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Trinidad (Cuba)

Tras la huella hispana (I)

¿Qué queda del legado español en el mundo? El caso de Jamaica, Cuba y Panamá

Desde la Apulia italiana hasta las Filipinas o desde la actual Columbia británica canadiense hasta tierra de fuego, la monarquía hispana, (incluyendo a sus dos breves repúblicas), llegó a abarcar amplísimos territorios del planeta

Desde el año 1492, en el que se produce la conquista de Granada y el descubrimiento de América hasta los acuerdos de Madrid de 1975 en los que se renuncia a la soberanía del Sahara Occidental, la monarquía hispana, (incluyendo a sus dos breves repúblicas), llegó a abarcar amplísimos territorios del planeta, especialmente hasta el siglo XIX. Desde la Apulia italiana hasta las Filipinas o desde la actual Columbia británica canadiense hasta tierra de fuego.

Fronteras que se fueron desplazando al cabo de los siglos en función de las diferentes circunstancias históricas y que concluirán con la aparición de numerosos nuevos Estados. Esta serie de artículos que iniciamos hoy siguiendo criterios geográficos, pretende contestar a algunas preguntas del tipo: ¿Qué queda del legado histórico español? ¿Cómo es la España actual percibida en estos países con los que compartimos corona en el pasado?

Con España, además de un idioma universal, llegan a América los grandes pilares de la civilización occidental, como la filosofía griega, la religión judeo-cristiana y el derecho romano. En el caso concreto del Caribe y Centroamérica, además, los españoles introdujeron cultivos que hoy en día son seña de identidad de gran parte de estos pueblos como el plátano o la caña de azúcar, sin la cual nunca se hubiesen podido producir los magníficos rones de esta región.

No obstante, la respuesta será diferente en función del país al que nos refiramos. Por otro lado, aún en múltiples artículos sería imposible abarcar todos esos pueblos con los que compartimos Estado y referirnos a la totalidad de un legado que, en ocasiones, sigue siendo abrumador, por lo que en cada zona geográfica haré una selección de los países más simbólicos y de algunas de las herencias hispanas más representativas.

En el presente artículo he escogido a tres países: Jamaica, Cuba y Panamá, con una evolución histórica muy diferente.

Jamaica

Descubierta por Colón en su segundo viaje, mantendrá la soberanía española hasta 1655, año en el que, tras un frustrado intento de tomar Santo Domingo, fue conquistada por la expedición del almirante Penn y el general Venables, en tiempos de Cromwell. Los ingleses convierten la isla en un gran mercado de esclavos, aumentando en el siglo XVIII su número hasta los 300.000, y en el XIX a medio millón, (razón por la cual, más del 90 % de la población actual son afro-caribeños) y en base para piratas y corsarios de toda índole.

Culturalmente, intentarán borrar cualquier vestigio del pasado hispano, lo que tras la evacuación de los españoles y la introducción masiva de esclavos no les resultó difícil. Del pasado español quedan los nombres de algunas ciudades como Ocho Ríos, Port Antonio, (la española Puerto Antón), bahía de la Manteca, (que con la pronunciación inglesa derivó en Montego Bay) o Spanish Town (la española Santiago de la Vega), capital administrativa tanto de la Jamaica española como de la inglesa hasta el siglo XIX. Las ruinas de Nueva Sevilla, la primera capital de la Jamaica española, y algunos materiales de la época se pueden contemplar en el Seville Heritage park.

La mayoría de la población es consciente de un remoto pasado español tamizado por una educación secundaria que paradójicamente califica a los conquistadores hispanos como genocidas

En el río Nuevo Battle site o Centro de batalla de Río Nuevo, en donde tuvo lugar una de las dos grandes batallas entre ingleses y españoles, se encuentran algunos cañones y armas usados por las tropas del Gobernador Isasí. También quedan algunas palabras españolas en el idioma criollo o patois jamaicano. La mayoría de la población es consciente de un remoto pasado español tamizado por una educación secundaria que paradójicamente califica a los conquistadores hispanos como genocidas.

Sin embargo, pese a los tópicos negrolegendarios, el jamaicano actual tiende a tener una visión amable del español actual (debido, en parte, a las cadenas hoteleras españolas y la afluencia de turistas patrios que visitan Jamaica). Evolución similar han tenido otras pequeñas islas de habla inglesa, sobre las que España tuvo la soberanía, pero en las que apenas mantuvo presencia como las islas Caimán (originariamente Tortugas) o Bahamas, cuyo nombre deriva de «baja mar».

Cuba

El caso de Cuba es radicalmente distinto. Descubierta por Colón en su primer viaje, fue de los primeros territorios americanos en incorporarse a la corona y, junto a Puerto Rico, el último sobre el que se perdió la soberanía. Cuba, además, como la isla más grande de las Antillas, tuvo una importancia capital al principio del proceso de exploración. De allí salieron las expediciones de Grijalba y de Hernán Cortés que supondrían la conquista del imperio mexica y el nacimiento del virreinato de La Nueva España al que sería, posteriormente, incorporada la isla.

La primera red ferroviaria de España fue construida en Cuba en 1837 entre La Habana y Güines e igualmente La Habana fue de las primeras ciudades españolas en disponer de alumbrado eléctrico, lo que da una clara idea de la importancia que tenía la entonces provincia de ultramar. A diferencia de Jamaica, en Cuba y a pesar de ciertos discursos «anti-imperialistas», habría que preguntarse, más bien, qué no queda de hispano. La Embajada española, además, siempre fue de las más importantes y el «caso Lojendio», el embajador que reprendió a Castro accediendo al estudio de televisión en donde criticaba a Franco, sin que nadie se atreviese a detenerlo, lo demuestra.

El cubano actual se siente extraordinariamente cercano al español con quien, en muchos casos, comparte antepasados comunes no tan lejanos. Algo parecido se podría decir de Puerto Rico, actual Estado Asociado a EE.UU. y en donde existe un movimiento, aunque minoritario, que defiende la reunificación con España o de la República Dominicana, que incluso pidió en 1861 volver a formar parte de España, aunque la pésima gestión de los gobiernos de O´Donell y del Marqués de Miraflores en la isla provocó una nueva independencia cuatro años después.

Panamá

Descubierta por Colón en su tercer viaje, fue explorada inicialmente por Bastidas y en este territorio fundó Vasco Núñez de Balboa, en 1510, Santa María la Antigua del Darién, la primera ciudad construida por europeos en territorio continental. El propio Balboa descubrió para occidente el Océano Pacífico, al que bautizó como «mar del sur».

Desde Panamá iniciará Pizarro la conquista del Perú, mientras que, desde Carlos V, se empiezan a plantear proyectos para abrir un canal que concluiría Estados Unidos en un Panamá ya independiente. En cuanto a sus procesos de independencia, reproduzco unas líneas que escribí, junto a otros autores, en el libro De Santiago a Caracas, (cuadernos del laberinto, 2018):

«Al acabar el acto se me acercó un alto cargo de Exteriores y abrazándome eufórico me dijo.

–Hoy hemos alcanzado la tercera independencia. La primera fue de tu país, la segunda de Colombia y la tercera de Estados Unidos, (por el canal y su área circundante).

La verdad es que no ser el último Estado del que se independizaron me hacía la vida mucho más agradable porque de los males del país siempre eran mucho más culpables gringos y colombianos. En Panamá, la leyenda negra siempre fue más bien una leyenda mulata y paticorta y de hecho creo que es el único país cuya moneda está bautizada en honor a un héroe español».

Líneas que reflejan la simpatía y cariño del panameño actual hacia el español, más allá del legado arquitectónico (Panamá la vieja, San Felipe, Portobelo...), la reivindicación de héroes comunes como Balboa o el origen del traje típico por excelencia, «la pollera». Existen diferencias culturales por influencias autóctonas, afro-caribeñas o estadounidenses, (los denominados zonians), pero la que ha dejado una mayor impronta es la hispana, herencia de la que el panameño se siente orgulloso, como atestigua la enorme escultura de Núñez de Balboa de Benlliure y Blay, situada entre la avenida del mismo nombre y la cinta costera, en la vibrante y vanguardista ciudad de Panamá.