La India, o cómo independizar la «joya del Imperio» británico de forma pacífica
Después de más tres siglos bajo la administración inglesa, en 1947 finalmente los indios consiguieron su ansiada independencia mediante una apuesta por la resistencia pacífica ideada por Mahatma Gandhi
La India fue uno de los territorios clave del Imperio colonial británico. Su prominencia en el sur asiático, salida directa al océano Índico y el lucrativo comercio de las especias lo convirtieron en la «joya de la Corona» inglesa. Después de más tres siglos bajo la administración inglesa, en 1947 finalmente los indios consiguieron su ansiada independencia mediante una apuesta por la resistencia pacífica ideada por Mahatma Gandhi.
A partir del siglo XVI los ojos de los británicos se enfocaron en un vasto territorio del Asia meridional con una salida directa al océano Índico, era la península de Indostán donde residía la nación india. Atraídos por la idea de liderar el comercio de las especias, los ingleses crearon la Compañía de las Indias Orientales. La Compañía además de construir factorías para potenciar la exportación de especias y bienes de lujo, constituyó su propio ejército con el que llegó a conquistar casi la totalidad de las tierras indias. Mediante guerras y alianzas con los gobernantes nativos, los británicos consiguieron extender su dominio desde la península hasta Afganistán y Birmania.
La administración inglesa se caracterizó por su postura paternalista. La India era el principal país exportador de bienes para la metrópoli, pero a ojos de los ingleses su población conformada en forma de mosaico por la multitud de etnias y religiones era incapaz de gobernarse sola ni de adaptarse a los nuevos tiempos.
Durante el dominio británico, se construyeron universidades, se extendió el ferrocarril y se permitió a la población nativa formar parte de su ejército. Pero la realidad fue otra, los colonizadores ostentaron los altos cargos y obtuvieron mejores salarios, mientras que los nativos pasaron a ser ciudadanos de segunda clase.
Fue cuestión de tiempo que los indios se rebelasen y en 1857 se produjo la primera sublevación contra los británicos, que obtuvo el nombre de la «revuelta de los cipayos». Aunque la sublevación fue fácilmente sofocada, no se pudo evitar el derrumbamiento de la Compañía de la Indias Orientales, y la Corona británica decidió encargase por sí misma de la administración de la colonia que tantos beneficios les traía. En 1876 se creó el llamado «Raj británico» –«raj» se traduce del indio como «gobierno»– bajo el mando de la Reina Victoria, que, fue coronada como «Emperatriz de la India».
La «revuelta de los cipayos» encendió la llama de la lucha por las libertades del pueblo indio. Con la llegada del Raj, se comenzaron a respetar los usos y costumbres hindúes, aunque continuaron los sistemas de segregación racial y de explotación por parte de las autoridades inglesas. Además, surgió el embrión de una conciencia de identidad india difusa acorde con la multiculturalidad del país.
Con el primer paso del nacionalismo dado, en 1885 varios dirigentes indios se unieron para la creación del Congreso Nacional indio, cuyo propósito fue dar voz a las reivindicaciones a favor de los derechos de los nativos y se empezó a gestar la idea de independencia. El mosaico cultural jugó en contra del Congreso, pues la mayoría hindú no supo atraer a las masas musulmanas, que se organizaron y crearon la liga musulmana en 1906. Aun así, sobresalió una figura que resultaría clave para la emancipación, Gandhi.
Mahatma Ghandi provenía de una familia de la casta bania de Portbandar –localidad del estado indio de Guyarat– y había estudiado derecho en Londres. A pesar de que en su juventud, presentó cierta admiración hacia la cultura europea, durante sus estudios en Londres y en un viaje a Sudáfrica se topó con la realidad del racismo.
En 1894 fundó el Partido Indio del Congreso, para ello se fundamentó en denunciar las violaciones de los derechos humanos de los indios y las muestras de discriminación británicas –incluidas las que vio en Sudáfrica– a la prensa y al gobierno. Ghandi representó a la élite intelectual india durante el proceso emancipador, y tras las acciones represivas de los británicos a los nacionalistas, adoptó una vía que no incluyó la violencia. El apelativo de Mahatma –«gran alma»– se lo otorgaron tras los sucesos acontecidos en Amristar.
El 13 de abril de 1919 se reunió una multitud hindú en el Jardín de Jallianwalla en la ciudad de Amristar para celebrar la fiesta del año nuevo –Vashiaki–. Al enterarse de la noticia el brigadier inglés Regynal Dyer fue al lugar acompañado de noventa soldados, cerró las puestas y comenzó a disparar a los congregados. Dyer justificó su actuación afirmando que había disparado sobre un «potencial ejército rebelde».
Como respuesta, Gandhi creó una nueva forma de responder ante la dominación británica nombrada «resistencia pacífica» que se sustentaba en la no participación en las elecciones, no pagar impuestos, renuncia a los títulos británicos y el boicot a los productos extranjeros. Su fórmula se extendió desde septiembre de 1920 hasta 1922.
Tras la matanza, el hindú multiplicó los boicots y las huelgas de hambre para presionar al gobierno británico para que otorgase el estatuto de autonomía a la India. La negativa ante el estatuto llevó a que parte de la población india se alzase en armas e intentara expulsar mediante la fuerza a los británicos, mientras que el Mahatma insistió en fórmulas alternativas.
La siguiente forma de desobediencia civil fue la llamada «Marcha de la Sal» que tuvo lugar entre marzo y abril de 1930. Se trató de una movilización de 400 kilómetros encabezada por el líder hindú cuyo objetivo era poner fin al lucrativo impuesto de la sal monopolizado por los británicos. La acción terminó con 60.000 arrestos, incluido su promotor.
No fue hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, de la que la nación inglesa salió malparada y cansada, que se atisbó el final de su dominio en la India. En 1942 Ghandi intensificó las acciones antiimperialistas que fueron sofocadas con una fuerte represión y miles de muertos. Pero el Imperio británico sabía que ya poco podía hacer en el territorio indio, pues su salida del mismo estaba sentenciada.
Durante los primeros meses de 1947 los británicos decidieron dividir el país en dos zonas: los hindúes quedaron en la península de Indostán; y los musulmanes se trasladaron a Pakistán, Bengala y Penjab. La nueva organización se cobró más de 500.000 muertos.
En agosto del mismo año entró en vigor el proceso por el que se declaró la independencia de la India. Fue un trámite lento por el que se elaboró una Constitución entre 1948 y 1949 y que no finalizó hasta 1950, cuando la nación india se declaró república independiente, soberana y democrática. Los ingleses se retiraron del territorio en 1947 y el encargado de la movilización fue el último virrey de la India, Louis de Battenberg. Ghandi no pudo ver el final del camino, dado que fue asesinado en 1948 por un fanático musulmán.
En el proceso emancipador indio se destacan a dos figuras: Mahatma Ghandi, líder de la desobediencia civil y espíritu del nacionalismo; y Jawaharlal Nehru, primer ministro de la India y persona que consolidó la democracia. Quedan para el recuerdo las palabras que pronunció Nehru el 15 de agosto de 1947: «Cuando suene la hora de la medianoche, mientras el mundo duerma, India despertará a la vida y a la libertad». Ese mismo día comenzó el proceso que tantas vidas indias se había llegado y que a tantas generaciones había dado esperanzas. Comenzaba el camino de la India como país soberano y se alejaba de su pasado colonial.