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Nogi Maresuke

Nogi Maresuke

Picotazos de historia

Así fue cómo el general japonés Nogi quiso expiar sus culpas

El general fue una personalidad respetada y querida por los japoneses, pero el conde Nogi, a lo largo de su vida, creyó cometer dos imperdonables errores que lastraron su alma

El general conde Nogi Maresuke (1849–1912) fue un militar japonés que se distinguió por servir a su país durante los conflictos que tuvo Japón en la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX. A lo largo de su dilatada carrera se hizo merecedor de los más altos honores y distinciones: creado barón y elevado a conde, Gran Cordón de las ordenes del Sol Naciente, de la Cometa Dorada y del Sagrado Tesoro. Popularmente es conocido como Nogi Kiten o conde Nogi y es una personalidad respetada y querida por los japoneses. Pero el conde Nogi, a lo largo de su vida, creyó cometer dos imperdonables errores que lastraron su alma.

La llamada Rebelión Satsuma (1877) fue una revuelta de samurais descontentos con las leyes que, en relación con ellos, estaban aprobando el nuevo gobierno del emperador Meiji. El 22 de febrero la principal fuerza rebelde atacó el castillo de Kumamoto. Las tropas imperiales fueron sorprendidas y se encontraron superadas en número pero en ningún momento se rompió la disciplina.

Terminada la batalla, humildemente solicitó a sus superiores que se le concediera permiso para suicidarse, pues la perdida de la bandera le suponía una vergüenza

Soldados del Ejército Imperial Japonés en el castillo Kumamoto, que resistió el asedio de Saigō Takamori, 1877.

Los combates, primero en los alrededores después en la ciudad, fueron brutales y el comandante Nogi, oficial al mando en funciones del 14º regimiento, tuvo que retirarse al castillo y no pudo evitar que la bandera del regimiento, regalo del propio Emperador, cayera en manos del enemigo. El sitio del castillo de Kumamoto duró hasta el 12 de abril y terminó con una contundente derrota de los rebeldes. Durante ese tiempo Nogi hizo alarde de una iniciativa y un valor suicida. Terminada la batalla, humildemente solicitó a sus superiores que se le concediera permiso para suicidarse, pues la perdida de la bandera le suponía una vergüenza. Tajantemente se le negó el permiso que solicitaba. Nogi siempre consideró este hecho como una vergüenza inasumible.

Terminada la batalla, humildemente solicitó a sus superiores que se le concediera permiso para suicidarse, pues la perdida de la bandera le suponía una vergüenza

En 1904, tras estallar la guerra ruso- japonesa, fue sacado de su honroso retiro y elevado al máximo grado del generalato, le entregaron el mando de un ejército –que llegó a contar con más de 150 mil soldados– y se le asignó la conquista de la península de Liaodong y la toma de la base naval de Port Arthur. El sitio de esta importante base rusa duró del 1 de agosto de 1904 hasta el 2 de febrero de 1905. El ejército de Nogi capturó a 878 oficiales y 23.491 soldados rusos, a los que había que sumar 8.956 marinos de la flota que fue hundida para evitar su captura. Se capturaron 546 cañones.

Nogi está sentado en el centro junto al general ruso Anatoly Stessel tras la rendición de las fuerzas rusas en Port Arthur el 2 de enero de 1905.

Nogi está sentado en el centro junto al general ruso Anatoly Stessel tras la rendición de las fuerzas rusas en Port Arthur

Durante el asedio el Consejo Imperial decidió sustituir a Nogi, ya que no estaban nada contentos por el alargamiento del sitio y el alto número de bajas. El Emperador Meiji, en un acto sin precedente alguno, intervino en la decisión y prohibió que se le quitara el mando a Nogi y que se volviera a hablar de nada parecido. Y es que el ejército de Nogi se había encontrado con un hueso más duro de lo que pensaban y las cifras de bajas fueron alarmantemente altas: 56.000 bajas entre muertos y heridos más 23.000 enfermos.

Se hizo personalmente responsable de todos los errores cometidos durante la campaña y, con toda humildad, solicitó que se le autorizase a cometer suicidio

Cuando presentó su informe ante el Emperador, Nogi lloró profusamente lamentando la lista de bajas. Se hizo personalmente responsable de todos los errores cometidos durante la campaña y, con toda humildad, solicitó que se le autorizase a cometer suicidio. El Emperador Meiji le prohibió que hiciera tal cosa e, imprudentemente añadió «al menos mientras yo viva».

Los hijos de Nogi habían muerto en combate, nadie le heredaría por lo que gastó cuanto tenía en levantar santuarios en memoria de los soldados muertos y en financiar asociaciones de veteranos y mutilados.

El 13 de septiembre de 1912, poco después de que el cortejo fúnebre del Emperador Meiji abandonara el palacio imperial, Nogi Maresuke y su esposa Shizuko cometieron seppuku. El la nota de suicidio que dejó explicaba que deseaba expiar sus culpas. También quería seguir sirviendo a su señor por lo que invocaba un antiguo concepto: el Junshi, el suicidio de fidelidad al señor acompañándole al más allá. Hoy la memoria del general Nogi es reverenciada y en el barrio de Akesaka, junto a su casa, se levanta un santuario en tributo a la lealtad del anciano general y de su esposa.

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