La última pena de muerte del franquismo: ¿terroristas o simples atracadores?

El primer grupo terrorista en España fue el Movimiento Ibérico de Liberación (MIL) y Grupos Autónomos de Combate (GAP), afincados en el anarquismo ideológico y creados en suelo francés, no contaron con el apoyo de la central anarcosindicalista CNT, que se encontraba dividida entre «ortodoxos» y «posibilistas», lo que imposibilitó su vertebración en el interior.

El MIL-GAC surge como un ejemplo más afín al terrorismo revolucionario urbano surgido en Europa en la década de los sesenta, como Acción Directa (Francia); Fracción del Ejército Rojo (Alemania Federal) o las Brigadas Rojas (Italia), aunque estos de estricta observancia comunista.

El MIL-GAC empezó su actividad en febrero de 1971 en Barcelona. Se formó con un grupo de estudiantes de la alta burguesía barcelonesa, como Oriol, Ignasi y Jordi Solé y Sugranyes o Josep Lluís Pons Llovet que atrajeron algún amigo con problemas como Salvador Puig Antich, procedente como ellos de buenos colegios religiosos. Criados en un ambiente libre de catolicismo progresista se decantaron por un antifranquismo radical. Sus numerosos viajes al sur de Francia les puso en contacto con veteranos de la CNT que les hablaron de la importancia que tuvo el anarquismo en Barcelona.

También tomaron contacto con algunos radicales franceses como el terrorista Jean-Marc Rouillan, fundador de Acción Directa en 1979 y responsable como tal de doce asesinatos en Francia, quien se integró en el grupo terrorista, y participó en varios de sus acciones. A nivel doctrinario eran defensores de un comunismo libertario abierto a la acción violenta para provocar una fuerte represión que causase un levantamiento social a favor de la lucha de clases y la instauración de un régimen revolucionario como en 1936.

Atracos a entidades bancarias

Sin embargo, la acción del MIL-GAC se redujo a atracos a entidades bancarias catalanas. Nunca pasaron de ser una decena de niños ayunos de lecturas políticas y sobrados de la chulería que proporcionaba llevar un arma y sentir el poder cuando apuntaban a la cabeza de un cajero, como cuando el 2 de marzo de 1973 hirieron de gravedad al contable de la sucursal del Banco Hispanoamericano de Barcelona. El 15 de septiembre se empezaron a torcer las cosas cuando un par de los atracadores fueron detenidos por la Guardia Civil en el pueblo leridano de Bellver de Cerdaña. El operativo policial antiatracos irá cercándolos y entablando las relaciones de amistad de aquellos delincuentes, que no procedían de los barrios obreros y detentaban apellidos ilustres.

El 25 de septiembre de 1973 se procedió a una emboscada de los atracadores fugados, en la redada fue detenido Xavier Garriga, por dos agentes de la policía, mientras Salvador Puig Antich lo fue por otros dos agentes, quienes le desarmaron de un arma, pero no le revisaron la que llevaba en la espalda, vaciando el cargador en el subinspector de 23 años Francisco Anguas Barragán, quien murió desagrado. Jean-Marc Rouillan, quien aguardaba en un coche cerca, así lo atestiguó más tarde en Francia, como el propio asesino en la cárcel.

Por este crimen, su asesino, Salvador Puig Antich, fue juzgado por un Consejo de guerra, condenado a muerte y ejecutado a garrote vil el 2 de marzo de 1974. La ejecución tuvo una gran repercusión internacional al ser utilizada por la oposición antifranquista como instrumento propagandístico y conseguir fuertes apoyos para su indulto. No obstante, en diciembre de 1973 había sido asesinado el presidente del gobierno español, Luis Carrero Blanco, curiosamente quien se oponía a las penas de muerte. Su asesinato significó el fin de los tecnócratas en el poder y el advenimiento de los favorables al partido único que no podían dar imagen de debilidad indultando a un atracador de bancos, asesino de un policía.

Poco después el líder del MIL, Oriol Solé Sugranyes se fugó del penal de Segovia, junto a varios miembros de ETA, siendo abatido por la guardia civil en la frontera con Francia. El resto de los detenidos serán amnistiados en 1977 y alguno de ellos aporta su experiencia militante en la CUP.

Mientras Salvador Puig Antich ha sido recordado e incluso homenajeado, su víctima, el sevillano Francisco Jesús Anguas Barragán, hijo y nieto de guardias civiles, antiguo escolta del entonces príncipe de España, Juan Carlos de Borbón, que fue a un puesto de riesgo para poder comprar el piso con el que iba a pedir la mano de su novia, nunca pudo realizar sus sueños y ha sido olvidado.