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Los republicanos españoles, “clasificados” tras llegar a Bizerta

Los republicanos españoles, «clasificados» tras llegar a BizertaOrient XXI

El exilio español de 4.000 republicanos en Túnez durante la Guerra Civil

El día 7 de marzo de 1939 llegaron a Bizerta, en Túnez 4.093 personas entre ellos unos 300 civiles, incluidas 21 mujeres y cuatro niños

En marzo de 1939 Cartagena cae en manos del Ejército Nacional y, con la ciudad, también la base naval en la que se refugiaba lo que quedaba de flota republicana. Hubo momentos de confusión y órdenes no muy claras de Negrín sobre la actuación a seguir. A la entrada de los franquistas hay que sumar la adhesión al golpe de Casado de algunos republicanos. Así comenzó uno de los episodios más singulares del final de la Guerra Civil. El almirante Buiza decidió salvar los importantes buques de la República y mandó embarcar y poner rumbo a África el 2 de marzo. Había intentado sin éxito aceptar algún tipo de paz con Franco. En línea de combate encabezaba la marcha el crucero Cervantes, le seguían los cruceros Libertad, Méndez Núñez y los destructores Escaño, Miranda, Valdés, Gravina, Ulloa, Jorge Juan, Lepanto y Antequera, además del submarino C4. Amarrados, dañados por bombardeos, quedaron el Lazaga, el Gravina y el Sánchez Barcáiztegui.

El crucero Libertad de la flota republicana entra en el puerto de Bizerta en 1939

El crucero Libertad de la flota republicana entra en el puerto de Bizerta en 1939Orient XXI

Tenían intención de llegar a la Argelia francesa. Los franceses ya estaban preparados para esta contingencia y las colonias africanas estaban fuertemente militarizadas. Tal vez los republicanos españoles esperaban que Francia los acogiera con los brazos abiertos pero el gobierno francés, aunque estaba presidido por el socialista Leon Blum, no estaba dispuesto a desairar a Franco que ya se presentaba como el vencedor de la guerra. No iba a devolver a los refugiados, pero tenía para ellos otros destinos en campos de trabajo o la posibilidad de alistarse a la Legión Extranjera. La flota llegó frente a Argel el día 6 pero las autoridades francesas le obligaron a seguir hacia Bizerta, en Túnez. Así se hizo y, el día 7 de marzo de 1939, los buques republicanos entraron en el lago de Bizerta. Hay que recordar que Túnez era protectorado francés desde 1881. Aunque tenía oficialmente un soberano, el Bey, toda la defensa militar, la política extranjera y la administración estaban bajo el control de Francia, representada por un Residente General.

Exiliados republicanos

Llegaron 4.093 personas, incluidas 21 mujeres y cuatro niños, unos 300 civiles. Tener a cuatro mil españoles derrotados en Bizerta era difícil. Ni tenían lugares donde acogerlos, ni querían su contacto con la población local. Los más conservadores entendían que iba a ser una influencia negativa para los obreros y nativos y la tendencia fue aislarlos. Mantenerlos en los buques era casi imposible más allá de los primeros días y hasta el desarme total.

Las autoridades francesas decidieron enviar a los españoles a campos de trabajo improvisados en el oeste del país

El gobierno de Franco había sido reconocido por Francia e Inglaterra el 27 de febrero de 1939 y decidió mandar al almirante Salvador Moreno a recoger la flota. El 30 de marzo, las autoridades francesas entregarían oficialmente los buques. Con las nuevas dotaciones, la flota partió de Bizerta en 4 de abril, con 2.357 de los refugiados, para arribar a Cádiz el día 6. Moreno llevaba la promesa de respetar a los marinos republicanos que no tuvieran delitos de sangre, pero los que quisieron volver fueron encerrados como prisioneros en el Marqués de Comillas y llevados al campo de concentración de Rota para pasar por tribunales militares. Algunos pasaron por la cárcel y al menos 23 fueron fusilados al grito de «Viva España, pero la nuestra». Otros pasaron a la cárcel o fueron liberados. Era muy importante en esas fechas tener un buen valedor entre los vencedores. También hubo casos como el de Luis Arbázuza –comandante del Jorge Juan– que seguramente ya formaba parte de la quinta columna franquista en la Armada republicana.

Internos asignados al transahariano

Internos asignados al transaharianoOrient XXI

El exilio fue duro como ha estudiado el hispanista tunecino Bechir Yazidi. Las autoridades francesas decidieron enviar a los españoles a campos de trabajo improvisados en el oeste del país, una zona casi desértica, con pocos habitantes, sin comodidades pero donde se habían descubierto las minas de Mehri Jebbes en Maknassi para cuya explotación la mano de obra española era de especial importancia. Otro grupo se destinó a trabajos en el pequeño pueblo de Kessserine, en las montañas limítrofes con Argelia, que quería ser revitalizada por el residente francés y se valió de los españoles. La contribución española al desarrollo de la agricultura y la construcción en esa zona fue muy grande, comenzando por el alumbramiento de aguas que era imprescindible. En esta localidad fue internado un personaje importante, David Gasca. Era muy joven entonces pero, además de marino, era ingeniero hidrógrafo y como tal fue el descubridor del agua en la zona y de varios yacimientos mineros. Trabajaría muchos años en la administración de minas de Túnez . No quiso regresar a España porque había sido el comandante del Lepanto y máximo experto en torpedos de la Armada. A él se deba la única victoria en el mar de la República: el hundimiento del Baleares. Fue el delegado de la República en el país.

Fue un tiempo de incertidumbre hasta que fueron liberados de la residencia forzosa y pudieron buscar otros trabajos en ciudades tunecinas o francesas

El trabajo era duro y el sueldo escaso pero no había otra opción. Fue un tiempo de incertidumbre hasta que fueron liberados de la residencia forzosa y pudieron buscar otros trabajos en ciudades tunecinas o francesas. En Túnez no había mucha población española y esta presencia suscitó un primer interés por estudios hispánicos y la formación de los primeros hispanistas. Por último, un grupo de refugiados más rebeldes o de moral dudosa, según las autoridades, fueron llevado a Gabbes para trabajar construyendo carreteras y trazando las líneas de ferrocarril. Con el tiempo, los españoles fueron autorizados a residir en otras ciudades donde se formaron pequeños núcleos de exiliados. Algunos pudieron ir a Francia respondiendo a la llamada de sus parientes. Otros se alistaron a la Legión Extranjera como el propio almirante Buiza al que nombraron capitán. Franco había recuperado la flota republicana.

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