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Leopoldo II de Bélgica y las víctimas de las mutilaciones realizadas por las autoridades del Congo, colonia belga

Leopoldo II de Bélgica y las víctimas de las mutilaciones realizadas por las autoridades del Congo, colonia belga

Dinastías y poder

Leopoldo II, el monarca belga que convirtió el Congo en su negocio privado

El «Estado Libre del Congo» supuso un Estado personal para el monarca belga y lo convirtió en un sistema de explotación sistemática

En 1830, Bélgica se separaba de los Países Bajos y proclamaba a Leopoldo de Sajonia-Coburgo, duque de un pequeño estado alemán anterior a la unificación, soberano. Su hijo, Leopoldo II heredó el trono de este nuevo país fuertemente industrializado y con importantes vínculos dinásticos con los británicos, que expandió su propiedad sobre los territorios africanos de la inmensa cuenca del río Congo.

De una extensión seis veces mayor que España, el «Estado Libre del Congo» supuso un Estado personal que lejos de permitir a los jefes congoleños entenderse y defenderse de los árabes que los reducían a la esclavitud, se convirtió en un sistema de explotación sistemática que aportó extraordinarios beneficios económicos.

Una caricatura que critica a Leopoldo II por ganar dinero en el Congo mientras a los congoleños les cortaban las manos

Una caricatura que critica a Leopoldo II por ganar dinero en el Congo mientras a los congoleños les cortaban las manos

Bélgica era un país resultado de las revoluciones liberales que azotaron Europa en la década de los treinta. El primer rey de los belgas, Leopoldo I, viudo de su primera esposa, Carlota Augusta de Gales, una Hannover con la que no tuvo descendencia, se había vuelto a casar en 1832 con Luisa de Orleáns, hija de Luis Felipe de Orleáns.

La pareja se estableció en el castillo real de Leaken aunque con largas temporadas en Amberes y en Bruselas, con idea de hacer frente a los intentos neerlandeses por recuperar el afecto de sus antiguos territorios. Los reyes pretendían ganarse las simparías de los aristócratas belgas que se mantenía orangistas.

En esos años Bélgica se amoldó a los nuevos aires liberales triunfantes en Europa y se convirtió en un país próspero con importante flujo comercial con Gran Bretaña. Leopoldo I concertó además el matrimonio de su sobrino Alberto con la joven reina Victoria de Inglaterra y el de su hija, Carlota, con el Archiduque Maximiliano de Habsburgo, futuro Emperador de México. Leopoldo I fue soberano hasta su muerte en 1865. No había comenzado todavía, la colonización imperialista del continente africano.

Leopoldo II, tenía fama de ser un buen diplomático, aunque rudo en comportamientos. Casado desde 1853 con Enriqueta de Habsburgo, su unión respondía a la necesidad de reforzar los lazos dinásticos de la nueva nación. Durante su mandato, el país se consolidó como potencia industrial y consiguió mantenerse neutral en la Guerra Franco-Prusiana de 1870, que terminó con el II Imperio Francés dando comienzo a tiempos nuevos: la era del imperialismos.

Aunque el rey destacó por el mecenazgo en obras públicas, Leopoldo II se ganó un nocivo puesto en la historia con la creación del llamado «Estado Libre del Congo». «El nuevo Estado del Congo, es de una extensión mayor que toda Europa y si todo él estuviera poblado, podría contener 400 millones de habitantes. El acta constitutiva del nuevo Estado se firmó en Berlín el 26 de febrero. Este documento contiene las declaraciones sobre libertad de comercio, protección de indígenas, misioneros y viajeros. Ahora solo falta elegir rey» podemos leer en la prensa (La hormiga de oro, 15 de marzo 1885).

En realidad, con cerca de veinte millones de nativos, el territorio era de su propiedad y fue consentido como tal en la Conferencia celebrada en Berlín en 1885, donde se aprobó el reparto de África por las nuevas potencias coloniales. Las políticas aplicadas en el Congo para el enriquecimiento propio del monarca y la explotación de sus materias primas, especialmente caucho, diamantes y marfil procedente de cuernos de elefante, le valieron infinidad de críticas. El libro de Joseph Conrad, El corazón de las tinieblas, o el menos conocido de Conan Doyle, El crimen del Congo, son una muestra de ello.

Leopoldo II estuvo en el trono durante cuatro décadas, durante las cuáles se le acusó de prácticas violentas propias de un modelo de colonización extremadamente brutal. Pero aquello aportaba unos beneficios extraordinarios a las sociedades privadas que había creado y de las que era accionista principal. En 1908, tuvo que transmitir su Congo a Bélgica para crear el «Congo Belga».

Una viñeta de Punch de 1906 de Edward Linley Sambourne que representa a Leopoldo II como una serpiente de caucho enredando a un recolector de caucho congoleño.

Una viñeta de Punch de 1906 de Edward Linley Sambourne que representa a Leopoldo II como una serpiente de caucho enredando a un recolector de caucho congoleño.

Aunque el rey se había quedado viudo en 1902, volvió a casarse, morganáticamente, con su amante. Pero no tuvo hijos varones por lo que fue su sobrino quien se convirtió en duque de Brabante, título que en Bélgica lleva el heredero. Se llamaba Alberto y estaba casado con Isabel de Baviera, sobrina de la célebre Sisi, por ser hija del hermano oftalmólogo de la emperatriz del Imperio Austro-Húngaro. Como ella, era intrépida y aventurera y fue una de las primeras mujeres en adentrarse en la tumba del faraón Tutankamón, al poco de descubrirse en el Valle de los Reyes. Incluso llegó a visitar a Mao Tse-Tung y viajar a la URSS, cuando era ya una mujer de edad.

Alberto fue proclamado rey de los belgas en 1909, tras el fallecimiento de Leopoldo II. Durante su reinado, el país continuó su desarrollo industrial manteniendo sus fuertes vínculos con el Reino Unido, lo que le llevó a ser un claro objetivo alemán al inicio de la Primera Guerra Mundial. Una de las hijas de Alberto I fue la princesa María José, por matrimonio, última reina de Italia.

Tras la muerte de Alberto I, le sucedió su hijo Leopoldo III, casado con Astrid de Suecia, trágicamente fallecida en un accidente de coche cerca de Lucerna. Son los padres de Balduino y Alberto de Bélgica. El Congo no logró la independencia hasta 1960, cuando la aristócrata española, Fabiola de Mora y Aragón, era ya reina.

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