Los intentos carlistas de restauración monárquica durante la Segunda Guerra Mundial
El 25 de julio se divulgó en España un manifiesto a los carlistas del regente don Javier, donde defendió la necesidad de implantar la Monarquía tradicional
El 15 de enero de 1941, Alfonso XIII, en su exilio italiano, anunció la abdicación de su liderazgo dinástico en favor de su hijo, el infante don Juan, falleciendo al mes siguiente en Roma, unos días después de morir la Reina María de las Nieves, viuda del pretendiente carlista Alfonso Carlos I, en Viena. El 25 de julio siguiente, se divulgó en España un manifiesto a los carlistas del regente don Javier, donde defendió la necesidad de implantar la Monarquía tradicional. A partir de esos momentos, y hasta febrero de 1944 se sucedieron varios intentos de restauración monárquica con Franco; desde ese último mes comenzó la fase de proyectos sin Franco y, a partir de marzo de 1945, se abrió una etapa de restauración contra el generalísimo.
A partir de marzo de 1945, se abrió una etapa de restauración contra el generalísimo
Conforme aumentaron las derrotas del Eje durante la Segunda Guerra Mundial, mayor intensidad mostraron los monárquicos, ya que muchos altos oficiales del Ejército y miembros de la administración apostaron por restaurar una Monarquía presentable a los Aliados, antes de que éstos apoyaran a los dirigentes republicanos en el exilio. La opción monárquica se apresuró a presentarse ante Gran Bretaña y Estados Unidos como una alternativa más moderada, una garantía de que no habría venganzas políticas. Ya en julio de 1942, el líder carlista Fal Conde intentó reactivar la posibilidad restauradora solicitando al general Francisco de Borbón, duque de Sevilla, que actuara como intermediario entre Franco, don Juan, don Javier y el generalato. Le solicitó que apoyara su idea de caminar hacia la Monarquía pero defendiendo, en primer lugar, la regencia hasta decidir qué candidato sería el más idóneo según los principios del tradicionalismo. Por ciertas discrepancias familiares e ideológicas, el general Borbón se negó finalmente a realizar el encargo del dirigente carlista .
A mediados de junio de 1943, más de treinta procuradores en Cortes y consejeros nacionales, entre ellos cinco exministros, enviaron a Franco una carta solicitándole la restauración. El caudillo se negó, pero la caída de Mussolini en julio abrió un nuevo frente epistolar de mano de los carlistas, que el 15 de agosto enviaron a El Pardo una carta firmada por los principales jefes de la Comunión Tradicionalista, donde se volvían a ofrecer las ideas restauradoras del manifiesto de 1941 firmado por el regente. Divulgada en un impreso titulado El contenido de la restauración monárquica, sus firmantes solicitaron caminar hacia esta meta, excluyendo el totalitarismo de la Falange en la configuración del régimen y otorgando al carlismo mayores responsabilidades de gobierno.
Reivindicaron los fueros en una concepción cristiana de la vida y solicitaron que el regente fuera don Javier de Borbón Parma
De esa manera solicitaron a Franco como medidas fundamentales la supresión del partido único y sus sindicatos; la restauración de la legitimidad en el poder; la creación de los consejos del reino en sustitución de los ministerios; una restauración orgánica y corporativa puesto que la sociedad, y no el Estado, era quien debía organizarse como soberanía social. Asimismo, defendieron un sano regionalismo que impulsara la creación de gobiernos generales de las regiones que personificaran el poder real; una organización de la representación nacional basada en la Corona y unas Cortes representativas, orgánica y corporativamente. Reivindicaron los fueros en una concepción cristiana de la vida y solicitaron que el regente fuera don Javier de Borbón Parma.
Franco aparentó pasividad y no tomó medidas contra ellos, pues tanto la presidencia de las Cortes, con Esteban Bilbao, como el ministerio de Justicia siguieron en manos de carlistas colaboradores. El 8 de septiembre quienes enviaron una carta fueron prestigiosos tenientes generales que solicitaron abrir un proceso restaurador, a los que tampoco se hizo caso, aunque el caudillo continuó manteniendo correspondencia con don Juan de Borbón.
Su relación sufrió una aguda crisis cuando el hijo de Alfonso XIII realizó unas declaraciones en la prensa, publicadas en febrero de 1944 y, finalmente, cuando publicó el Manifiesto de Lausana el 19 de marzo del año siguiente. Ese mismo mes, unos 60 profesores universitarios firmaron un escrito en el que solicitaron al Jefe del Estado el restablecimiento de la Monarquía, con el fin de restañar las heridas de la guerra civil y permitir a España ocupar la posición internacional que le correspondía. La reacción contra ellos fue diversa pero finalizó en un tiempo determinado. El generalísimo decidió resistir la presión interior y exterior, consiguiendo sobrevivir al conflicto mundial.
Unos 60 profesores universitarios firmaron un escrito en el que solicitaron al Jefe del Estado el restablecimiento de la Monarquía
Fal Conde y la mayor parte de los carlistas opositores al franquismo se negaron a apuntalar la candidatura de don Juan, manifestando su continuo apoyo a la regencia de don Javier. Muy mal le sentaron al líder carlista las sinceras palabras del infante don Alfonso de Orleáns, al expresarle que las potencias democráticas no aceptarían que la Monarquía comenzara sus primeros pasos concediendo el monopolio político a la Comunión Tradicionalista. No obstante, algunos carlistas aceptaron la posibilidad de la candidatura de don Juan, y otros la del archiduque Carlos Pío, hijo de la infanta doña Blanca, hija de Carlos VII. Y así, la desunión de las filas monárquicas benefició, en última instancia, al franquismo.