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Cuatro inventores que se arrepintieron de su obra

Cuando el ingenio se convierte en maldición: cuatro inventores que se arrepintieron de su obra

Arthur Galston tras ver cómo su obra se pervertía dijo que «la ciencia está destinada a mejorar la suerte de la humanidad, no a disminuirla»

«Un gran poder conlleva una gran responsabilidad». Puede que esta cita resonara en la cabeza de muchos de los que presenciaron la primera prueba nuclear de la historia. Unos pocos, como fue el caso de J. Robert Oppenheimer, principal responsable del desarrollo de la primera arma masiva, se arrepintieron al ver cómo su invención sería utilizada para matar a más de 200.000 personas con la explosión de dos bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki.

Y es que a lo largo de la historia no todos los inventos creados por personas con gran ingenio han sido utilizados de la forma que sus autores habían previsto y soñado. Desde El Debate recopilamos las historias de cuatro inventores que tuvieron la desgracia de ver cómo sus creaciones se usaban como instrumentos del mal:

Alfred Nobel

En 1896, dos jóvenes ingenieros suecos se llevaron una sorpresa al leer el testamento de Alfred Bernhard Nobel, quien había dejado a su cargo la encomiable tarea de crear una entidad para celebrar el avance de la humanidad con la mayor parte de su fortuna. Pero, a pesar de que hoy su apellido es casi sinónimo de prestigio y concordia, en vida estuvo asociado a algo muy distinto: el poder destructivo de la dinamita.

Su padre era también inventor, por lo que el deseo de crear nuevas cosas lo llevaba en la sangre. Durante su estancia en París conoció a Ascanio Sobrero, un químico italiano que había desarrollado la nitroglicerina. A raíz de este encuentro pensó que había que idear algún modo de estabilizar esta sustancia para que tuviera un uso práctico. Algo que conseguiría mezclándola con la arcilla kieselguhr.

Mujeres mezclando dinamita en la fábrica de Nobel en Ardeer, 1897

A este invento lo llamó dinamita y obtuvo una patente en 1867. Aunque su objetivo inicial era utilizarla como herramienta en la industria minera, acabó utilizándose como arma de guerra. En un principio, Nobel consideró su creación como un hallazgo humanitario pues logró absorber la nitroglicerina en un material sólido poroso de manera que se reducía el riesgo de accidentes en su uso, pero los estragos bélicos que causaron este y otros de sus inventos armamentísticos lo llevarían a arrepentirse en su vejez.

Arthur Galston

Tampoco el fisiólogo y biólogo vegetal estadounidense, Arthur Galston, se esperaba que su obra podría ser utilizado como arma. Descubrió un químico capaz de estimular la floración de la soja y hacerla crecer más rápidamente, lo que ahora se conoce como ácido triyodobenzoico o TIBA. Su hallazgo revolucionó el mundo ya que si se utilizaba de la manera correcta podía alimentar de forma más eficiente a gran parte de la humanidad.

Sin embargo, advirtió que si el químico se aplicaba en exceso, el compuesto se convertía en un poderoso herbicida. Años más tarde, quiso el destino que otras mentes se diesen cuenta de la potencial arma que escondía este químico y en el contexto de la Guerra de Vietnam (1955 a 1975) otros científicos lo utilizasen para crear el «agente naranja», cuyo objetivo fue eliminar selvas y cosechas que podían ser aprovechadas por la guerrilla del Vietcong.

Un helicóptero Bell UH-1 Iroquois del Ejército de Estados Unidos rociando Agente Naranja sobre campos de cultivo en Vietnam

De esta manera las tropas estadounidenses liberaron alrededor de 20 millones de galones del herbicida para destruir los cultivos y exponer las posiciones y rutas de movimiento de sus enemigos. Galston al ver cómo se pervertía su obra alertó de que había un componente peligroso en el agente naranja que podría permanecer en el medio ambiente por décadas y que, entre otras cosas, puede causar cáncer, malformaciones en el desarrollo fetal, problemas de infertilidad y atacar los sistemas nervioso e inmune.

Tiempo después, el biólogo vegetal aseguró que el agente naranja fue «un mal uso de la ciencia», una disciplinas que «está destinada a mejorar la suerte de la humanidad, no a disminuirla», añadió.

Mijaíl Kalashnikov

«Mi dolor espiritual es insoportable. Sigo haciéndome la misma pregunta insoluble. Si mi rifle privó a la gente de la vida, ¿puede ser que yo... un cristiano y un creyente ortodoxo, tuve la culpa de sus muertes?», se preguntó Mijaíl Kalashnikov, el creador de una de las armas más reconocidas del planeta: el fusil semiautomático AK-47.

Este fusil sencillo, resistente y confiable se convirtió en el arma de base de los ejércitos soviético y ruso. También sería símbolo de revolución alrededor del mundo al estar presente en las guerras iniciadas en Angola, Vietnam, Argelia y Afganistán. De la misma manera, esta arma fue compañera de los ejércitos rebeldes en América Latina.

Kalashnikov (dcha.) y Eugene Stoner (izq.) sostienen los rifles que diseñaron, tomada en mayo de 1990

Su diseño sencillo hizo que su fabricación fuese más barata y su mantenimiento en el campo de batalla más sencillo llegando a ser el fusil de asalto más utilizado en el mundo e incluso, según los cálculos, acumula más muertes que las bombas atómicas.

A pesar de que a lo largo de su vida no expresó mucho arrepentimiento por su invención, cuando la muerte le acechaba confesó sentir un «dolor espiritual insoportable». Además de sentirse responsable de los millones de muertes causadas por su invención, en una carta al jefe de la iglesia ortodoxa rusa a la que asistía escribió: «Cuanto más vivo, más me pregunto por qué el Señor permitió al hombre los deseos diabólicos de la envidia, la codicia y la agresión».

Philo T. Farnsworth

Aunque su creación no ha sido mortífera como las anteriores, el inventor estadounidense Philo Farnsworth también se arrepintió de su obra al ver cómo era utilizado para fines muy diferentes. Creó la primera televisión totalmente electrónica con la idea de que permitiese a las personar aprender unas de otras, siendo la televisión (TV) un medio de educación: su idea era que con este aparato los niños que no pudiesen asistir a la escuela recibiesen clases a través de la televisión. No obstante, la televisión se distanció de esta misión educativa y terminó siendo una herramienta de publicidad, ocio y manipulación.