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Harrison Ford con el Santo Grial en la película 'Indiana Jones y el Último Cruzado', de Steven Spielberg

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Otto Rahn, el Indiana Jones que buscó el Santo Grial para los nazis

En 1940, el líder de la SS, Heinrich Himmler, viajó a Monserrat con un séquito porque creía que en su monasterio se custodiaba el Santo Grial

Alcohólico, de orígenes judíos, presuntamente homosexual y contrario a las armas y el ejercicio físico. Así era Otto Rahn, el medievalista y «héroe ocultista» que contrataron los nazis para buscar el Santo Grial. Su historia está ligada a la búsqueda de reliquias ancestrales, una obsesión por el esoterismo, y una muerte en circunstancias algo extrañas. Detrás de la vida del historiador está la respuesta a cómo el prototipo de «anti-superhombre ario» se puso al servicio del Tercer Reich alemán.

Desde Indiana Jones en la ficción, a los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, buscaron el Cáliz de la Alianza, pero su búsqueda no es una invención del nazismo. El Grial es una de las reliquias más apreciadas por la Cristiandad y, según la tradición, Jesús lo utilizó en la Última Cena con sus discípulos, y cuando Cristo fue crucificado José de Arimatea recogió en el cáliz la sangre de Cristo.

Otto Willhelm Rahn empezó a interesarse por las reliquias ya desde su infancia. Nació en Michelstadt en 1904 en el seno de una familia de clase media, y descubrió desde muy pequeño las leyendas y mitología medieval. Pero la lectura que marcaría el resto de su existencia sería Persifal, un poema épico de siglo XIII del caballero Wolfram Von Eschenbach, que fue la versión en alemán de Perceval o la leyenda del Grial, escrito por Chrétien de Troyes, poeta de la Champaña en la Francia del siglo XIII. A lo largo de los más de 9.000 versos introduce al lector en el mundo mítico del Rey Arturo y sus caballeros, que tienen como misión encontrar el Grial. Está historia recorrió Europa durante siglos, y en el siglo XIX Richard Wagner la adaptó a la ópera.

Otto Rahn estaba seguro de que los cátaros habían enterrado el Santo Grial antes de ser derrotados por la cruzada enviada por el Papa Inocencio III para exterminarlos

Otto Rahn estaba seguro de que los cátaros habían enterrado el Santo Grial antes de ser derrotados por la cruzada enviada por el Papa Inocencio III para exterminarlosOtto Rahn Memorial

Influenciado por todo ello, Otto quiso estudiar historia, pero al final tuvo que seguir los pasos de su padre y entró en la facultad de derecho de Giessen hasta que se graduó en 1926. Sin embargo, su destino estaba unido al Grial. Empezó su propia investigación que le llevó hasta Francia. Creía que los cátaros, un movimiento herético de la zona de Occitania, habían sido los últimos protectores del Grial.

Está teoría venía influenciada por esas leyendas medievales sobre los cátaros que desde el siglo XIX se mezclaron con las del Santo Grial a través de interpretación esotéricas de textos medievales y la adaptación de Richard Wagner de la historia. En 1929 se instaló en Francia. Para costearse si búsqueda del cáliz montó un hotel en 1932. Durante esos años se asoció con el Antonin Gadal, un místico e historiador francés experto en la historia de los cátaros.

En 1933 publicó su primer libro: Cruzada contra el Grial, trilogía del catarismo. Un texto que le hizo ganar popularidad, también entre los líderes del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán. En 1935, Heinrich Himmler creo dentro de la SS una sociedad secreta «de estudios para la historia antigua del espíritu». En principio tenía como objetivo fomentar las tradiciones alemanas, pero en la práctica buscaban emplear las ciencias ocultas (mágica, alquimia, espiritismo...) para dominar el mundo y potenciar la raza aria.

Entre las misiones más surrealistas de la Ahnenerbe estaban la búsqueda de reliquias religiosas del cristianismo como el Grial, la Lanza del Destino, la Sábana Santa, y de otras religiones como la egipcia o nórdica. Hitler creía que otorgaban poderes sobrenaturales.

Cuando Himmler descubrió el trabajo que estaba haciendo Otto Rahn, quiso contratarlo. Al líder nazi no le importó su pasado judío o los rumores de su posible homosexualidad. Otto aceptó la oferta, que incluía afiliarse al partido su ingresó en las SS como oficial, aunque no compartía los ideales del nazismo. Viajó hasta Montsegur (Francia), el último bastión cátaro que cayó tras las Cruzada impulsada por Inocencio III.

Sin embargo, no encontró el Grial en la fortaleza medieval, lo que fue visto por sus superiores como un fracaso inaceptable. Su relación contractual y su vida peligraban, no solo por la falta de resultados, también por su adicción al alcohol. En 1937, tras una de sus borracheras fue acusado de «conducta deshonrosa» hacia otro compañero. Lo degradaron y le prohibieron beber alcohol durante los siguientes dos años. Le obligado a casarse y pasó varios meses como guardia en Dachau, y en febrero de 1939 lo expulsaron de la SS.

Cuando parecía que la situación no podía empeorar, desde la cúpula nazi le ofrecieron que acabase con su vida como una muerte honrosa, al igual que hicieron con Rommel en su momento. Otto no quiso seguir el camino del zorro del desierto y desapareció.

Dos meses después, en marzo de 1939, su cuerpo congelado fue encontrado en la montaña Wilder Kaiser, en los Alpes austriacos. La versión oficial es que murió por un accidente, pero nunca se esclareció lo sucedido, y muchas teorías apuntan a un asesinato. Fuera como fuese, con él murieron los intentos de Hitler por conseguir el Cáliz de la Alianza.

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