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Vestigios de la fortaleza de Santa Cruz de la Mar Pequeña

Vestigios de la fortaleza de Santa Cruz de la Mar Pequeña

Santa Cruz de la Mar Pequeña, el primer asentamiento español en África

En 1476 Diego de Herrera levantó un pequeño fuerte en un lugar que llamaron Santa Cruz de la Mar Pequeña

La conquista de las islas Canarias por los castellanos abrió la posibilidad de actuar sobre las costas opuestas de África. En 1495 los Reyes Católicos le concedieron a Alonso de Lugo el título de capitán general de la Conquista de las Islas Canarias y de la Costa de África desde el cabo de Güer al de Bojador. Sin embargo, estos territorios de la costa se consideraban adjudicados por el Papa Eugenio IV al rey de Portugal en 1443. Ni el Tratado de Tordesillas de 1494, ni las bulas papales que le siguieron decidieron claramente sobre los derechos en esa parte de continente africano.

Portugal establecía alguna factorías y Alonso de Lugo fundó un efímero establecimiento en Agadir. En 1476 Diego de Herrera levantó un pequeño fuerte en un lugar que llamaron Santa Cruz de la Mar Pequeña. Por eso cuando se firmó el Acuerdo de Cintra de 1509 se consideró que las costas africanas serían portuguesas menos el establecimiento referido, de que no se daban muchos detalles de ubicación.

La pintura "El Adelantado y los guanches" fue creada por Manuel González Méndez a principios del siglo XX

La pintura «El Adelantado y los guanches» fue creada por Manuel González Méndez a principios del siglo XXWikimedia Commons

La fortaleza de Santa Cruz de la Mar Pequeña era una torre costera situada en algún lugar de las playas opuestas las islas. Un lugar fortificado de poca guarnición, dependiente del abastecimiento exterior de agua y alimentos. Un fuerte, en fin, muy difícil de mantener en caso de ataque o de sitio. Normalmente, estos establecimientos se levantaban tras negociaciones con las tribus locales, pero esto pactos eran muy volátiles. Y su objetivo era tener una base de comercio, lo que luego serían las factorías, y una cabeza de puente de las cabalgadas en las que los canarios tomaban por las fuerza camellos y esclavos o castigaban a los nómadas que los habían traicionado según el incipiente derecho de pactos y rupturas.

Cuando los cherifes aparecieron por el Num y el Draa, la fuerza de los atacantes se multiplicó. Así que fue pronto sitiada sin que los socorros desde Canarias llegaran a tiempo debido a una epidemia. Los ocupantes fueron pasados por las armas y el edificio asolado en 1524. Y aquí empieza el misterio de la localización que, andando los años, tendrá una especial importancia porque en el Tratado de Wad Ras que puso fin a la Guerra de África en 1870 el sultán cedía a España la soberanía del sitio donde se ubicó Santa Cruz de la Mar Pequeña y su hinterland. Esta cláusula, en principio muy favorecedora para España, requería para su cumplimiento dos condiciones: la primera, que Francia admitiese un establecimiento español en el lugar, y dos que el sultán conviniera con los españoles la entrega. Y así se pusieron a buscar la localización del lugar.

Los españoles, ante la debilidad marroquí, quisieron ocupar inmediatamente el territorio. Pero el sultán lo retrasó con argumentos reales como lo falta de poder en la zona y argucias diplomáticas. Era cierto que la soberanía del sultán en aquellas tierras era nominal y que la autoridad real estaba en manos de tribus muy poco sumisas y dedicadas, entre otras cosas, a pedir rescate por los cristianos que capturaban al naufragar o acercarse a las costas. La cosa se fue retrasando por intercambio de notas diplomáticas, hasta se fue olvidando. Pero en 1876 un británico llamado MacKenzie construyó una factoría en Tarfaya, lo que hizo que el gobierno de Madrid se alarmara ante una posible pérdida de influencia en África.

Por fin en 1877 se nombró una comisión para ubicar la antigua fortaleza española. Los comisionados se embarcaron en diciembre en Cádiz, en el Blasco de Garay, dirigidos por el capitán de navío Cesáreo Fernández Duro. Después de navegar por la costa del Nun, Sus y Teckna, eligieron una caleta en el territorio del Sus llamada Ifni. A bordo del navío se firmó el acta entre españoles y marroquíes y allí se señaló que aquel sitio era la antigua fortaleza que volvería a España.

Ya en la época hubo discusión acerca de si el lugar elegido correspondía al histórico. Pelayo Alcalá Galiano entendía que debía localizarse en la desembocadura del Xbica y Coello en la del Nun. Otros hablaban de Agadir como el lugar preciso. Ninguno tenía datos exactos sino conjeturas acerca de la leve descripción del siglo XVI. En realidad, lo que se pretendía era cerrar el asunto y obtener un territorio en África. Daba igual la localización y la desembocadura del río Ifni parecía un lugar apropiado, cerca de Canarias y bien situado como base de aprovisionamiento en la navegación al Sahara. Los prácticos de Lanzarote aseguraba que tradicionalmente era el lugar donde iban los pescadores canarios y lo denominaban con ese nombre.

A pesar del acuerdo inicial con los naturales, la ocupación no se llevó a cabo. Hubo intentos en 1878, 1882 y 1883 que se quedaron en la amabilidad de las conversaciones. La cuestión fue recurrente en las relaciones hispano marroquíes hasta la II República cuando, en 1932, el gobierno tomó la decisión de enviar al coronel Capaz, hombre que hablaba tamazight por haber servido en el Rif, a poner la bandera española tras una negociación pacífica con los habitantes.

Actualmente, gracias a los estudios de Rumeu de Armas luego seguidos por otros, se sabe que el lugar de ubicación de la antigua fortaleza no era Sidi Ifni sino Puerto Cansado, a las puertas del Sahara, en la laguna costera de Ajfennir, cerca de Tarfaya, donde se han hallado restos de la construcción.

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