Los ingleses de Bolívar o el papel de los soldados británicos en las independencias de América
La historiografía tradicional hispanoamericana tendió a minimizar la influencia de la acción militar británica para presentar la victoria como el fruto de un esfuerzo patrio y no de la influencia extranjera
¿Cuál fue la importancia de la contribución militar británica en las independencias del Imperio Español? La historiografía tradicional hispanoamericana tendió a minimizarla, para presentar la victoria como el fruto de un esfuerzo patrio y no de la influencia extranjera. Los estudios posteriores que han abordado monográficamente la presencia de británicos en las guerras de emancipación, sin embargo, coinciden que la ayuda británica fue instrumental para inclinar la balanza en favor de la independencia.
Dada la complejidad de los varios conflictos simultáneos que llevaron al fin del dominio español en América, esta afirmación es más cierta en unas regiones que en otras. En el Río de la Plata la presencia de soldados extranjeros fue mínima, aunque los comerciantes ingleses de Buenos Aires fuesen esenciales para financiar y aprovisionar a los ejércitos de San Martín.
En Chile, la ayuda británica se centró en la formación de la escuadra de Lord Cochrane, sin la cual jamás se habría logrado el control naval del Pacífico que condenó a los realistas a la derrota. En México hubo expediciones de aventureros como la de Xavier Mina, armada y financiada en Londres, pero la presencia británica en las filas rebeldes fue menos marcada y jugaron un papel tanto o más relevante los estadounidenses y exiliados bonapartistas franceses como el general Lallemand.
Sin duda donde el auxilio británico resultó más decisivo fue en la Gran Colombia, que fue el destino de la mayoría de las expediciones. Más de 6.000 soldados británicos cruzaron el Atlántico para unirse a las tropas de Simón Bolívar.
Las expediciones no se reclutaron exclusivamente en puertos ingleses, también desde Francia, Alemania y Países Bajos operaron agentes americanos, aunque el centro de operaciones fue sin duda Londres y los británicos fueron con diferencia la nacionalidad mayoritaria entre los voluntarios extranjeros. La coyuntura socio-económica ayudó a la causa rebeldes, puesto que Gran Bretaña, como el resto de Europa, atravesaba un periodo de aguda depresión económica tras el final de las Guerras Napoleónicas.
La industria británica, que durante años se había lucrado de suministrar armas, municiones y uniformes a los ejércitos aliados, necesitaba redirigir hacia un nuevo mercado el excedente. Del mismo modo, la masiva desmovilización militar emprendida por el gobierno dejó en el paro a miles de soldados veteranos y obligó a reducir a media paga a gran parte de la oficialidad del Ejército.
La llegada de la paz había perjudicado gravemente a muchos que, tras años de conflicto, habían hecho de la guerra su negocio, y a partir de 1815 la única guerra activa que había era la que España libraba contra sus súbditos rebeldes.
Muchas personas asaltadas por la penuria que carecían de experiencia militar alguna se vieron también atraídas por las promesas hechas por los agentes rebeldes de sueldo fijo, comida, alojamiento, botín e incluso la posibilidad de recibir tierras y establecerse como propietarios en las nuevas repúblicas.
Por último, y aunque fuese una motivación minoritaria sin duda, algunos radicales desencantados con la vuelta del absolutismo y el triunfo de los reyes en Europa vieron en la América española una posibilidad de revivir los sueños de la Revolución Francesa y aunque la mayoría de estos aspirantes a revolucionario se contentó con escribir loas en los periódicos, algunos llegaron a embarcarse para engrosar las filas de los rebeldes.
Era inevitable que, en la Europa pacífica y estable pero económicamente deprimida y políticamente agitada de la Restauración, la exótica y feroz guerra en la América española se convirtiese en el principal atractivo para veteranos, comerciantes, aventureros, revolucionarios y demás gente en busca de fortuna. Un artículo crítico con las expediciones las describía como formadas «principalmente de aventureros despilfarradores, fanáticos descerebrados y la escoria del pueblo» y la embajada española en Londres denigraba a sus integrantes, «no siendo en realidad otra cosa que unos aventureros que solo buscan su mayor provecho». Los propios generales independentistas en América se quejaron varias veces de la poca calidad, indisciplina y mal comportamiento de los soldados británicos.