Tetuán, la expedición de Enrique III de Castilla para acabar con los piratas berberiscos
Las naves musulmanas atacaban a los barcos de Castilla y llegaban a las costas de España para atacar las ciudades, saquearlas y llevarse como esclavos a todos los habitantes que podían capturar
Enrique III, rey de Castilla, era de naturaleza débil. Su tendencia a la enfermedad le valió el sobrenombre de El Doliente. Consecuencia de sus achaques murió joven, a los 27 años. Pero tuvo un reinado rico en hechos, abundante de querellas y fecundo en logros. Por matrimonio con Catalina de Lancaster afianzó la alianza con Inglaterra y, al ser esta descendiente de Pedro I, puso fin al conflicto dinástico causado por el ascenso al trono de los Trastámara, lo que le prometía una tranquilidad que nunca tuvo. A los trece años, ya casado, accedió al trono.
A pesar de su juventud, las luchas intestinas y cortedad de reinado, fue impulsor de grandes reformas derogando privilegios o imponiendo corregidores en las ciudades. A la muerte del arzobispo de Sevilla, Pedro Gómez Barroso, en 1390, la primera autoridad eclesiástica de la provincia era el arcediano de Écija, Ferrán Martínez, un fanático que en sus sermones incitaba a matar judíos y para frenar esa ira general ordenó respetar a estos por ser propiedad del rey. No pudo, sin embargo, cortar de raíz esa fiebre general antijudía. También fue un buen gestor y saneó las cuentas del Reino. Su campaña contra el Reino de Granada fijó el poder territorial nazarí. Tuvo que habérselas con los franceses y la Iglesia, y vencer la oposición de los nobles.
Lo que sorprende también de este rey es su poca literatura, quizás debido a la escasez de fuentes originales, es su gran visión de la política exterior. A pesar de las convulsiones internas, en 1400 envió una flota a destruir la base pirata de Tetuán en Marruecos. En 1402 aprobó la exploración del normando Jean de Béthencourt a las islas Canarias, comenzando la presencia hispana en el archipiélago. En 1402 logró la paz con el rey portugués Juan I, deteniendo la invasión que había comenzado en 1396 con un ataque a Badajoz. Y también fue el rey que ordenó las dos embajadas de Hernán Sánchez de Palazuelo y Ruy González Clavijo a Tamerlán.
Centrándonos en la aventura de atacar a los piratas berberiscos en su propia base marroquí. La fundación de la actual ciudad de Tetuán se atribuye a Sidi Al Mandari, un capitán andalusí, alcaide de Piñar, que huyendo de España levantó las ruinas en 1483, fortificó la ciudad le dio un esplendor creciente por la buena situación geográfica y la riqueza del valle. Más tarde acogió a numerosos judíos huidos también de la península. Antes hubo una posición meriní, fundada alrededor de 1286, con el objetivo de tener una base para el ataque a Ceuta. Cobró mayor importancia al posesionarse los portugueses de Ceuta, que la destruyeron en 1437. Servía también de principal puerto en la zona, aunque el mar se sitúa a poco más de diez kilómetros de la ciudad tenía un acceso fluvial para las embarcaciones que vencían la barra del Martin.
Arreglados los asuntos con Roma después de retirar su apoyo a los Papas de Avignon, Enrique III decidió acometer uno de los peligros de su reino, los piratas berberiscos. Las naves musulmanas atacaban a los barcos de Castilla y llegaban a las costas de España para atacar las ciudades, saquearlas y llevarse como esclavos a todos los habitantes que podían capturar.
Para ello decide dar un golpe de mano en el propio territorio de los musulmanes. Mandar una escuadra al puerto tetuaní, en el río Martil, Cuz o Guad el Jelú (donde en el Protectorado estaba la ciudad de Río Martín), avanzar por las aguas fluviales hasta donde pudieran y llegar hasta las murallas de Tetuán. Si tenemos en cuanta los testimonios de los cronistas de la época, el castigo fue duro. Gil González Dávila, autor de Historia de la vida y hechos del rey don Enrique III de Castilla ínclito en religión y justicia (Madrid 1638), escribía que la ciudad tenía gran riqueza y que los bajeles piratas se armaban en ella.
Hay que tener en cuenta que llamaban pirata a los enemigos que plantaban batalla. Según este autor, «en el año 1400 arribó a su playa una armada de Castilla; puso en esclavitud toda su gente y por el suelo sus edificios, sin quedar cosa viva que diese testimonio de su ruina».
Parece evidente, como ya señalaba Cánovas del Castillo en su Historia de Marruecos (Madrid 1860), que Dávila tomó sus datos de la Descripción general de África (1573-1599) de Mármol de Carvajal, el único que habla de los hechos con fuentes propias, que nos habla de que la ciudad quedó arruinada por noventa años y todos los barcos de su puerto destruidos. Ni López de Ayala, ni Barrantes mencionan este episodio. De estos datos podemos deducir que la zona, en el inicio del siglo XV, estaba muy poco poblada y que la destrucción de la ciudad no encontró nuevos pobladores en mucho tiempo porque no los había en la región en número suficiente. No nos dice Mármol quien mandaba la armada castellana, podría haber sido el almirante Pero Niño, aunque el Victorial o Crónica de don Pero Niño no nos habla de esta empresa.