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25 de septiembre de 2024

Alfred Nobel, retrato de Emil Österman, 1915

Alfred Nobel, retrato de Emil Österman, 1915En la Fundación Nobel, Estocolmo

Alfred Nobel, la historia del hombre que da nombre a los premios

Uno de los museos más curiosos e interactivos en Estocolmo es el dedicado a Alfred Nobel y su legado

En la Sala de Conciertos de Estocolmo, cada 10 de diciembre se entrega a «quienes hayan hecho una aportación significativa a la humanidad» el premio Nobel. La fecha no es casual, ese fue el día en el que falleció el creador de estos reconocimientos en 1896. Su identidad no solo aparece en el nombre del galardón, en la medalla de oro que se entrega a los premiados figura el perfil de Alfred Nobel, el empresario sueco que inventó la dinamita.

Alfred Nobel nació el 21 de octubre de 1833 en Estocolmo, Suecia, en una familia acomodada. Fue el tercero de cuatro hermanos y desde pequeño vivió ligado al ambiente industrial porque su familia tenía negocios relacionados con la industria y la ingeniería. Desde temprana edad, Nobel mostró un interés innato por la ciencia y vivió durante una larga temporada en San Petersburgo, donde su padre, que era ingeniero, había instalado una fábrica de armamento que quebró en 1859.

Con solo 24 años presentó su primera patente y dedicó el resto de su vida a creación de nuevos elementos químicos

Desde su estancia en Rusia demostró una gran inteligencia y facilidad para las lenguas, dominó el ruso, inglés, francés y alemán, además del sueco como lengua materna. Esa capacidad también la trabajó a nivel literario y escribió poesía en inglés, incluso llegó a publicar una de sus obras, titulada Némesis, aunque los ejemplares fueron destruidos por considerarse blasfemos y escandalosos. Tan solo sobrevivieron dos copias, una en sueco y otra en francés.

Durante su estancia en Rusia realizó varios viajes a París, Estados Unidos e Italia. Con solo 24 años presentó su primera patente y dedicó el resto de su vida a creación de nuevos elementos químicos. Adicto al trabajo, nunca se casó y vivió una vida tranquila y solitaria.

350 patentes y un legado de «paz»

La invención que le otorgó fama y reconocimiento mundial fue la dinamita, que consiguió patentar en 1867 tras muchos intentos fallidos. Su interés por crear estos explosivos empezó en las primeras fábricas de nitroglicerina líquida que gestionó durante algunos años en Suecia. Además, trabajó en otros elementos, perfeccionó la destilación del petróleo y explotó varios yacimientos en Bakú, lo que le proporcionó un gran capital.

Cuando consiguió desarrollar la dinamita, palabra proveniente del griego dynamis que se traduce como «poder», consiguió patentarla en Reino Unido y Estados Unidos. La dinamita fue un explosivo compuesto por nitroglicerina absorbida en un material inerte, que revolucionó la industria minera, la construcción y la ingeniería civil.

La forma en la que se realizaban las grandes obras de ingeniería cambió desde entonces. Sin embargo, en 1875 consiguió inventar una de las primeras pólvoras sin humo, la balistita que era mucho más estable y potente. Aunque la dinamita fue su mayor invento, a lo largo de su vida realizó 350 patentes, fabricó papel y mejoró el sistema de baterías eléctricas.

A pesar de sus aplicaciones en la industria, Nobel era consciente del potencial destructivo de su invención, lo que más tarde lo llevó a reflexionar profundamente sobre su legado. El 27 de noviembre de 1895 aprobó la creación de un fondo sacado de su fortuna (valorada en uno 33 millones de coronas suecas) para premiar a los mejores exponentes de la química, física, medicina, fisiología y la paz. En su testamento, dejó instrucciones más precisas para la creación de los premios que llevan su nombre. Desde 1901 se celebran el mismo día de su fallecimiento.

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