100 años
La primera víctima de «la maldición de la tumba de Tutankamón»: cien años de la muerte de Lord Carnarvon
Después de seis temporadas y haber gastado 25.000 libras esterlinas, Lord Carnarvon junto con Howard Carter localizaron la tumba del faraón Tutankamón, de la dinastía XVIII, en el Valle de los Reyes
Lord Robert Crawley es por herencia conde Grantham y dueño de Dowton Abbey, donde vive con su familia y criados, no siendo su dueño incondicional. El título de conde, la casa y otros cuantos vienes mueble e inmuebles forman parte de un mayorazgo que se remonta varias generaciones atrás. Sus titulares, a cambio de disfrutarlo, están obligados a administrarlo y engrandecerlo, y deben transmitirlo a sus herederos varones. ¿Les suena este argumento? Pues bien, Downton Abbey es en realidad el castillo de Highclere, en Hampshire, donde desde el 1679 han vivido los condes de Carnarvon. De ellos el más famoso es el quinto conde, George Edward Stanhope Molyneux Herbert, que hoy hace 100 años falleció.
Su interés por la egiptología
Estudió en los prestigiosos colegios de Eton y Trinity, en Cambridge, donde se educa la realeza. Sucedió a su padre como titular del condado en 1890. Casado con Almina Victoria María Alexandra Wombwell, hija ilegitima de Alfred de Rottschild, que aportó una dote de medio millón de libras. Sufrió un accidente automovilístico en Alemania. Este era el deporte de moda a principios del siglo XX. Aquello que podía parecer una desgracia, se convirtió en una suerte para la historia de la egiptología. Como consecuencia de aquel accidente quedó débil y propenso a contraer virus. Por eso, como el clima de Highclere no le era propicio en invierno, empezó a pasarlos en Egipto. Esto lo empezó a hacer a partir de 1903.
Ahí empezó a interesarse por la egiptología. Logró una concesión dentro del área de excavaciones. Era una porción de terreno en Sheik Abd el Qurna. Aunque el lugar no tenía gran interés arqueológico, le sirvió para distraerse. Para supervisar la excavación se fue a vivir al hotel Winter Palace de Luxor. Las excavaciones dieron como resultado la localización de un ataúd en forma de gato. A partir de ahí empezaron a salir otros objetos. Descubrió tumbas privadas del Imperio Medio y de principios del Nuevo. En 1915 ya había descubierto, entre otras cosas, los templos de la reina Hatshepsut y de Ramsés IV.
Después de seis temporadas y haber gastado 25.000 libras esterlinas, Lord Carnarvon junto con Howard Carter localizaron la tumba del faraón Tutankamón, de la dinastía XVIII, en el Valle de los Reyes. Dicen que cuando Lord Carnarvon le preguntó al arqueólogo Howard Carter, que estaba mirando por primera vez por un orificio la tumba de Tutankamón, si podía ver algo, este último le contestó: «Sí... Cosas maravillosas».
Poco después de abrir la cámara sepulcral, Lord Carnarvon se sintió cansado. Por eso el 23 de febrero de 1923 decidió marcharse a Asuán para descansar. Según las crónicas, estando ahí recibió la picada de un mosquito en la mejilla izquierda. Lo que sería una picada normal y sin complicaciones, teniendo en cuenta lo antecedentes de Lord Carnarvon, propenso a cualquier virus, se le infectó. En el momento de afeitarse se cortó aquella zona que, con toda probabilidad, estaba inflamada e infectada.
La maldición de los faraones
Pues bien, el corte se lo curaron con yodo. Todo normal, pero no. Poco después tuvo fiebre y se sintió muy cansado. Su hija le pidió que se estirara en la cama. Mejoró un poco, pero no estaba del todo bien. Al cabo de dos días decidió levantarse. Se mareó y decidió volverse a estirar. El 4 de marzo de 1923 su hija decidió trasladarlo a El Cairo. Estaba tan débil por la fiebre y agotado que no pudo viajar. Su hija, Lady Evelyn llamó a su madre y al medico de la familia, doctor Johnson. También a su hermano Porchney, que estaba en la India. Lady Almina y el doctor llegaron de Inglaterra en avión. También se desplazó su hijo Porchney. Lady Evelyn le puso un cable a Howard Carter que inmediatamente viajó a Asuán.
Cuando consiguieron llevar a El Cairo a Lord Carnarvon le diagnosticaron septicemia y neumonía. Su temperatura era superior a los 40º. A las 1:50 am del 5 de abril de 1923 fallecía, a los 57 años, en una habitación del Hotel Continental-Savoy de El Cairo. Aunque estuvo delirando durante varios días, antes de fallecer dijo «he escuchado su llamada y le sigo». Según testimonio de Porchney, en el momento de morir se apagaron las luces. Sin un motivo aparente cayó el flujo eléctrico. Ante aquella oscuridad tuvieron que encender velas. Aquel mismo día su perra Susie, que le faltaba una pata y lo había acompañado en diferentes viajes a Egipto, falleció en Highclere.
El cuerpo de Lord Carnarvon fue embalsamado y lo trasladaron a Inglaterra, para ser enterrado en Beacon Hill, cerca de Highclere. A pesar del fallecimiento, la historia de la tumba de Tutankamón no acabó aquí. Carter falleció en la calle Albert Court número 49, cerca del royal Albert Hall, de la enfermedad de Hodgkin, el 2 de marzo de 1939. Esta muerte y la de Lord Carnarvon son la base de la conocida como maldición de los faraones.
Los objetos hallados en la tumba
Antes de la maldición se pusiera en marcha –si es que existe– Carter tardó casi un año en clasificar y catalogar los 5.000 objetos encontrados no solo en la KV62 -tumba de Tutankamón, sino a lo largo de los años de excavaciones. Lady Almina nunca estuvo interesada en la afición de su marido ni en las antigüedades que encontró. Su parte se la ofreció al Museo Británico. Hubo un pequeño problema. El director del Museo no consiguió el dinero para el día que habían acordado con la viuda de Lord Carnarvon. Por eso decidió venderlo al Museo Metropolitano de Nueva York por 145.000 dólares.
Con anterioridad, en 1924, la familia del Lord había perdido una demanda, por la cual se declaró que el Estado egipcio era el dueño de todos los objetos encontrados por Carter y Carnarvon. En 1988, ocho años después de la muerte de Lady Evelyn, un ex mayordomo reveló que, durante un inventario de Highclere se encontró un tesoro escondido, durante 60 años, entre falsos muros y habitaciones cerradas, con 300 objetos del Antiguo Egipto.