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Los arquitectos de la purga (de izquierda a derecha): Hitler, Göring, Goebbels y Hess. Himmler y Heydrich no aparecen.

Los arquitectos de la purga (de izquierda a derecha): Hitler, Göring, Goebbels y Hess. Himmler y Heydrich no aparecen.

La noche de los cuchillos largos: la gran purga de Hitler para consolidar su poder

No solo se pretendió acabar con las SA, también a aquellos críticos con el régimen y antiguos enemigos

En su idea de afianzarse en el poder y eliminar a todas aquellas personas que pudieran hacerle sombra o impedírselo, Hitler mandó planificar la Operación Colibrí o purga de Röhm (Röhm Putsch). Este tuvo lugar entre el 30 de julio y el 1 de julio de 1934. Ha pasado a la historia como la Nacht des langen messer o Noche de los cuchillos largos.

La excusa fue que las Strumabteilung –Tropas de asalto– conocidas como SA, vinculadas al Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP), estaban tramando un complot contra Hitler. La realidad es que su líder, Ernst Röhm, deseaba cierta independencia de esta organización paramilitar. Hitler se opuso a ello al considerarlo una amenaza contra su poder. Paralelamente los jefes de la Reichswehr, que era la organización militar oficial, temían y despreciaban a los miembros de la SA. No veían bien la ambición de Röhm y estaban seguros de que este quería absorber la Reichswehr dentro de las SA.

Adolf Hitler y Ernst Röhm en 1933

Adolf Hitler y Ernst Röhm en 1933

En el momento que uno organiza una purga pone en la misma lista a otros elementos molestos. Así no solo se pretendió acabar con las SA, también a aquellos críticos con el régimen y contra aquellos leales al vicecanciller Franz von Papen. Antiguos enemigos también fueron eliminados.

La SA, en aquel momento, tenía tres millones de afiliados. Eran un presunto peligro potencial y más sabiendo que Röhm no estaba muy de acuerdo con él, al acusarlo de haber acabado con la República de Weimar. Röhm era homosexual declarado y tenía la osadía de tutear a Hitler. Lo hacia porque eran amigos íntimos y se lo permitía. Esta confianza hizo que le comentara su idea de unificar las fuerzas armadas para convertirlas en una única y nacional bajo su mando. Esta idea no estaba en el pensamiento de Hitler.

Las Tropas de Asalto, las SA, se crearon después del Tratado de Versalles, como una milicia armada. En su momento fueron claves para el ascenso de Hitler al poder. Como comando de asalto y organización paramilitar ascendió en poder dentro de la estructura nazi. Se consideraron los herederos de las fuerzas armadas de la República de Weimar. Debido a esto se crearon las Schutzstaffel, las SS.

Miembros de las SA en formación en 1932

Miembros de las SA en formación en 1932Bundesarchiv / Wikimedia Commons

Ese poder hizo pensar a Röhm que tenía un poder muy superior a la realidad. Se enemistó con Hermann Göring. Heinrich Himmler, que era su superior, le era fiel y le tenía consideración. Sin embargo, conseguir más poder eliminándolo no era un hecho despreciable. Entra en juego un tercer personaje que era Joseph Goebbels. Este fue el encargado de organizar la operación y ponerle el nombre de Colibrí. Esta palabra era la contraseña para que Himmler y Göring iniciaran la limpieza. Es decir, la búsqueda, captura y ejecución de los llamados enemigos del führer.

El primero de la lista era Röhm, el cual fue acusado de recibir 12 millones de marcos del gobierno francés para que las SA acabaran con Hitler. A continuación estaban incluidos los altos oficiales, miembros de las SA y otros que también debían ser eliminados. Antes de que se pusiera en marcha la operación, Hitler organizó una reunión con el alto mando del ejército y los jefes de las SA y SS. En aquella reunión a Röhm le obligaron a firmar un documento en el que reconocía y acataba el poder sobre las SA de la Reichwehr. También supo que las SA pasarían a ser una fuerza auxiliar del ejército. A pesar de todo Röhm le comentó a Hitler que no estaba de acuerdo y seguiría adelante con su plan.

El 30 de junio de 1934 Hitler fue a Múnich para detener, personalmente, a Röhm y a los altos cargos de las SA. El líder de las SA en Baviera, August Schneidhuber, fue destituido antes del viaje. Las SS se dedicaron a arrestar a todos los hombres que había en la lista. Durante uno de aquellos arrestos asesinaron al comandante de las SA, Karl Ernst. Röhm lo detuvieron y llevaron a la prisión Stadelheim de Múnich. Allí lo asesinaron a balazos los agentes de las Sicherheitsdienst –el servicio de inteligencia de la SS– Theodor Eicke y Michael Lippert. En la cárcel de Stadelheim se asesinó al adjunto de Röhm, Edmund Heines, también declarado homosexual. A parte de estos dos también fueron purgados Gregor Straser, Kurt von Schleicher, Erich Klausener, Edgar Jung, Ferdinand von Bredow, Karl Ernst, Edmund Heines, Gustav Ritter von Kahr, Herbert von Bose.

La represión no sólo tuvo lugar en Múnich. También hubo detenciones en Berlín. En total 85 personas fueron asesinadas oficialmente. Richard Evans afirma que «se sabe que, al menos ochenta y cinco personas fueron asesinadas sin ningún procedimiento legal contra ellos. Göring arrestó aproximadamente mil personas». Por su parte, Ian Kershaw indica que «de las 85 víctimas, solo cincuenta de ellos eran hombres de la SA». Algunas estimaciones, sin embargo, elevan el número total de muertos hasta 150 o 2002.

El régimen tapó los asesinatos asegurando que había sido un golpe contra la inmortalidad y la tradición. Es más, el 13 de julio de 1934 Hitler pronunció un discurso donde afirmó lo siguiente:

«En esta hora yo era responsable de la suerte de la nación alemana, así que me convertí en el juez supremo del pueblo alemán. Di la orden de disparar a los cabecillas de esta traición y además di orden de cauterizar la carne cruda de las úlceras de los pozos envenenados de nuestra vida doméstica para permitir a la nación conocer que su existencia, la cual depende de su orden interno y su seguridad, no puede ser amenazada con impunidad por nadie. Y hacer saber que en el tiempo venidero, si alguien levanta su mano para golpear al Estado, la muerte será su premio».

Las SA, aunque no desaparecieron, quedaron apartadas del primer plano. Se convirtieron en una milicia política hasta el final de la guerra. El acto más destacado en el cual participaron, de 1934 a 1945, fue la Kristallnacht contra la comunidad judía.

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