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La coronación de Carlomagno

La coronación de Carlomagno

Picotazos de historia

La Navidad en que coronaron a Carlomagno: un hito en la historia europea

El 25 de diciembre el Papa depositó sobre las sienes de Carlomagno una corona imperial y le hizo entrega de un cetro, símbolo de poder

El Papa León III (750 – 816) fue elegido el 26 de diciembre del año 795 y consagrado al día siguiente. Desde el primer momento la relación entre el nuevo Pontífice y el Rey de los Francos, Carlos –con el tiempo Carlomagno– fue más que buena. El nuevo Papa inmediatamente le envió las llaves de san Pedro y la enseña de Roma, indicando así que le proclamaba protector de la Santa Sede. Carlomagno respondió con efusivas cartas de felicitación y –mucho más práctico para León III– una buena parte del tesoro que acababa de capturar a los Ávaros. Poco después, al derrotar y absorber el reino de los Lombardos, acrecentó el territorio del Papa con nuevas donaciones.

León III tenía a sus principales enemigos en su propia casa. Los familiares del anterior Papa –Adriano I– no se resignaban a la perdida de poder y se aliaron con familias de la nobleza romana que consideraban a León un arribista. El 25 de abril del año 799, durante la procesión de Rogativas –adoptadas por el Papa León III en el rito romano– el Papa sufrió un atentado. En plena calle, los familiares del difunto Papa junto a otros secuaces, le asaltaron e intentaron arrancarle los ojos y la lengua para incapacitarle para ejercer su cargo. Salvado por los pelos, gracias a un grupo de fieles, consiguió huir de la ciudad y llegar a la ciudad de Spoleto, desde allí continuó viajando hasta encontrarse con Carlomagno en Paderborn.

Al tiempo que llegaba el atribulado León III, se presentó ante el Rey de los Francos una comisión enviada por la nobleza romana que presentó un acta que acusaba a León de: adúltero (?), perjuro, simoniaco, corrupto y varios cargos más. La pregunta que se planteaba en la mente de Carlomagno era ¿Quién podía juzgar al Papa de Roma? La respuesta lógica sería el Emperador (de Bizancio) pero en ese momento el trono estaba ocupado por una mujer –algo inaceptable para los herederos de los Salios donde la jefatura era siempre al varón– que, encima, había destronado al legitimo heredero –que era su propio hijo– y le había cegado y, posteriormente, hecho asesinar. Así se las gastaba la Emperatriz Irene.

Carlomagno dio escolta al Papa León III a la ciudad de Roma. Una vez allí –llegaron el 24 de noviembre– se convocó un sínodo para decidir sobre las acusaciones vertidas. El 23 de diciembre, frente al altar mayor de la basílica Laterana, León III juró ante los Evangelios que era inocente de todos los cargos y acusaciones que se habían hecho contra él. Su nombre quedó limpio y su posición reestablecida.

El Papa estaba muy agradecido a Carlomagno y dos días después, cuando el Rey franco se incorporaba tras finalizar la misa, el Papa depositó sobre sus sienes una corona imperial y le hizo entrega de un cetro, símbolo de poder. Con esta acción, de un plumazo, no solo confería un gran honor sobre Carlomagno, además se abrogaba el derecho a nombrar e investir con la corona y el cetro al nuevo emperador. Hasta ese momento el Papa de Roma era uno de los cinco patriarcas de la Iglesia, jerarquicamente inferor al Emperador bizantino, quien era «isopostolos» (igual a los apóstoles). Ahora, de manera implícita, se posicionaba por encima del Emperador. Así nació el Sacro Romano Imperio.

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