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El Santo Oficio visto por Goya

El Santo Oficio visto por GoyaMuseo del Prado

Picotazos de historia

La Garduña, la sociedad secreta de la Iglesia que jamás existió

El bulo creció alimentado por los escritos de extranjeros y de emigrantes y exiliados políticos

Hace años fui invitado por el escritor y ensayista León Arsenal y por el doctor en Historia Don Hipólito Sanchiz Álvarez de Toledo a participar en un libro que iban a escribir sobre las sociedades secretas en España.

El tema era interesante y la compañía culta y agradable, hice mi parte a satisfacción de todos y lo pasamos, en general, muy bien. En ese libro Don Hipólito Sanchiz investigó sobre una extraña sociedad secreta, lo que le llevó a una desconcertante conclusión y sería la primera persona en formularla. Pero volvamos al principio.

La Garduña es el nombre con el que es conocida una sociedad secreta de carácter religioso y criminal. La leyenda sitúa sus orígenes en el siglo VIII, cuando la Virgen de Córdoba se apareció a un ermitaño y le encargó la recluta de buenos cristianos para combatir al invasor.

Una segunda hipótesis nos habla del surgimiento de la sociedad a finales del siglo XV, en medio de las guerras civiles que ensangrentaban el reino de Castilla. Con idea de protegerse se creó en Toledo una sociedad, una nueva santa hermandad, que se llamó a sí misma la Garduña.

Asociación criminal en activo, al menos desde el año de 1492, coincidiendo con la expulsión de los judíos del reino, se orientará en la persecución de los críptojudios y críptomusulmanes.

Esta nueva sociedad tendrá una estructura, a cuya cabeza estará un directorio secreto formado por individuos cuya identidad solo será conocida por el hermano mayor de la sociedad.

Este será un individuo que residirá en la Corte o en Toledo, alguien de gran alcurnia y poderoso en contactos. En cada ciudad de importancia habrá un capataz que recibirá órdenes del hermano mayor, las cuales tiene carácter imperativo y han de ejecutarse a la mayor premura.

Debajo de la cúpula formada por el consejo, el hermano mayor y los capataces están los matones. Asesinos probados que tendrán que demostrar su lealtad a la Garduña antes de ser aceptados y de ser capaces de aguantar el tormento sin revelar secretos de importancia.

Estos se dividirán en «punteadores»: aquellos cuya función es matar por el medio que se le pida, lisiar o marcar con una herida el rostro de alguien.

Luego están los floreadores que eran duchos en el robo, la estafa, el engaño tanto con los naipes como con otros medios. Por último, los «fuelles» y los chivatos. Los últimos eran la chiquillería, exploradores locales y deseosos de hacer méritos. Los fuelles daban el «cante» y denunciaban a sus conciudadanos mientras mantenían una imagen de respetabilidad y rectitud.

Esta organización se completaba con un estatuto escrito fechado en Toledo en 1428. En 1821, durante una operación policial llevada a cabo por un oficial de cazadores de montaña, de nombre Manuel de Cuendías, se detuvo al hermano mayor de la Garduña, de nombre Francisco Cortinas.

A consecuencia de las investigaciones se dio un sonoro proceso que termino con el ajusticiamiento del hermano mayor el 23 de noviembre de 1822. En la operación capturaron documentos que demostraban los vínculos de la sociedad criminal y la Inquisición.

El estudio de las fuentes acerca de la sociedad llamada la Garduña, sorprendió al historiador Don Hipólito Sanchiz.

Lo primero que le extraño fue que todos los autores españoles solo utilizaban textos extranjeros en relación con el tema. Lo segundo es que no existe documentación original, relacionado con la Garduña, en toda España.

Los supuestos documentos del juicio celebrado remiten a una serie de documentos desaparecidos (o nunca existentes) que desaparecieron del archivo de la Audiencia de Sevilla a consecuencia de un desafortunado incendio.

Todos los textos extranjeros se basan o mencionan un libro titulado Misterios de la Inquisición española y otras sociedades secretas editado en Francia en 1845. Se trata de una novela, una obra de ficción.

Tampoco existe documentación alguna referente al proceso contra el tal Francisco Cortina o contra la Garduña. Nada. Lo mismo sucede con el oficial de cazadores de montaña Manuel de Cuendías, que no tiene un solo documento que le mencione en el archivo de Segovia o en ningún otro.

Todo esto nos lleva al título antes mencionado y que se señala como origen de todos los rumores e informaciones, nunca confirmadas, en relación con la Garduña. El autor utilizo el seudónimo de V de Feral, que a su vez era un seudónimo utilizado por la escritora madame de Suberwick, quien era una autora de obras muy fantasiosas sobre España. El asunto se complica cuando se prueba que el nombre de madame de Suberwick es, a su vez, otro seudónimo.

En definitiva, los sucesos que narra el libro de fantasía o fantástico se sitúan durante al alzamiento del general Riego, que llevaría a la abolición de la Inquisición. Esto en medio de una corriente muy partidaria de inventar historias tétricas acerca de conspiraciones eclesiásticas.

En este caso el bulo creció alimentado por los escritos de extranjeros y de emigrantes y exiliados políticos. Todos citaran las mismas fuentes, los mismos textos, dando todo por cierto y alimentando la leyenda de la sociedad secreta de la Iglesia que solo existió en las mentes más calenturientas y en los pechos más trastornados por el odio.

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