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El verdugo muestra al pueblo la cabeza de Luis XVI último rey francés

Historia de un traidor

El familiar de Luis XVI que le condenó a morir en la guillotina

Los partidos más radicales exigieron que Luis XVI fuera juzgado por sus «crímenes» contra Francia. Su primo no se perdió una sola sesión, pues era diputado y, llegado el momento, tendría que votar a favor o en contra de la muerte de su primo

Primo del rey de Francia Luis XVI, padrino de bautismo de su hijo el delfín Luis, Felipe Igualdad ambicionó el trono de tal manera que no dudó en conseguirlo de cualquier manera. En 1787 se puso al frente de la oposición política, acusando al monarca de actuar contra la legalidad, mientras pagaba folletos que acusaban a la reina María Antonieta de delitos económicos y morales.

A partir del estallido de la Revolución Francesa en el verano de 1789, Luis Felipe José, duque de Orleans, comenzó a adoptar posiciones políticas cada vez más radicales. Mediante la ley de 19 de junio de 1790 la Asamblea Nacional francesa abolió la nobleza, prohibiéndose el uso de cualquier tipo de título, tras diferentes disposiciones que ya habían suprimido el régimen estamental, los privilegios nobiliarios y las pruebas de nobleza. A partir de entonces, se convirtió en «ciudadano Orleans» y decidió presentarse a diputado.

Para aumentar su perfil revolucionario ante las nuevas elites de poder, en 1792 no dudó en presentarse como Felipe Igualdad, nombre que le había sido impuesto en su logia masónica. Para lograr eliminar a la familia real, continuó pagando la impresión de libelos críticos contra sus primos, mientras su hijo mayor Felipe, el exduque de Chartres, frecuentaba ambientes jacobinos, influido por Choderlos de Laclos, autor de 'Las relaciones peligrosas'.

El 10 de agosto de ese año se produjo el asalto al Palacio de las Tullerías, a partir del cual se proclamó la República o Convención, quedando prisionera la familia real. Los partidos más radicales exigieron que Luis XVI fuera juzgado por sus «crímenes» contra Francia, en particular el de favorecer la invasión extranjera. La Convención aceptó discutir el asunto, pero sus diputados se encontraron inicialmente muy divididos al respecto. La lucha por el poder entre las facciones revolucionarias de girondinos y jacobinos se trasladó al juicio sobre el rey. Numerosos diputados moderados se mostraron reticentes a juzgar al soberano, temiendo que la revolución se radicalizara aún más, mientras que sus oponentes consideraron necesario guillotinarlo.

El examen de «Luis el último»

Tras numerosas discusiones, el 5 de diciembre de 1792 la Convención decidió que el monarca sería juzgado. Cinco días después se aprobaba el acta de acusación. Felipe Igualdad no se perdió una sola sesión, pues era diputado y, llegado el momento, tendría que votar a favor o en contra de la muerte de su primo. Si bien su hijo mayor se mostró inquieto y preocupado, su padre le tranquilizó, al asegurarle que haría uso de la recusación.

La primera votación exigió que se respondiera a la pregunta de si el ciudadano Luis Capeto –como llamaban a Luis XVI– era culpable de conspiración contra la libertad y de atentado contra la seguridad general de Estado. La contestación afirmativa fue la enérgica respuesta de su primo, a pesar de que había prometido, dos días antes, al duque de Montpensier que él sería incapaz de condenar al rey.

La segunda votación se produjo el 16 de enero de 1793, a las ocho de la noche, en medio de amenazas y coacciones de los diputados jacobinos, que acusaban de «contrarrevolucionarios» y «traidores» a todos aquellos que votaran en contra de la sentencia a muerte del monarca caído. El efecto consiguió amedrentar a diputados girondinos moderados y todos los miembros de la Convención, finalmente, dieron su voto afirmativo. Algunos aprovecharon la ocasión para hacer fervorosos discursos y justificaciones, como Felipe Igualdad que, al subir a la tribuna, exclamó:

«Preocupado tan sólo por mi deber, convencido de que todos aquellos que han atentado o atentarán contra la soberanía del pueblo merecen la muerte, voto favorablemente por la muerte».

Dantón, Robespierre y otros líderes revolucionarios giraron la cabeza o le despreciaron abiertamente, pues el primo del rey era el único que habría podido permitirse una recusación y no quiso hacerlo. Al conocer la noticia, Luis XVI se lamentó ante su abogado de que su pariente, «el señor de Orleans», hubiera solicitado su ejecución. Y así fue, el 21 de enero de 1793 el rey de Francia fue guillotinado, iniciándose un estado de opinión contrario a la Convención en algunas regiones del Oeste francés que terminaría provocando la sublevación de la Vendée y la guerra civil.

Arrogante y cerril, Felipe Igualdad aparentó normalidad en sus paseos por la ciudad, vestido de luto. Preguntado por si lo llevaba por su primo, lo negaba abiertamente, explicando que lo guardaba por la muerte de su suegro, el duque de Penthiévre. Calló, sin embargo, el rumor de que éste había muerto impresionado por la ejecución del rey y la traición de su yerno.

Retrato de Luis Felipe II de Orleans, duque de Orleans (conocido como Felipe Igualdad)

Creyendo en su total impunidad, Felipe Igualdad votó en marzo la creación de un tribunal revolucionario, a propuesta de los revolucionarios más izquierdistas. Pronto, esa siniestra institución no tardaría en bañar en sangre a toda la nación, ejecutando a hombres y mujeres, a revolucionarios y contrarrevolucionarios. Su hijo Felipe abandonó el Ejército francés el 5 de abril cuando, junto el general Dumouriez y 800 soldados de caballería, se pasó al Ejército austriaco, con el que la Convención se hallaba en guerra.

Los enemigos políticos del exduque de Orleans, que le odiaban por su carácter y familia, aprovecharon la ocasión para encausarle. Marat proclamó que siempre había desconfiado de ese personaje sin virtud, sin alma, sin entrañas, que tenía un hijo traidor. Si bien el acusado intentó salvarse enviando generosas sumas de dinero a diputados girondinos, no pudo evitar que -ironías de la vida- fuera juzgado en el mismo lugar, la Grande Charme del Parlamento, donde se había alzado contra su primo en 1787. Tras comerse un pollo, acompañado de un vino de Borgoña, el 6 de noviembre de 1793, aquel frío personaje fue ejecutado de la misma manera que había solicitado para otras personas.