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Joseph P. Kennedy Sr en el centro junto a sus hijos John F. Kennedy (izq) y Joe Kennedy Jr. (dch)

Joseph P. Kennedy Sr en el centro junto a sus hijos John F. Kennedy (izq) y Joe Kennedy Jr. (dcha)

Joe Kennedy Jr., el hijo mayor del clan cuyo destino se truncó en el cielo de Inglaterra

Preparado por su padre para ser presidente de Estados Unidos, cumplía a rajatabla con el plan hasta que se empeñó en participar en una misión arriesgada

«Va a ser presidente de los Estados Unidos, su madre y su padre ya han decidido que vaya a Harvard, donde jugará en los equipos de fútbol [americano] y béisbol y, de paso, se llevará todos los honores académicos. Será capitán de industria hasta que llegue el momento de ser presidente durante dos o tres mandatos. Más allá de eso no se ha decidido. Puede que sea alcalde de Boston o gobernador de Massachussets durante un tiempo en su camino hacia el sillón presidencial». Estas fueron las declaraciones que John Honey Fitz Fitzgerald, dos veces alcalde de Boston y también miembro, durante dos legislaturas de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, hizo a un periodista de Massachussets a los pocos días de nacer primer nieto, Joseph Patrick Kennedy Jr., primer retoño del matrimonio formado por su hija Rose y su marido, el empresario en ciernes –y con métodos ya por entonces discutibles–, Joseph Patrick Kennedy.

Honey Fitz pertenecía a la primera generación de inmigrantes irlandeses que concurrieron a unas elecciones en su tierra de acogida. Sin embargo, era lo suficientemente lúcido como para entender que los más altos cargos de las instituciones estadounidenses permanecerían vetados a los católicos durante aún varias décadas. Por eso depositaba tantas esperanzas en su nieto mayor, que había venido al mundo el 25 de julio de 1915. Tan entusiasmado se mostró por el acontecimiento, que peleó con su yerno por el nombre. Al final, fue llamado igual que su padre.

Eso sí, el plan diseñado por su abuelo empezó a aplicarse: Joe Jr., como empezó a ser conocido, cursó la carrera de Derecho en Harvard, donde destacó en los deportes y también como líder estudiantil. Pero antes, su padre le envió una temporada al Reino Unido. Allí se matriculó en la Escuela Económica y de Ciencias Políticas de Londres, al cuidado del catedrático de ideología socialista Harold Laski, con quien viajó un verano a la Unión Soviética.

Joe Jr. volvió convencido de las bondades del socialismo. Reacción de su progenitor, plasmada en la sólida biografía de John F. Kennedy escrita por Robert Dallek: «Si tuviera su edad, creería lo que cree, pero yo soy de un entorno diferente y debo expresar mis creencias». Sea como fuere, el periplo de Joe Jr. por Europa también incluyó una etapa en el Madrid de la Guerra Civil, donde entabló amistad con Antonio Garrigues Díaz-Cañabate.

Joe Jr., Kathleen y John Kennedy, hijos del embajador de Estados Unidos en Inglaterra, Joseph P. Kennedy padre

Joe Jr., Kathleen y John Kennedy, hijos del embajador de Estados Unidos en Inglaterra, Joseph P. Kennedy padre

Segunda etapa del plan: la política. Como todo miembro de una minoría que se preciase –en su caso, la católica irlandesa– y siguiendo los ejemplos de su padre y su abuelo materno, Joe Jr. se afilió al Partido Demócrata, en cuyo seno su ascenso fue meteórico. Lo demuestra su designación, a la edad de 25 años, como delegado en la Convención Demócrata de 1940, que volvió a apostar por Franklin Delano Roosevelt como candidato. También le ayudaba el fracaso sin paliativos de su padre como embajador ante el Reino Unido: el antisemitismo y la inclinación hacia la Alemania nazi de Joe Sr. en momentos críticos echaron por tierra sus ambiciones políticas.

Mas el plan sufrió un imprevisto con el estallido de la Segunda Guerra Mundial. En junio de 1941, pocos meses antes de la entrada en guerra de su país, Joe Jr. se alistó en la Reserva Naval. Recibió formación de piloto aeronaval, siendo destinado al Reino Unido en septiembre de 1943. Diez meses más tarde, ya era teniente y había cumplido 25 misiones aéreas.

Fue seleccionado para la Operación Afrodita, que contemplaba el uso de bombarderos Boeing B-17 Flying Fortress y bombarderos Consolidated PB4Y-1 Liberator de la Armada convertidos en bombas volantes que se estrellaban deliberadamente contra sus objetivos bajo el control por radio de un bombardero acompañante. Debían utilizarse para ataques de precisión contra objetivos bien protegidos. Estos aviones «teledirigidos» no podían despegar de forma segura por sí solos, por lo que una tripulación de dos personas despegaba y volaba hasta una altitud de 2.000 pies (610 m) antes de activar el sistema de control remoto, armar los detonadores y lanzarse en paracaídas desde el avión.

John F. Kennedy y el alférez Joseph P. Kennedy Jr.

John F. Kennedy y el alférez Joseph P. Kennedy Jr.National Park Service

Joe Jr. era consciente de todos estos riesgos. Pero no por ello desistió de participar una «misión terriblemente peligrosa, copilotando un PB4Y Liberator de la Armada cargado con 22.000 libras de explosivos, la mayor concentración de dinamita amasada en un avión hasta ese momento de la guerra», según escribe Dallek. «Si no vuelvo», declaró el interesado a un amigo, «dile a mi padre que le quiero mucho».

Y no volvió: en un principio, tal y como estaba previsto, Kennedy y su copiloto Willy permanecieron a bordo mientras el BQ-8 [que les seguía] completaba su primer giro por control remoto a 610 m (2.000 pies) cerca de la costa del mar del Norte. Kennedy y Willy quitaron el pasador de seguridad, armando el paquete explosivo, y Kennedy comunicó por radio el código acordado «Spade Flush», sus últimas palabras conocidas. Dos minutos más tarde, y mucho antes del planificado rescate de la tripulación cerca de la base de la Royal Air Force en Manston en Kent, los explosivos detonaron prematuramente, destruyendo el Liberator y matando a ambos pilotos instantáneamente. Los restos aterrizaron cerca del pueblo de Blythburgh.

Cuando dos sacerdotes acudieron a Hyannis Port a anunciar la trágica noticia a los Kennedy, estos últimos estaban escuchando I’ll seeing you, de Bing Crosby, en el tocadiscos. Entonces, Joe Sr. dijo a sus hijos allí presentes: «niños, vuestro hermano ha desparecido en una misión aérea, os pido que seáis especialmente cariñosos con vuestra madre», antes de sugerirles que siguiesen con sus planes habituales. Todos se fueron a navegar, salvo John, que se fue solo a pasear por la playa: sabía que acababa de producirse el traspaso de responsabilidades, familiares y sobre todo, políticas.

La sombra de Joe Jr. siguió planeando sobre la familia durante décadas. Un compañero de universidad de Bobby Kennedy que minimizó el episodio fue agraciado por el futuro senador con un agarrón de cuello. Años más tarde, en plena campaña presidencial de 1960, cuando John intentaba vencer las resistencias del protestantismo más recalcitrante, preguntó en voz alta: «Nadie preguntó a mi hermano si era católico o protestante antes de subir a un bombardero estadounidense para volar en su última misión». La campaña dio un vuelco.

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