Conferencia 'Juntos fuimos imperio'
Zunzunegui: «México no existiría sin Hernán Cortés»
En su tercera visita a España ha conversado sobre el Imperio que una vez fuimos, pero no con la intención de que volvamos a serlo, asegura, sino porque conocer este «pasado maravilloso» nos permite «construir un futuro mejor»
«Quién nos enseñó a odiarnos tanto a nosotros mismos con unas versiones tan terribles. Quién nos enseñó estás versiones y lo peor: en qué momento decidimos comprar versiones de la historia que nos hacen odiarnos tanto», se pregunta el historiador, escritor y académico mexicano Juan Miguel Zunzunegui, en el auditorio de la Fundación Rafael del Pino este martes.
Estas preguntas hacen que cuestionemos el relato impuesto por la leyenda negra sobre la historia de España en América. Una historia que fue común y que mezcló ambos lados del Atlántico durante 300 años, pero que, por desgracia, sufre de una hispanofobia tanto dentro como fuera del país que nos impide vernos como lo que fuimos y seguimos siendo: hermanos unidos por la Hispanidad.
No es su primera visita a Madrid, ni mucho menos la última. En su primera intervención –también en este mismo auditorio y con motivo de la presentación del documental España, canto de vida y esperanza– habló de lo que llamó un «encuentro inevitable» entre España y México. En la segunda ocasión que visitó Madrid quiso conversar sobre lo que sucedió al día siguiente a la conquista de Tenochtitlan en el que, según recuerda el historiador, «no hubo lamentos de conquista ni un pueblo triste y deprimido. Hubo celebración porque 800 españoles y 100.000 guerreros indígenas tomaron la ciudad de sus opresores».
Pero lo más importante es que después de la caída de esta ciudad fue que «tlaxcaltecas, texcocanos y españoles comenzaron a construir una civilización» por eso «no es la historia de una conquista» porque nadie que quiere aniquilar culturas, robar, cometer un genocidio y empobrecer un continente entero, tal y como difunde el relato negro legendario, construye un mundo nuevo y mucho menos se mezcla con aquellos a los que quiere someter.
En México nos contamos la historia con rencor y en España con culpa
Y afirma que «nadie en América durante los 300 años de virreinato se sintió conquistado jamás». Es más, añade, «todos estos pueblos indígenas quedan perfectamente respetados por la corona».
Por ello, en su tercera visita a España este año a la que ha sido invitado por la fundación –consiguiendo el aforo completo– en colaboración con Unidos por la Historia, una asociación dedicada a divulgar la historia hispánica en múltiples ámbitos y formatos; Zunzunegui ha realizado una magistral conferencia en la que ha expuesto cómo se han creado y perpetuado falsos mitos sobre la historia de España, ofreciendo un análisis crítico para reivindicar su verdadera esencia.
El encuentro entre dos mundos
Ante el argumento que dice que América no fue descubierta, sino conquistada, invadida y en la que hubo un genocidio; el también doctor en Humanidades pone sobre la mesa otra realidad: el encuentro de dos mundos al que hizo referencia el historiador mexicano Miguel León Portilla en 1992. Es más, indica que cuando llegó Hernán Cortés lo hizo con 400 aventureros que no eran soldados, con doce caballos, con doce arcabuces y doce ballestas por lo tanto eso «no fue una conquista».
Tampoco fue invasión porque «una invasión se sostiene con un ejército de ocupación y en América no hubo uno hasta el siglo XVIII para cuidarnos de los ingleses. Pero jamás hubo en América un ejército de ocupación», subraya Zunzunegui. En este sentido, expresó que México «es un país que no existiría sin la llegada de Hernán Cortés, pero en México nos contamos la historia con rencor y en España con culpa».
«Después de la llegada de España a América y después de una etapa muy tumultuosa de diez años se empezó a construir» un Nuevo Mundo, explica. Y describe como «caóticos» esos primeros diez años desde la llegada de Colón hasta que en 1502 la Corona manda a Nicolás de Ovando para «organizar un gobierno» y «poner orden» en aquellas tierras porque hubo violencia –«el ser humano es temeroso y por consiguiente violento», subraya–y también hubo gente que se lanzó a esta aventura movida por la conquista del oro.
Pero pronto llegarían una serie de ordenanzas para el buen regimiento y tratamiento de los indios, las conocidas como Leyes de Burgos, donde ya en 1512 se prohíbe la esclavitud de los habitantes de América al ser considerados como hombres libres, racionales y con derechos de propiedad sobre sus tierras y casas.
Del mismo modo, la Corona española decide mandar franciscanos, quienes se encargaron de evitar el maltrato y construir la civilización: «Tú mandas cuatro franciscanos hoy y dos años después vas a ver qué ha pasado y hay un pueblo», comenta con humor. Primero fueron los franciscanos, a quienes les siguieron agustinos y después jesuitas, y gracias a su labor, pues «eran cartógrafos, astrólogos, botánicos, ingenieros... Hacían de todo», se logró construir la civilización que más tarde se convertiría en Hispanidad.
En cuanto al supuesto genocidio, Zunzunegui asegura que nunca hubo tal cosa y explica el porqué. En primer lugar porque «tiene que se un acto voluntario y eso no pasó nunca». En segundo, porque la idea de un genocidio es «acabar con ese pueblo por ser ese pueblo. Es decir, que por odio quieres acabar con él; y eso no pasó nunca». Y en tercer lugar, «no se acabó con ningún pueblo. Todos esos pueblos que España se encontró en el siglo XVI siguen estando en América a día de hoy», de una forma más pura o de forma mestiza.
El académico continúa su disertación y desvela que la segunda lengua en tener una gramática escrita, por detrás de la del castellano de Nebrija de 1492, fue el náhuatl. «La siguiente fue el maya y después el quechua», añade.
«No haces la gramática del pueblo al que quieres exterminar y estás conquistando. Haces la gramática de un pueblo con el que te quieres entender. Tampoco haces la gramática de un pueblo al que le quieres imponer una forma de vida y una religión, sino que la haces por un pueblo al que quieres entender para luego convencerlo, que es muy distinto que imponer», sentencia Zunzunegui.
Y continuando con este planteamiento comenta que todo el oro que supuestamente robaron los españoles se quedó en América: «Todo el norte de Nueva España lo construyeron de cero. Españoles con tlaxcaltecas se van a poblar desde cero. Ciudades como Querétar, Guanajuato, Zacatecas, San Luis Potosí... Todas son fundadas por españoles y tlaxcaltecas de la nada».
España generó un mundo
En definitiva, España no realizó una conquista en América, sino que generó un nuevo mundo. Por eso Isabel la Católica lanza, un año antes de fallecer, su famosa proclama: «Cásense españoles con indias y españolas con indios –y añade el historiador mexicano– para que seamos un solo pueblo».
A diferencia de los modelos coloniales de belgas, franceses, holandeses, ingleses... en los que llegan, toman los puertos y de ahí llevan a la metrópoli los recursos que extraen; los españoles «se van tierra a dentro y fundan ciudades». Porque a la Corona española le importó «ese contacto cultural de ida y vuelta, de tornaviaje, de quedarse» y eso es lo que diferencia la hazaña española.
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En este sentido recuerda que «en América había diversos pueblos, muy distintos, distantes y enemigos entre ellos hasta que llegó España y les dio elementos de cohesión: la lengua española, la religión católica y la monarquía universal». Por eso, Zunzunegui sostiene que lo que sucede en el siglo XIX no es una guerra de independencia sino de secesión. Porque no hubo colonias emancipándose de su metrópoli, sino que «hay un imperio fragmentándose».
Rememoró, por último, cómo Agustín de Iturbide describió el proceso de separación: «Durante 300 años, España construyó América. 300 años después, dado que ahora la rama es igual al tronco y que hay muchos daños derivados de lo lejos que está el centro, es momento de independizarnos. Pero hay que separar el nudo sin romperlo». Esta es la gran tragedia de la Hispanidad y América, que «hemos roto con el pasado que construimos juntos», explica.
El autor de libros como Falsificar la historia, Hernán Cortés o Los mitos que nos dieron traumas concluye con una nota optimista y aunque su conferencia ha versado sobre el Imperio que una vez fuimos, advierte que los 550 millones de personas que conformamos esta civilización llamada Hispanidad podremos «construir un futuro mejor».