las manos atadas a filoremensas. Estos tenían grandes problemas económicos, pues durante diez años no habían ingresado nada. Por eso le pidieron al rey volver a cobrar los censos. El rey fue débil. Quería defender a remensas, pero no quería tener en contra a los señores. Finalmente, mantuvo la política del año 1457. Cuando en el 1472 el rey Juan le cedió a Verntallat Olot este, inmediatamente, la liberó de los malos usos, censos, tareas y otros derechos. Poco después todo eso quedó en nada, pues el rey le pidió que rectificara su decisión. Desde el final de la guerra hasta el 1481 hubo una gran debilidad real. Quería quedar bien con todos y esto provocó un grave conflicto social y político que desencadenó en la segunda guerra remensa.