Entrevista a Marco Tarchi de la Universidad de Florencia
«Mussolini sabía que para movilizar a las masas necesitaba trabajar con los medios de comunicación»
Cerca de 22.000 camisas negras marchaban rumbo a Roma con un propósito: tomar el poder. Marco Tarchi, politólogo italiano, profesor en la Escola de Ciencias Políticas «Cesare Alfieri» de la Universidad de Florencia conversa con El Debate acerca de este acontecimiento que marcaría el inicio de una nueva era, la figura de Benito Mussolini cuyo final fue trágico y humillante y sobre las influencia que la Prensa tuvo en aquel otoño de 1922 y en la actualidad.
–¿Qué fue la marcha sobre Roma?
–Fue uno de los éxitos de la Primera Guerra Mundial. Es decir, que Mussolini no habría podido conseguir el poder sin el trauma psicológico y político de la Primera Guerra Mundial. El fracasó en su primer intento de ganar una influencia en las elecciones italianas de 1919, es decir, de inmediato después de la guerra, y como en Italia en los años 19 y 20 hubo una gran dificultad social con un conflicto muy fuerte entre los socialistas y el Estado liberal y hubo una enorme cantidad de huelgas de agitaciones sociales... El movimiento fascista aprovechó esta situación e intentó ir más allá de la fractura social e integrar a la nación todas clases de la sociedad italiana.
Después de haber derrotado a los socialistas con violencia, Mussolini decidió tomar el poder directamente. Y como la clase política liberal no sabía cómo salir de esta situación de dificultad, él intentó crear una movilización de masas, y eso fue la Marcha sobre Roma.
La Marcha sobre Roma fue matizada como el gran momento, el más importante para conquistar el poder cuando en realidad fue un intento de influenciar la decisión de Rey, que al final, como no sabía si el ejército habría evitado la proyectada invasión de Roma por parte de las milicias fascistas, decidió llamar a Mussolini y hacerlo jefe del Gobierno.
–¿Cuáles fueron los factores para el triunfo de Benito Mussolini?
La agitación social, como ella decía. Es decir, una situación muy difícil de la sociedad italiana. Porque el conflicto de clases ya era demasiado fuerte y por ejemplo la pequeña burguesía buscaba una salida de esta situación y que no encontraban en los partidos llamados constitucionales, porque estos partidos no tenían fuerza suficiente para repeler los asaltos de los socialistas, las huelgas y todo esto. Y esto favoreció a Mussolini porque, por un lado, propuso no reprimir, simplemente, las agitaciones, sino integrar a esta masa de trabajadores en un nuevo Estado social más abierto. Y por otro, él intentó decir a la burguesía que no tenían que tener miedo de esta situación porque él habría solucionado este conflicto social con un –digamos– Estado muy fuerte y autoritario.
Mussolini no habría podido conseguir el poder sin el trauma psicológico y político de la Primera Guerra Mundial
–Mussolini fue director de la revista Avanti y más tarde creo El Popolo d'Italia, ¿qué papel desempeñó la Prensa en la difusión del fascismo?
–El Avanti era el periódico del Partido Socialista y fue director del Avanti antes de la guerra y en esta época él tenía una postura socialista casi extremista, es decir, que él estaba en contra del capitalismo, en contra de las clases «disfrutadoras», de las oligarquías. Pero hubo problemas con el Partido Socialista porque Mussolini quería la intervención de Italia en la Guerra Mundial y el Partido Socialista era neutro. Por ello, decidió crear su propio periódico, El Popolo d'Italia, y seguro tuvo un papel importante porque a través de él intentó fundir partes muy distintas del frente intervencionista y con una campaña muy fuerte de prensa, supo unificar todo este frente. Y después, como Italia decidió entrar en la guerra en 1915, el pudo disfrutar de esta situación por sus ambiciones políticas directas.
–¿Y la propaganda?
–Bueno, la propaganda fue esencial. Fue crucial en el camino de Mussolini hacia el poder y después de haber tomado el poder porque él tenía este perfil de agitación socialista después intervencionista, nacionalista y todo esto... Y se necesitaba a una figura única de jefe del fascismo. Y en este caso, la propaganda fue un instrumento extraordinario. Y Mussolini, como gran periodista, conocía el poder de la prensa y lo utilizó. Y también más tarde, por ejemplo, hizo lo mismo con el poder de la radiofonía. Mussolini dijo sobre, por ejemplo, sobre el cine que era el arma más fuerte, más importante. Es decir, que Mussolini sabía que para traer el consenso de las masas necesitaba trabajar con todos los medios de comunicación y hacer una propaganda muy fuerte en dirección de la población.
–Hitler se inspiraría en el fascismo, pero ¿qué diferencias hay entre el nazismo y el fascismo?
–Creo que la diferencia más grande, a parte del carácter nacional de los italianos y de los alemanes, –que es muy distinto, muy diferente–. La gran diferencia es que la raíz del fascismo italiano fue un intento de unificar un nacionalismo y un –digamos– socialismo nacional como bueno; en el caso de Hitler sabemos perfectamente que él utilizó el nombre de nacionalsocialismo, pero en el caso italiano la raíz real del fascismo era la idea de nación y en el caso alemán era la idea de raza. El fascismo italiano era más pragmático y sabía que lo que era importante es la integración de los italianos en la idea de nación. Del otro lado, Hitler quería redescubrir las raíces antiguas del pueblo alemán, y el concepto, la noción de raza o de etnia era fundamental para él. Lo que no fue nunca para para el fascismo italiano.
En el caso italiano la raíz real del fascismo era la idea de nación y en el caso alemán era la idea de raza
–Fue el Papa Pío XI quien tuvo que enfrentarse a esta crisis, de hecho, es conocido como el «Papa de entreguerras», ¿cómo reaccionó la Iglesia ante esta toma del poder del fascismo?
–En un primer momento la posición de la Iglesia fue muy moderada y había en el interior del Vaticano una facción, digamos, bastante favorable al fascismo porque después de todo el período de disidencia entre el Estado liberal italiano y el Vaticano y la Iglesia Católica, habían varios problemas que todavía no tenían solución. Y Mussolini, ya lo había dicho y lo hizo en 1929, quería encontrar una solución a estos problemas. Y fueron los Pactos lateranenses, es decir, un concordato, un acuerdo que solucionó gran mayoría de los problemas que había. Pero seguro que en otra época, es decir, en los años 30 del régimen fascista, hubo muchos problemas entre las asociaciones católicas y, especialmente la de las de juventudes católicas, y el régimen porque este quería ir hasta una especie de totalitarismo y también socializar integralmente a la juventud en un sentido ideológico fascista. Y a la Iglesia no le gustaba esto porque quería quedarse con sus organizaciones y desarrollar un programa de socialización cristiana y católica. Y esto creó varios disensos, pero el régimen nunca pudo acabar con esto y se contentó de un compromiso entre el Estado y la Iglesia.
–La figura de Mussolini fue muy alabada por sus seguidores; sin embargo, su final fue muy humillante: fue asesinado y su cuerpo expuesto en una gasolinera... ¿cómo se puede explicar el final que tuvo?
–El gran problema fue la guerra. Porque la mayoría de los italianos favorables al fascismo, es decir, no los militantes, pero los que estaban de su lado porque Mussolini era el jefe del gobierno, porque Italia se había desarrollado bastante en los casi 20 años antes. Y pensaban que Mussolini había decidido estar fuera de la guerra. E inicialmente, cuando él decidió entrar en guerra, ellos creían que la fuerza alemana era tan importante que todo se había solucionado en el espacio de unos meses sin enormes problemas y todo esto. Pero cuando empezaron las primeras malas noticias del Frente, a partir del 41 y sobre todo del 42, muchísimos italianos cambiaron de sus ideas. Es decir, ya no querían la continuación de la guerra y tenían miedo de las consecuencias. Esta era la razón por la cual el 25 de julio del 43, el Rey decidió encarcelar a Mussolini y sustituirlo por Pietro Badoglio. Una gran cantidad de ex fascistas exprimió su entusiasmo –casi–. Y bueno, después hubo la guerra civil y como se sabe, la radicalización de la guerra civil de ambas partes puede explicarse en una violencia y en el odio y y todo lo que todos conocemos. Y como Mussolini perdió esta guerra civil, se explica el final terrible y trágico que hubo.
–En la actualidad se está hablando mucho del fascismo y no tanto por el Centenario, sino por la nueva presidenta en Italia, por Meloni. ¿Hay alguna semejanza?
–Yo creo que se habla demasiado, en Italia también, pero sobre todo en la prensa internacional se habla demasiado de fascismo en el caso de Georgia Meloni.
Georgia Meloni tiene casi 45 años y ella fue muy joven en el movimiento juvenil de un partido que en su época había sido absolutamente neofascista, pero que ya tenía casi cuarenta pico años en la democracia italiana y había aceptado todas las reglas, todas las normas de esta democracia. Y a través de su frecuentación de las instituciones democráticas, ya había cambiado muchas de sus posiciones. Y así que ahora, después de otros cambios que hubo en este partido que cambió de nombre, de Movimiento Social Italiano, pasó a ser Alianza Nacional, y el partido de Georgia Meloni es una o es otra distinta continuación de esta historia y creo que hoy sería una locura de pensar que Meloni o su partido pueden establecer un estado autoritario o algo similar en Italia. Simplemente son una mezcla de ideas e ideales conservadores y nacionalistas y saben perfectamente que hoy Italia está vinculada a las organizaciones internacionales y a la democracia. Así que yo creo que no hay nada, nada que ver con la realidad histórica del fascismo. Y creo que en unos años la prensa que hoy habla de un fascismo posible de Meloni podrá darse cuenta del hecho que no hay, que son cosas muy muy distintas.