El duque de San Carlos, el noble peruano que fue la mano derecha de Fernando VII
Fue el principal negociador del Tratado de Valençay, por el que Napoleón, derrotado, devolvía la corona de España al «Rey Felón»
José Miguel de Carvajal-Vargas y Manrique de Lara, II duque de San Carlos, nació en Lima, capital del Virreinato del Perú, en 1770. Provenía de una de las más aristocráticas familias criollas americanas, que desde el siglo XVI había ostentado el cargo hereditario de Correo Mayor de Indias hasta que Carlos III lo retomó para la Corona, otorgando a cambio a su padre el Ducado de San Carlos. Se educó en la Universidad de San Marcos de Lima y comenzó la carrera militar, que continuó en 1788 cuando se trasladó con toda su familia desde Perú a Madrid.
En España, sus contactos le permitieron hacerse un lugar en la Corte cerca del entonces Príncipe de Asturias, futuro Fernando VII. El duque pasó a formar parte del círculo de amigos íntimos del heredero y se destacó como uno de los líderes del «partido fernandino» enfrentado al todopoderoso valido Manuel Godoy. La reina María Luisa lo consideraba «un americano maligno y muy enemigo nuestro» y creía que era el peor de los amigos de su hijo.
En 1805 fue nombrado Mayordomo Mayor, pero su notoria oposición a Godoy hizo que fuese rápidamente destituido al año siguiente y enviado a Navarra como virrey para alejarlo del Príncipe de Asturias. La caída de Godoy y el ascenso al trono de Fernando VII en el Motín de Aranjuez permitieron que volviese a la capital, donde fue junto con el padre Escoiquiz y el duque del Infantado el principal consejero del nuevo rey.
Tras la abdicación de Fernando VII en Bayona, el segundo duque de San Carlos prefirió permanecer en el exilio en Francia en lugar de reconocer a José Bonaparte. El duque quedó por lo tanto prisionero los siguientes seis años en Francia, donde tuvo un notorio affaire con la hermosa mujer del ministro Talleyrand, Catherine Grand. Encontró tiempo también para conspirar junto con el realista conde de Noailles y militares españoles prisioneros un levantamiento borbónico en Francia que liberase a Fernando VII y proclamase a Luis XVIII.
Carvajal-Vargas fue el principal negociador del Tratado de Valençay, por el que Napoleón, derrotado, devolvía la corona de España a Fernando VII. En 1814 volvió a España acompañando al rey y, tras la restauración del absolutismo y la abolición de la Constitución, fue nombrado Secretario de Estado, cargo que equivalía al de Primer Ministro. Sin embargo, en menos de un año cayó súbita y misteriosamente en desgracia, siendo destituido y enviado a un retiro dorado como embajador en Viena.
La razón de esta ruptura entre el duque y el rey, que hasta entonces le había otorgado toda su confianza, fueron tan enigmáticas en su momento como lo siguen siendo hoy para los historiadores. Su destitución se hizo con buenas palabras, aunque el decreto justificaba ambiguamente la decisión en la «cortedad de vista» del duque, referencia que muchos han querido entender como una velada crítica a sus dotes más que como un defecto físico.
Fuese cual fuese la razón, el duque de San Carlos no dejó de servir lealmente a Fernando VII en los encargos diplomáticos que se le dieron. En 1817 pasó de Viena a la embajada de Londres, donde realizó enormes esfuerzos para detener el apoyo clandestino que los británicos daban a los movimientos independentistas de la américa española.
Notorio absolutista, fue destituido de nuevo en 1820 cuando triunfó en España la revolución liberal, y fue uno de los agentes secretos de Fernando VII que consiguieron convencer a Francia de enviar la expedición de los Cien Mil Hijos de San Luis para acabar con el régimen constitucional español. No volvería a España. Sus últimos años los pasó en la embajada de París, en la que falleció en 1828, según algunas crónicas, por una indigestión de langosta en un banquete.