Intentarlo hasta el final: los más de 40 atentados frustrados contra Adolf Hitler
Planeados por pequeñas organizaciones o conspiradores aislados, su fin fue eliminar no sólo a un político sino al principal activo de una ideología totalitaria
Al menos se conocen unos cuarenta atentados contra la vida del líder del Partido Nacional Socialista alemán ocurridos durante toda su vida política. Planeados por pequeñas organizaciones o conspiradores aislados, su fin fue eliminar no sólo a un político sino al principal activo de una ideología totalitaria.
Desde el principio de su carrera política, Adolfo Hitler temió por un atentado que acabara con su vida, por lo que cuidó extremadamente su seguridad. En cuanto pudo, se rodeó de una guardia personal que le vigilaba permanentemente y nunca revelaba claramente todos los horarios de su vida diaria. Así, nunca se sabía a qué hora exacta podía llegar a un mitin o reunión política ni que ruta seguiría o el medio de transporte que utilizaría. En 1932 en una cena en el hotel Kaiserhof varios miembros de la élite del partido nazi se intoxicaron, por lo que se rumoreó sobre la posibilidad de un envenenamiento, pero Hitler, al ser vegetariano, casi no se vio afectado.
El 4 de marzo de 1933, varios comunistas intentaron matarle mediante la explosión de una bomba durante un acto electoral del partido, en plena campaña. Su fracaso se debió a que fueron denunciados a la policía en vísperas de su realización, aunque a finales de ese año fueron liberados por falta de pruebas concluyentes. En 1934, un grupo de fieles al doctor Helmuth Mylius fue detenido antes de lograr atentar contra Hitler. Mylius pertenecía al partido de extrema derecha Radikale Mittelstandspartei y había logrado infiltrar unos 150 fieles en las SS, logrando informarse sobre los movimientos del ya canciller de Alemania cuando fueron descubiertos. Se desconoce el final de los conspiradores, aunque su jefe se salvó gracias a sus contactos políticos.
Helmut Hirsch, un estudiante judío concienciado del peligro que suponía Hitler y su ideología para la supervivencia de su comunidad, intento matarle, pero fue detenido antes de realizar al atentado. Acusado de alta traición, fue condenado a muerte y ejecutado.
Ante la vigilancia y protección que le rodeaba en los edificios institucionales y residencias, la idea de matar al führer durante un acto público fue retomada por el carpintero Johann Georg Elser, el cual pensó situar una bomba durante las ceremonias de conmemoración del intento de golpe de Estado nazi de 1923 en Múnich. Hitler escapó sorprendentemente de la detonación porque abandonó el acto antes de lo previsto.
Iniciada la Segunda Guerra Mundial, y a pesar de las victorias iniciales alemanas sobre Polonia, Francia y otros países europeos, grupos de militares antinazis intentaron eliminar al dirigente del III Reich. Entre ellos el mariscal Erwin von Witzleben, que desde antes de estallar la contienda había entrado en contacto con un grupo de opositores formado, entre otros, por Ludwig Beck, Franz Halder, Wilhelm Canaris, Wolf von Helldorf, Kurt Hammerstein-Equord o Erich Hoepner, con el objetivo de preparar un golpe de Estado. Witzleben planeó eliminar a Hitler durante un destile militar que debía tener lugar en los Campos Elíseos del París ocupado en 1941. Fue un fracaso debido a que el dictador anuló su presencia en el último momento. La Gestapo, nuevamente informada de tales actividades, informó al führer, que lo relevó de su cargo y le ordenó regresar a Alemania.
En el frente del Este, los generales Hubert Lanz y Hans Speidel decidieron arrestar a Hitler en el aeródromo ucraniano de Poltawa cuando su avión aterrizara allí en visita al frente ruso. Nuevamente, el cambio de planes habitual destrozó sus planes, pues el aparato en que viajaba aterrizó en Saporoshe, otra pista ucraniana. En 1943, la rendición alemana en Stalingrado y la victoria aliada en el norte de África evidenciaron que el Eje no ganaría la guerra, por lo que algunos militares vieron que resultaba necesario acordar la paz, ahora que todavía sus soldados retenían un gran territorio europeo con el que poder negociar con los Aliados. Para ello resultaba necesario la muerte de Hitler, la detención de la cúpula nazi y la formación de un nuevo gobierno favorable al acuerdo.
El capitán Fabian von Schlabrendorff y general Henning von Tresckow idearon un atentado introduciendo una bomba en el avión del führer, escondida en un envoltorio que simulaba contener un par de botellas. La ocasión se presentó el 13 de marzo de 1943 cuando el avión de Hitler aterrizó cerca de Smolensko. Tresckow pidió al coronel Brand, un viejo conocido que estaba en el séquito de Hitler, que le hiciera el favor de enviar al general Stieff, que se encontraba en el cuartel general de Rastenburg, dos botellas de Cointreau de primera calidad… donde se encontraba la bomba. Así lo hizo el coronel Brand que las introdujo en el avión del führer al volver. Sin embargo, el mecanismo de la bomba falló y no explotó.
Al año siguiente, otro grupo de militares alemanes intentó asesinarlo durante la presentación de unos nuevos uniformes, pero, al cancelarse el acto, no se logró el objetivo tampoco. Igualmente, cuando el 11 de marzo de 1944 un capitán de caballería intento disparar sobre el dictador hubo rumores sobre un posible atentado y las medidas de seguridad se reforzaron a última hora.
El más famoso de los atentados contra Hitler ocurriría en julio de ese año cuando un importante grupo de oficiales organizó la operación Walkiria que intentó atentar contra Hitler en su cuartel general el 20 de julio. Las bombas estallaron, pero el dictador logró salvarse en el último momento por lo que la represión contra los militares implicados fue completa. Algunos de los conspiradores se suicidaron, mientras aquellos que fueron detenidos fueron ejecutados, salvo el capitán Von Schlabrendorff que fue liberado por los aliados un año después.