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Yuri Andrópov, junto a Erich Honecker y Leonid Brézhnev, en 1967Bundesarchiv

Picotazos de historia

El día en que la humanidad estuvo en peligro: el incidente del equinoccio de otoño

En septiembre de 1983, la Tierra estuvo a un paso de sufrir un apocalipsis nuclear debido a un increíble error de los sistemas de defensa soviéticos

A finales de los años setenta del siglo pasado el líder soviético Leónidas Brezhnev impulsó un programa de renovación de los misiles de los países del Pacto de Varsovia. La instalación de estos nuevos misiles en Checoslovaquia y en la República Democrática Alemana puso a toda Europa dentro del radio de acción de estas armas (alcanzan unos 5.500 kilómetros). La OTAN respondió con el llamado acuerdo de Doble Decisión. Por un lado, se llevaría a cabo una ofensiva diplomática, si esta fracasaba se instalaría en suelo de la OTAN una red de misiles balísticos Pershing II y BGM – 109G Gryphon. Con estas nuevas armas Moscú se encontraría amenazada, pues estaba dentro del radio de acción de los misiles. Esto puso de los nervios al gobierno de la Unión Soviética.

La tensión fue aumentando al tiempo que cambiaron los protagonistas: Jimmy Carter dio paso a Ronald Reagan y en 1982 falleció Brezhnev y en su lugar nombraron a Yuri Andropov. El 1 de septiembre de 1983 fallaron los nervios y los soviéticos derribaron un avión de pasajeros de las líneas aéreas coreanas que se había desviado de su curso. Fallecieron todas las personas a bordo. En total, 269 muertos.

Con este estado de tensión nos situamos en las primeras horas de la madrugada del día 26 de septiembre de 1983. Vayamos a la base militar Serpukov – 15, cerca de Kurilovo, en el Oblast de Kaluga. Esta base es la ubicación del centro de control occidental de los satélites defensivos OKO, encargados de la alerta temprana de lanzamiento de misiles balísticos. Poco después de la medianoche, las computadoras del búnker del centro de control informaban de que se había detectado un misil, procedente de Estados Unidos, aproximándose a la URSS.

Se comunicó con toda rapidez la información al comandante del servicio de alerta temprana, al teniente coronel Stanislav Petrov. Las órdenes de Petrov eran las de trasladar, con la máxima brevedad posible, la información a sus superiores. El protocolo marcado para un caso de ataque nuclear era el de responder con todo el armamento disponible. A esto se le llamaba «Destrucción Mutua Asegurada» (las siglas en inglés MAD, que significa loco).

Petrov recibió los informes de las computadoras. Las directrices eran claras, pero había algo que le hacía desconfiar. «Si alguien pensara en hacer un ataque, este sería masivo. No enviarían unos pocos. Enviarían todos», declararía después durante la investigación de los hechos. Mientras meditaba qué hacer, las computadoras informaron de la detección de cuatro misiles más. Tras unos minutos de intensa concentración, el teniente coronel Petrov descartó que las señales indicasen misiles y no cumplió el protocolo.

Más tarde, durante la investigación de los hechos, Petrov afirmó que el sistema informático era nuevo y no había sido puesto a prueba, eso y lo ilógico de un ataque con uno pocos misiles le hizo descartar el continuar con el protocolo. La investigación descubrió que el sistema identificaba como misiles lo que era la refracción de la luz durante el equinoccio de otoño, sobre las nubes de gran altitud, en la trayectoria de los satélites soviéticos.

La conclusión fue que se había producido un error que había originado una lectura errónea. La acertada interpretación de los hechos por el teniente coronel Petrov, literalmente, había salvado a la humanidad de su propia destrucción. El soldado fue elogiado por sus superiores y fulminantemente cesado de sus funciones. No había cumplido con las órdenes.