Guerra de Marruecos
El Raisuni, aliado y enemigo de España: no se puede pactar con los que nos atacan
La figura del Cherif muley Ahmed El Raisuni es una figura de vital importancia para el estudio de los últimos años de la independencia marroquí y el inicio del Protectorado por parte de España
El desastre de Annual tuvo lugar en 1921. A finales de ese año ya se había reconquistado parte del territorio perdido y antes de un año se había llegado a Annual de nuevo. Pero eso no supuso el final de la guerra de Marruecos. Todavía quedaba un largo periodo de hostilidades. En la parte oriental, dependiente de Melilla, la rebeldía seguía imperante en el Rif central y Abd el Krim mantenía su poder en la república creada por él. En la parte occidental, las fuerzas que tenían su cabecera en Tetuán siguieron combatiendo en las montañas de Yebala, tratando de acabar con la resistencia que se hizo fuerte en las montañas de Beni Arós, en los alrededores de Xauen y en la franja que se unía con el territorio de Abd el Krim. Hasta finales de 1924, en que se decidió la retirada de Xauen y la creación de la línea Estella alrededor de Tetuán, abandonando casi todo el territorio, se siguió con una ofensiva difícil.
A finales de abril de 1922, el general Berenguer –como alto comisario– decidió impulsar el avance en los montes de Beni Arós, que estaba paralizado por la fuerte resistencia de los marroquíes, en coordinación con Sanjurjo, que acababa de tomar el mando en Larache. La idea era avanzar definitivamente sobre Tazarut, una zauia o santuario donde tenía su residencia, puede decirse que su pequeña corte, El Raisuni. Las informaciones que manejaban los españoles era que el cabecilla, con los principales líderes de la zona, se habían instalado definitivamente en ese lugar, en un palacio propiedad de la familia del cabecilla que mandaba la guerra contra los españoles.
El Raisuni, héroe y bandido
El Raisuni es uno de los personajes más fascinantes de la época en el Protectorado español. Un hombre novelesco, excesivo, anclado en un pasado señorial que estaba cambiando. Este jerife se hizo con el poder en la región central y en la costa hasta Arcila. A mitad de camino entre el líder contra la ocupación y el jefe de una banda de bandidos dedicados al pillaje. Indudablemente, contaba con una cierta ascendencia sobre las cabilas, liderazgo que sostenía con una extrema crueldad contra los disidentes, aunque esta fama fue aumentada interesadamente por sus enemigos. Estuvo preso, seguramente por orden del sultán, en Mogador y, aunque fue indultado por Abdelaziz, le quedó un enorme rencor contra el sultán. Volvió a imponer su autoridad de bandido en la región, cobraba unos impuestos arbitrarios y excesivos, exigía a los cabileños que trabajaran para él en las obras del palacio que se construía en Arcila. Se dedicó al lucrativo negocio de secuestrar extranjeros, entre ellos a Walter Harris y a Pericardis, que provocó la intervención de tropas estadounidenses y que fue contado de manera muy libre en la película El viento y el león (1975) de John Millius. Raisuni fue nombrado bajá de Arcila aunque fue destituido pronto acusado de corrupción. Era un hombre sin límites, incluso en lo ilegal.
La relación de Raisuni con los españoles es una historia de amor-odio, de complicidad y enfrentamiento. Al comienzo del Protectorado se contó con él para tomar la zona sur, entre Alcazarquivir y Larache y comunicarla con el centro. Tuvo una buena relación con Zugasti y el general Barrera, respectivamente cónsul y comandante general de Larache, que acabó en un pacto de colaboración. Incluso se le propuso como jalifa de la zona norte. Pero pronto se vio que su alianza era inestable, que sus pretensiones eran inagotables y que, en definitiva, los españoles representaban al Majzen o Estado protegido y no podían pactar con los que lo atacaban. Silvestre, comandante general de Larache, decidió romper con el cabecilla en 1913 y este optó por la confrontación y la rebelión.
Los españoles representaban al Estado protegido y no podían pactar con los que lo atacaban
En 1922 seguía en su lucha contra los españoles, en la zona montañosa de Tazarut, al sur de Tetuán y el oeste de Xauen. Berenguer estimaba que con un buen apoyo artillero, el líder caería pronto en poder de las tropas españolas que operaban desde Ceuta y Larache. El 7 de mayo, los españoles tomaron Selalem, envolviendo Tazarut. Se habían cerrado los caminos y los resistentes solo podían comunicarse a través de las montañas. En los combates había muerto la mano derecha de Raisuni y jefe de su caballería Hamido el Harraz. En Selalem se unieron las fuerzas de Berenguer con las de Sanjurjo, que llegaban por el sur después de tomar Beni Issef. Tazarut estaba a tiro de piedra y Berenguer consideraba que eso sería el final de la campaña en la región. El 12 de mayo de 1922 se tomó la localidad, pero Raisuni abandonó su posición y se internó en el monte Bahaxen, un lugar de muy difícil acceso.
Berenguer se equivocó, la campaña no finalizó. Los hombres de Raisuni se hicieron en el Yebel Alan. Los combates eran duros por todas partes, la geografía facilitaba la guerra de guerrillas. En uno de los encuentros murió González Tablas, que iba al frente de sus Regulares.
Berenguer escribe en su libro Campañas en el Rif y Yebala 1921-1922 (Madrid, 1923) que lo más importante estaba hecho, que no pretendían entrar en la sierra de Alan porque no era estratégicamente importante. Pero no era sincero, el territorio no estaba dominado y la acción militar incompleta no daba lugar a una actuación política. De hecho, la historia de lo que sucedió después desmiente al general y político.
A finales de 1922 el coronel Riquelme entabló conversaciones con El Raisuni para tratar de pactar su sumisión. Aunque el caudillo yebalí no era un hombre cuya palabra inspirara mucha confianza, la situación en la que se encontraba no le daba más salida. Las conversaciones fueron por buen camino y el acuerdo estaba maduro. Fue entonces cuando Abd el Krim, temeroso de que ese pacto le pusiera a los españoles en la frontera oeste de su efímera república, atacó a El Raisuni, ya muy enfermo, lo derrotó, siguió con el avance contra los españoles y provocó una retirada general hasta confinarse en Tetuán.