Picotazos de historia
¿Qué fue de los últimos Estuardo?
Enrique Benedicto Estuardo fue el cuarto y último heredero que reclamó los tronos de Inglaterra, Escocia, Francia e Irlanda públicamente
Carlos Eduardo Luis Juan Silvestre María Casimiro Estuardo (1720 – 1788) fue hijo de Jacobo Francisco Eduardo, conocido por la historia como «el Viejo Pretendiente», y nieto del Rey Jacobo II de Inglaterra y VII de Escocia, último Rey del linaje de los Estuardo. El reinado de Jacobo II es conocido por los conflictos religiosos que acabarían con su reinado en exilio.
Una vida en el exilio
También es famoso por la cantidad de bastardos que dejó, entre ellos el primer duque de Berwick y de Liria y Jérica. Un contemporáneo afirmó que «el Rey hacía penitencia mientras estaba con sus amantes, pues de todas las mujeres elegía como amantes a las más feas».
Jacobo II, que se había casado en segundas nupcias con la católica María de Módena, fue depuesto y enviado al exilio de una patada el año de 1688. Su hija María, fruto de su primer matrimonio, era una orgullosa anglicana casada con el protestante Guillermo III de Orange, estatúder (lugarteniente) de los Países Bajos, fue aceptada con alegría por los habitantes de la isla y junto a su marido reinarían en Escocia e Inglaterra.
Los católicos fueron excluidos de la sucesión al trono por medio de la llamada Declaración de Derechos de 1689 y ratificado en la Ley de Conciliación de 1701. Luis XI acogió al expulsado Rey y a su familia. Le asignó un palacio y una generosa pensión y durante toda su vida le dio tratamiento de monarca reinante.
La Corona inglesa acusó a los hijos de Jacobo II de traición y confiscó en favor de la corona cualquier derecho –presente o futuro– que estos pudieran tener. En 1708, con ayuda francesa, se intentó un desembarco en Escocia para fomentar una revuelta. Fue un fracaso.
En 1713, como condición previa a la firma del Tratado de Utrecht ese mismo año y que pondría fin al conflicto a la sucesión de la Corona española, se exigió la expulsión de los Estuardo de Francia y su confinamiento en el ducado de Lorena. Otro fallido intento de invasión por parte de los jacobitas en 1715 supuso la expulsión de los Estuardo de Lorena y el tener que viajar a Roma en búsqueda de refugio y apoyo.
La necesidad de un heredero
El hijo mayor del Viejo Pretendiente, conocido como «Bonnie Prince Charles», viajó a Francia para tomar parte en una invasión planeada para provocar una revuelta que devolviera la Corona a los Estuardo. Esto sucedió en el año 1744 y daría lugar a la revuelta Jacobita de 1745 que terminó con la derrota decisiva de Culloden (16 de abril de 1746).
El «Joven Pretendiente o Bonnie Prince» se instaló en París pero le mandarían de vuelta a Roma por la firma de un tratado de paz al igual que a su padre. En este caso el de Aix la Chapelle que puso fin a la Guerra de Sucesión Austriaca y exigía la expulsión de Francia de los pretendientes.
En Roma, los Papas que tan generosamente habían acogido al Viejo Pretendiente no se consideraban con la obligación de hacer lo mismo con el Joven Pretendiente. Forzado por la falta de descendencia y la necesidad de conseguir una dote se casó con la princesa Luisa de Stolberg-Gedern.
El último Estuardo
Que el matrimonio no tuviera hijos debe achacarse a partes iguales al –cada vez mayor– alcoholismo de él y a la renuencia de ella a ser tocada por alguien tan desagradable y a quien despreciaba. El joven pretendiente falleció el 30 de enero de 1788. Dejó una hija bastarda, que legitimó por Real Carta, pero la pobre niña murió con tan solo dos años de edad. De esta manera los derechos a las coronas perdidas pasaron al último Estuardo vivo: Enrique, hermano pequeño de Carlos y conocido como «cardenal Duque de York».
En 1747 Enrique decidió abrazar la carrera eclesiástica. Con la aprobación papal fue tonsurado y, ese mismo año, fue creado cardenal diácono de Santa María en Campitelli. Enrique tuvo una brillante carrera eclesiástica. Fue deán del colegio cardenalicio, vicecanciller papal y cardenal obispo de Frascati. Falleció en 1807.
Fue el último miembro de la casa real de los Estuardo. Como curiosidad, también fue la última persona que, continuando con la antiquísima tradición por la cual la imposición de manos del Rey (en Inglaterra, Escocia y Francia principalmente. Aquí, en España, los reyes se conformaban con lavar los pies a doce pobres) curaba del mal de las escrófulas (inflamación de los ganglios linfáticos a consecuencia de una Linfadenitis Tuberculosa), ejerció tal acto sanatorio sobre los pobres de Roma. Los resultados no fueron como para tirar la gorra al aire.