
Paracaidistas militares
De Alcantarilla a Ifni pasando por Alcalá de Henares: el primer salto paracaidista del Ejército de Tierra
Tuvo lugar el 23 de febrero de 1954 sobre la vertical de la base aérea de la citada localidad murciana
La I Bandera Paracaidista del Ejército de Tierra fue creada el 17 de octubre de 1953 por orden del ministro del Ejército, teniente general Agustín Muñoz Grandes. La unidad, de entidad batallón, fue denominada «bandera» continuando la tradición de la Legión. Siguiendo con los paralelismos, a sus componentes les fue concedido el título de Caballero Legionario Paracaidista. Por otra parte, la I Bandera Paracaidista tomaría su nombre del caudillo almogávar Roger de Flor, quien estuvo al servicio de la Corona de Aragón en el siglo XIV. También aportó su emblema, la flor de lis.
Al frente de la I Bandera Paracaidista fue situado el comandante Tomás Pallás Sierra, un militar con una brillante hoja de servicios que en esos momentos estaba al mando de la V Bandera del Tercio «Duque de Alba», 2.º de la Legión. La composición inicial de la unidad paracaidista fue de 8 oficiales, 12 suboficiales y 149 de tropa, voluntarios principalmente provenientes de la Legión y de los Cazadores de Montaña. La unidad se instaló en el acuartelamiento Lepanto de Alcalá de Henares (Madrid), antiguo cuartel de Caballería.
El primer salto de la I Bandera Paracaidista «Roger de Flor» se produjo el 23 de febrero de 1953 en Alcantarilla, fecha que ha quedado establecida como la de creación de las unidades paracaidistas del Ejército de Tierra. Los intrépidos militares que protagonizaron el primer salto desde aviones Junkers 52 y Savoia S-81 iban equipados con paracaídas T-6 de fabricación nacional.
En enero de 1956 se comenzó a organizar la II Bandera Paracaidista que recibió su nombre de otro caudillo almogávar: Roger de Lauria.La guerra de Ifni y el primer salto paracaidista de guerra
A raíz del continuo hostigamiento al que Ejército de Liberación marroquí sometía a las tropas españolas, en mayo de 1956 la I Bandera Paracaidista se trasladó a Ifni, en aquellos tiempos parte del África Occidental Española, junto a Cabo Juby y Sáhara. Se trataba de un territorio que Marruecos había empezado a reclamar tras obtener su independencia. La unidad sería relevada en enero de 1957 por la II Bandera Paracaidista «Roger de Lauria».
La tensión en la zona iba en aumento. El 23 de noviembre de 1957 se produjo un ataque generalizado sobre Sidi Ifni y todos los puestos del interior. El cuartel de la policía en Tiliuin, en las inmediaciones de la frontera con Marruecos, fue uno de los principales objetivos. Para auxiliar a la guarnición sitiada se diseñó la operación Pañuelo, consistente en el lanzamiento en paracaídas de la 7.ª Compañía disminuida en una sección: 75 hombres en total. El nombre de la operación hacía referencia a las reducidas dimensiones del lugar donde se llevaría a cabo el salto.
Para la operación se designaron cinco aviones Junkers 52 y el apoyo aéreo directo a cargo de cinco Heinkel 111. Se decidió que el desembarco aéreo se realizaría en dos rotaciones: la primera formada por cinco patrullas de 15 hombres y la segunda con los abastecimientos, morteros y municiones. Según el plan, la unidad reforzaría la defensa del fuerte y, si fuese posible, prepararía el terreno para el aterrizaje de aviones destinados a la evacuación de la posición. En caso contrario, se esperaría la llegada de columnas de socorro por vía terrestre.
Antes de partir, la 7.ª Compañía fue inspeccionada por el comandante Pallás quien, en su arenga, destacó la importancia y la peligrosidad de la misión. Sobre las 11:30 h. los paracaidistas saltaron desde la altura mínima permitida: 200 metros. Todas las patrullas cayeron en los lugares previstos, excepto la del capitán Sánchez Duque, que tomó tierra a unos dos kilómetros del puesto. Este desvío, lejos de representar un problema, resultó incluso beneficioso pues los rebeldes, confundidos y temerosos de un cerco, se alejaron de la zona de sitio.
Mientras la 1.ª Sección protegía la zona de caída y recogía los paracaídas, la 2.ª reconoció el poblado cercano y apoyó el avance de la patrulla del capitán de la compañía. Una vez reunida la unidad, entraron en el fuerte entre aclamaciones de los defensores. Los sitiadores, totalmente desconcertados, no supieron cómo reaccionar, lo que resultó en una operación sin bajas, excepción hecha de tres lesionados.
Durante las siguientes jornadas los rebeldes atacaron el fuerte con fuego de mortero y fusilería hasta que el 3 de diciembre a las diez de la noche se estableció contacto con las fuerzas de la Legión. La guarnición había sido salvada de una muerte prácticamente segura.
La primera acción de guerra que contó con el lanzamiento aéreo de los caballeros legionarios paracaidistas del Ejército de Tierra español había sido un rotundo éxito.