Hallan restos de un templo desaparecido de la reina Hatshepsut con inscripciones «raras» de hace 3.600 años
La misión ha encontrado más de un centenar de tablillas de piedra caliza y arena en las que estaban grabados el nombre de nacimiento y de coronación de la reina
«Se encontraron un gran número de inscripciones en el Templo del Valle, las cuales son muy raras y bellas», indicó el reconocido arqueólogo egipcio, Zahi Hawass. Se trata de una serie de inscripciones «raras» de hace 3.600 años que fueron halladas en los restos del Templo del Valle de la reina Hatshepsut, en el complejo de Deir el Bahari de Luxor, además de otros artefactos antiguos.
La Fundación Heritage, liderada por Hawass, en cooperación con el Consejo Supremo de Antigüedades y el Ministerio de Turismo del gobierno egipcio comunicaron en una rueda de prensa los hallazgos que se hicieron en la misión arqueológica conjunta. «Hay muy pocos ejemplos similares [de estas inscripciones] en otros museos egipcios», aseguró el egiptólogo.
Por otro lado, señaló que la colección de inscripciones datada de la época de la reina Hatshepsut, que gobernó de 1513 al 1490 a.C.) y Tutmosis III (1479 a 1425 a.C.), se considera «la más completa de todos los restos del Templo del Valle», el cual se ubica sobre la franja occidental del río Nilo y que fue demolido durante la dinastía XIX.
Por su parte, el secretario general del Consejo Supremo de Antigüedades, Mohamed Ismail, declaró que la misión encontró más de un centenar de tablillas de piedra caliza y arena en las que estaban grabados el nombre de nacimiento y de coronación de la reina.
Además, destacó que entre estos artefactos se encontró un panel de piedra caliza «único» en el que se puede apreciar el nombre y el título del arquitecto del templo de Hatshepsut en relieve: el ingeniero Senmut, supervisor del palacio.
Hawass afirmó que se descubrieron una serie de fosas funerarias talladas en roca y pertenecientes a la Dinastía XVII (1580-1550 a.C.); en su interior se encontraron esteras en su estado original y una serie de ataúdes de madera con apariencia humana, conocidos como «ataúdes de plumas», muy característicos de la época. El «más destacado» de estos es el de un niño pequeño que fue enterrado hace 3.600 años.