Cuando Dante se enfrentó al Papa en favor del Sacro Imperio
A pesar de lo poético de la Divina Comedia, para Dante la concepción del infierno, el purgatorio y el cielo eran totalmente reales y estaban presentes en la vida cotidiana de Florencia
Dante se ha convertido en la figura pop del Renacimiento, pero, en verdad, era un hombre medieval que recopiló con su poesía y prosa la sociedad y las mentalidades medievales. El contexto era el siglo XIII y XIV, un periodo en plena Edad Media de grandes cambios a nivel cultural y político. En Italia, las ciudades estado como la República de Florencia tuvieron un gran desarrollo comercial y artístico; los burgueses: médicos, banqueros, notarios, comerciantes o jueces se unieron en gremios mientras las principales familias rivales, como los Médicis o los Pazzi, se disputaban el poder.
Poco tiempo después, los problemas dinásticos del Sacro Imperio Germánico provocaron que la nobleza de las comunas italianas se dividiera en dos facciones: los güelfos, partidarios del poder del papado, contra los gibelinos que defendían el poder universal del emperador. Tras la victoria gibelina, los güelfos se dividieron en dos facciones: los blancos, partidarios del Imperio; y los negros leales al Papa. La guerra continuó en el interior de las comunas italianas. En medio de este panorama nació y vivió Dante Alighieri. La fecha exacta de su nacimiento es desconocida, aunque se cree que fue en torno al 1265, en Florencia.
En cuanto a su familia, se sabe que sus padres formaban parte de la burguesía güelfa florentina. Pero parece que Dante quiso que se recordase a sus antepasados por hechos más heroicos, y dejó escrito en uno de los cantos de su Divina Comedia que tenía un familiar caballero llamado Cacciaguida. El poeta toscano aprovechó su juventud para vivir el amor cortés con su amada Beatrice Portinari, según dice el poeta en su autobiografía Vida Nueva. Aunque se casó por conveniencia con Gemma Di Manetto Donati.
También luchó como soldado a favor de los güelfos en Poggio di Santa Cecilia, en 1285, y en la batalla de Campaldino de 1289, en la que vencieron a los gibelinos de Pisa y Arezzo. Tras la escisión güelfa, Dante se unió a los güelfos blancos. Estos años son los del primer Dante político, que dedica su tiempo a la poesía, el amor cortés y los estudios junto a otros jóvenes en la universidad de Bolonia. Como curiosidad, ya entonces a los alumnos graduados se les colocaba la laureada –la corona de laurel que también llevaron los césares–, y la imagen de Dante que conocemos también la lleva, aunque nunca se graduó.
En 1292 varios documentos permiten afirmar que estaba inscrito en el gremio de médicos y botánicos. A comienzos del nuevo siglo viajó en misión diplomática a San Gimignano, y durante dos meses fue elegido para ocupar uno de los seis puestos de prior o magistrado de Florencia. Fue un mandato corto pero nada sencillo, los roces entre ambas facciones aumentaron. Para apaciguar la situación se expulsó de la ciudad a los líderes de ambos grupos, pero no sirvió de nada. En 1301 los jefes de los güelfos negros regresaron a Florencia apoyados por el para Bonifacio VII y se hicieron con el poder. Dante fue expulsado de Florencia.
Durante su exilio viajó por Verona y otras ciudades del norte, también vivió en París durante dos años. En esos años comenzó a redactar la Divina Comedia, seguramente, y se acercó a los ideales políticos gibelinos. Defendió un discurso en favor de un Sacro Imperio de carácter universal, porque consideraba que el emperador era heredero de los césares de Roma. Pero nunca defendió el laicismo, él era un ferviente católico enemigo de papado, porque creía que la iglesia del papa debía ser mucho más austera y recta.
Por eso en su Divina Comedia se ve cómo la avaricia, la simonía y la corrupción eran los pecados que más detestaba. En 1310, el futuro emperador del Sacro Imperio Enrique VII entró en Italia con la intención de pacificar el conflicto entre güelfos y gibelinos, y unificar el territorio bajo su autonomía. Dante apoyó las intenciones del monarca y escribió cartas a varios príncipes italianos para que lo ayudaran. El rey murió en 1313 sin poder cumplir su objetivo. Dante continuó viviendo en el exilio a pesar de que la ciudad de Florencia le ofreció la posibilidad de regresar, pero las condiciones que le ofrecían no gustaron al poeta. Pasó sus últimos años en Rávena, donde murió el 14 de septiembre de 1321.