Dinastías y poder
¿Los cien pares de zapatos de María Antonieta? Todas las mentiras sobre la reina más controvertida de Francia
La tachaban de derrochadora cuando los franceses pasaban hambre. «¡Que coman pasteles!», se le atribuye. Pero esta imagen frívola, no se corresponden con las versiones más ajustadas de la realidad
Odiada por el pueblo. La reina del despilfarro. Culpable de la Revolución en palabras del propio Thomas Jefferson. ¿No será exagerado? Sobre ella se descargaron todas las iras de una Francia que sufría las consecuencias de la Guerra de los Siete Años. Su marido, el temeroso Luis XVI era una marioneta en manos de la pérfida «madame déficit». Es la parte de la historia que nos vendió en su día la propaganda revolucionaria y después el cine, la literatura y los relatos populares.
La tachaban de derrochadora cuando los franceses pasaban hambre. «¡Que coman pasteles!», se le atribuye. Pero esta imagen frívola, no se corresponden con las versiones más ajustadas de la realidad. Ni gastaba tanto ni era tan insensible ante los problemas de Francia. No podía ser de otro modo en quien había nacido hija de la gran María Teresa de Austria, una de las mas poderosas e ilustradas soberanas del siglo XVIII. Su madre, escribió sus memorias y de lo que sí se arrepintió fue de no haberla preparado para las intrigas en una corte en la que primaban las apariencias. María Antonieta era inteligente, pero se distraía con facilidad. Llegó a Versalles y se dejó llevar por lo que había.
Stefan Zweig en su biografía sobre María Antonieta lo dice muy claro. No fue negativa para Francia, pero se proyectaron en ella los rencores de una sociedad que azuzada por reformistas aires burgueses estaba dispuesta a todo para dejar atrás el modelo del Antiguo Régimen. También incide en esa visión Caroline Weber, profesora de la Universidad de Columbia, en Reina de la moda. ¿Tenía trescientos trajes y cien pares de zapatos anuales? Probablemente no más –y tampoco menos– que otros miembros de la realeza, como la propia María Luisa de Parma, nefasta esposa de Carlos IV o la siempre polémica Catalina la Grande, también culta, enciclopedista y modernizadora, a su manera, del Imperio Ruso. De hecho, María Antonieta no tenía fama de ser fanática del calzado y había, al menos, otros cuatro miembros de la familia real, que gastaban más que ella en ropa. Pero la corte de Versalles, por entonces era la más fastuosa de Europa y un foco de poder absolutista.
Francia ya estaba en bancarrota antes de su llegada por culpa de las guerras contra el enemigo inglés. ¿Era diferente su supuesta lujuria a la de sus contemporáneas? Recordemos que llegó a París desde Viena en 1769, con apenas quince años y se casó con un delfín inseguro con el que tardará más de una década en concebir descendencia. Malmeter contra el rey no resultaba correcto, era más fácil culpar a la archiduquesa austriaca. Ciertos panfletos parisinos la satirizaron con esta cuestión. Tiempo después apareció el apuesto conde sueco Axel von Fersen, parte de cuya correspondencia ha servido para conocer muchos detalles de su relación, anterior a la fallida fuga de Varennes.
Esas cartas se conservan en los Archivos Nacionales de Francia. Pero ¿no hubo también Pignatellis en España o Pitemkines en San Petersburgo? La retahíla de infidelidades de la reina es, de nuevo, la consecuencia de un personaje difamado para disculpar las responsabilidades en la génesis de ese proceso histórico que terminó con el absolutismo y dio paso a un tiempo nuevo.
María Antonieta, reina de Francia, no fue amante de su cuñado, el conde de Artois, futuro Carlos X. No encargó un fabuloso collar de diamantes, el conocido como asunto del collar del cardenal de Rohan. De hecho, María Antonieta, cuando todo estalló tras la toma de la Bastilla en 1789, pudo huir como hicieron los propios hermanos del rey o el príncipe de Condé y establecerse en Coblenza o Viena con tantos otros realistas. Pero no lo hizo. Fue en los momentos finales, en las Tullerías y sobre todo durante la patraña de proceso judicial y en prisión, cuando mostró entereza.
María Antonieta caminó hacia la guillotina el 16 de octubre de 1793. No había cumplido los cuarenta años. Culpada de conspiración contra Francia y de acusaciones infames, incluso contra su propio hijo, el delfín Luis Carlos, al que dejaron morir en el Temple. Solo su hija María Teresa sobrevivió, Madame Royale. La hermana mayor de María Antonieta, María Carolina, casada con Fernando I de las dos Sicilias, fue reina consorte de Nápoles, y suegra del inefable Fernando VII. Pero la polémica vida de la reina francesa sigue fascinando.