Fundado en 1910
Isla Gaiola

Isla Gaiola

Picotazos de historia

Isla Gaiola, la pequeña isla de Nápoles rodeada por una espeluznante historia

La leyenda de Nápoles ha considerado a la Gaiola como una «isla maldita». Esta reputación se desarrolló a partir de las frecuentes desgracias y muertes prematuras en las familias de sus propietarios del siglo XX

En Nápoles, frente al barrio costero de Posillipo, se alzan dos pequeños islotes unidos por un puente de piedra. Ambos islotes son conocidos como la isla Gaiola. Los islotes o isla pertenecen al parque sumergido de Gaiola (área protegida, de unos 42 kilómetros cuadrados de extensión, debido a su alto valor ecológico y arqueológico), donde encontraremos sumergidos los restos de las estructuras de una gran villa romana de la época imperial. Y es que la isla Gaiola –que significa jaula de pájaros u otros animales, tanto en italiano como en español– fue propiedad de un noble romano bien conocido: Lucio Licinio Lúculo. Famoso por su buen comer y quien ordenó que la isla fuera separada artificialmente para formar dos islotes.

Lucio Licinio Lúculo

Lucio Licinio Lúculo

En el siglo XVIII la isla sirvió como emplazamiento de una batería de cañones costeros, formando parte de la red de fortificaciones que protegían la entrada a la bahía de Nápoles. La primera información cierta empieza en el año 1815. En unos escritos de compra aparece el nombre del arquitecto Guillermo Becchi (1791-1852) como el adquiriente de la propiedad de la isla en ese año.

El documento menciona que en ella reside un ermitaño, sin filiación conocida, a quien todo el mundo conoce como «el brujo». Este individuo subsistía de los alimentos y limosnas que le dan los habitantes de la costa y los pescadores. En el año de 1872 los herederos de Becchi vendieron la propiedad a Luigi Negri (1798-1890), quien pertenecía a una rica familia, famosa por su actuación durante la unificación de Italia. Será él quien ordene la construcción de la villa en uno de los islotes y el puente de piedra que une a ambos. Los dos serán los rasgos característicos de isla Gaiola, de ahora en adelante.

Isla Gaiola

Isla Gaiola

La isla irá pasando de mano en mano, como la falsa moneda. Sucesivamente será adquirida por el marqués del Tufo, el empresario Genaro Acompara, el almirante inglés Nelson Foley (cuñado del escritor Conan Doyle, sí el de Sherlock Holmes) y el senador Giuseppe Paralore, en 1910. Su sobrino Augusto Segre dejó un libro de memorias donde relata como se descubrió, detrás de un muro, una pintura que representaba la cabeza de una Górgona. «Nuestro tío, convencido de que aquel rostro monstruoso traía mala suerte, ordenó que fuera tapiado de nuevo». Desde ese momento la historia de la isla de Gaiola, que nunca gozó de muy buena fama, se torna decididamente siniestra.

En la década de 1920 la isla fue adquirida por un empresario suizo llamado Hans Braun, quien aparecería muerto en el salón de la villa, envuelto en una de las alfombras. Nunca se supo qué había sucedido. Al año siguiente, su viuda –Elena von Parish– murió ahogada tras caer desde la borda del transbordador que la transportaba a la isla.

El empresario Otto Grunbach fue su siguiente propietario y apenas pudo disfrutar de ella, ya que falleció allí mismo, victima de un infarto de miocardio, al poco de haberla adquirido. Puesta a la venta por los herederos, la isla Gaiola pasó a ser propiedad del empresario, químico, escritor y compositor Maurice Sandoz. Este era el propietario del grupo de empresas del mismo nombre.

El pobre no tuvo suerte ya que enloqueció. Fue internado en un frenopático, donde se suicidó en 1958. Antes de ello se vendió la isla y el nuevo adquiriente fue el industrial alemán barón Paul Karl Langheim. El pobre acabaría completamente arruinado debido a su afición a los efebos y a las fiestas más enloquecidas.

La isla volvió a ser subastada, a estas alturas ya era una vieja conocida de los profesionales de la inmobiliaria, y esta vez la compró Giovanni «Gianni» Agnelli. El empresario tuvo una vida marcada por la muerte trágica de varios familiares suyos. No es que pensara que la isla tenía algo que ver con ello, pero «por si acaso» puso la isla en venta. El siguiente propietario se llamaba John Paul Getty II y la mafia calabresa le secuestró a su hijo mayor, le cortó un oreja y lo dejó tarado de por vida. El miserable de su abuelo, John Paul Getty I aportó dos millones de dólares al rescate (lo máximo que podía desgravar) y los 800.000 restantes se los prestó a su hijo con un interés del 4 % anual. Sí, John Paul Getty I era una rata en todos los aspectos.

En 1978 la isla la compró un empresario llamado Gianpascuale Grappone. Este solo terminaría en la cárcel por la quiebra del Banco de Crédito. El mismo día que se subastó la villa la esposa de Grappone se mató en accidente de coche. ¿Casualidad? El ganador de la subasta fue el empresario Francesco Ambrosio que sería asesinado, junto con su esposa, en su casa de Nápoles.

En la actualidad la isla es propiedad del gobierno de la región de Campania, y es que con tanta casualidad nadie quería ya la isla. ¡Ni regalada!

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