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Una mujer, sobre el muro de Berlín, saluda sus familiares en Berlín-Este, 1961

¿Hacia la II Guerra Fría? 34 años de la caída del Muro

En las tres décadas que han pasado desde la caída del Muro de Berlín hemos cometido la torpeza de permitir que caigan en el olvido los horrores del comunismo

La caída del Muro de Berlín en 1989 puso fin a la Guerra Fría e instauró un nuevo orden mundial basado en los pilares que hicieron grande a Occidente. Ese nuevo paradigma redujo del 90 % al 10 % la incidencia de la pobreza en el mundo y duplicó el número de personas que viven bajo sistemas políticos de corte democrático. Por lo tanto, la caída del Muro de Berlín no repercutió solamente en la reunificación alemana o en la democratización de los países de Europa del Este, sino que tuvo un impacto global, contribuyendo a expandir la democracia y el capitalismo y redundando en un periodo de prosperidad y estabilidad sin precedentes.

Sin embargo, basta con echar un vistazo al tablero geopolítico internacional para comprobar el lamentable deterioro que está viviendo ese prometedor paradigma. En Occidente, las instituciones democráticas se han visto severamente erosionadas por el auge del populismo político y los fundamentales económicos han quedado comprometidos por la imprudente gestión financiera de gobernantes que resuelven todos los problemas a golpe de endeudamiento. Y, si atendemos a lo que sucede más allá de nuestras fronteras, podemos comprobar que regímenes autoritarios como los de China, Rusia, Irán o Venezuela están haciendo todo lo posible para sembrar el caos.

La creciente ofensiva de Pekín en torno a la soberanía de Taiwán, el dolor provocado por Moscú con la invasión de Ucrania, la mano negra de Teherán percibida en ofensivas desestabilizadoras como la que sufre Israel, la caída en desgracia de las democracias latinoamericanas que han caído en la trampa bolivariana… En opinión de Ray Dalio, uno de los inversores más prestigiosos del mundo, todos estos desarrollos se enmarcan en una tendencia más general y, a lo largo de los dos últimos años, han contribuido a elevar del 35 % al 50 % la probabilidad de que terminemos experimentando el estallido de un gran conflicto armado. Por su parte, el célebre historiador escocés Niall Ferguson ha advertido que el temido desenlace de una III Guerra Mundial es una posibilidad real pero, por encima de todo, ha recalcado que ahora mismo no hay nada más importante que asumir y entender que hemos entrado en una suerte de II Guerra Fría.

En los 34 años que han pasado desde la caída del Muro de Berlín hemos cometido la torpeza de permitir que caigan en el olvido los horrores del comunismo. Solamente así se explica que sus corrientes posmodernas ostenten cargos de gobierno en España y distintos países de América. También hemos dejado que el capitalismo opere de forma cada vez más intervenida y atenazada, despojándolo de la libertad necesaria para su operativa. Y, no menos importante, hemos dejado que los pilares de nuestro tejido social y cultural se vean cuestionados en nombre de doctrinas radicales que pretenden transformar nuestras sociedades por la puerta de atrás.

Reflexionar sobre estos desafíos resulta especialmente procedente en una España cada vez más desdibujada. Nuestra economía lleva quince años de declive relativo cuando se compara con el resto de Europa. Nuestro sistema político está sujeto a una profunda inestabilidad por el papel destructivo del separatismo más radical. Nuestra sociedad está atenazada por el buenísimo, la corrección política y la intolerancia. Y, ante un panorama tan sombrío, solamente la sociedad civil puede ofrecer respuestas alternativas.

Nuestra sociedad está atenazada por el buenísimo, la corrección política y la intolerancia

Es por eso que el próximo 23 de noviembre, a las 19 horas, el Centro Diego de Covarrubias ha convocado una edición especial del Día de la Libertad, un evento con el que se conmemora la caída del Muro de Berlín y se reflexiona sobre el presente y el futuro de la libertad en España y el resto del mundo.

En esta ocasión, el acto contará con cuatro invitados de lujo: Javier Fernández-Lasquetty, Juan Carlos Girauta, María San Gil y Rubén Manso. A lo largo del acto, que tendré ocasión de moderar y se celebrará en la sede de la Universidad San Pablo CEU ubicada en el número 35 de la madrileña Calle Tutor, podremos conversar sobre los desafíos económicos, políticos y socioculturales que enfrenta España, con el objetivo de realizar un diagnóstico certero y claro de las circunstancias que reducen nuestra relevancia internacional y nos condenan a una lamentable decadencia que coincide, además, con un momento clave para Occidente.

España llegó a la I Guerra Fría arrastrando las consecuencias de una desastrosa II República, una demoledora Guerra Civil y un durísimo periodo de posguerra coincidente con el declive de Europa durante la II Guerra Mundial. Ahora que parecemos entrar en una II Guerra Fría, nuestro país puede sentirse orgulloso de haber logrado consolidar una democracia sólida y una economía avanzada. Sin embargo, el rumbo que veníamos siguiendo como país parece haberse quebrado.

España es hoy una potencia empequeñecida, una democracia inestable y una economía en continuo declive –y no podemos permitir que eso siga siendo así. Es hora de beber en las fuentes de nuestra identidad y nuestra riqueza como nación, porque solamente de esa forma sabremos plantear cuál es el futuro que España puede darse a sí misma si articula un gran proyecto nacional basado en liberar su economía del intervencionismo socialista, apuntalar su sistema político ante la amenaza separatista y defender un modelo de sociedad basado en la herencia del humanismo cristiano y volcado en la persona– y ajeno a la decadente influencia del progresismo woke. De eso, y mucho más, hablaremos el 23 de noviembre en el Día de la Libertad del Centro Diego de Covarrubias, un acto de asistencia libre y gratuita hasta completar aforo que ya admite inscripciones en este enlace.