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Leopoldo II de Bélgica y las víctimas de las mutilaciones realizadas por las autoridades del Congo, colonia belga

Leopoldo II de Bélgica y las víctimas de las mutilaciones realizadas por las autoridades del Congo

Los horrores del colonialismo de Bélgica que Urtasun ha comparado con el descubrimiento de América

Entraban en un poblado, tomaban a las mujeres y a las niñas como rehenes y ordenaban a los hombres adentrarse en la selva para recolectar una cuota determinada de caucho

El ministro de Cultura, Ernest Urtasun, tachó de «terrorífico» y «racista» el colonialismo de Bélgica en el Congo en una reciente entrevista concedida a la Cadena Ser. Sin embargo, tras esta afirmación, manifestaba sin ningún tipo de reparos que España había heredado la «cultura colonial»: «En Bélgica hay un museo sobre África que era terrorífico, racista, colonialista, espantosa... Bélgica ha cambiado radicalmente su museo. Creo que es algo que nosotros, poco a poco, tenemos que empezar a hacer. ¿Cómo lo haremos? Aún estamos mirando medidas concretas, pero nosotros hemos heredado esa cultura colonial que tenemos que ver y gestionar...».

Antes de adentrarnos en las atrocidades que cometió Bélgica habría que matizar dos cosas: España a lo largo de los años nunca tuvo colonias. Eran provincias de las Españas, a diferencia de Inglaterra o Francia que sí tuvieron colonias. Llamar así las posesiones en América, África o Asia forma parte de la leyenda negra. España sólo ha tenido una colonia, el Sáhara Español, hasta que en 1968 se convirtió en provincia. En segundo lugar, Isabel la Católica fue la primera personas que se preocupó por los derechos de los indios, determinando que seguirían siendo los propietarios de las tierra que les pertenecían con anterioridad a la llegada de los españoles y dictó un decreto prohibiendo la esclavitud.

El tema que ha puesto sobre la mesa el ministro de Cultura tiene como protagonista al Rey Leopoldo II de Bélgica (1835-1909). Este Rey fue el fundador y único propietario del Estado Libre del Congo, con una superficie de 2.350.00 Km2, 20 veces Bélgica. Su domino se extendió de 1885 a 1908. Su idea inicial era llevar a esa región las beneficios del cristianismo, de la civilización occidental y el comercio. En un primer momento, tras convencer a las potencias euroasiáticas de sus intenciones, creó la Asociación Internacional Africana, que luego pasó a ser el Estado Libre del Congo.

Enriquecerse con el terreno

Hemos de entender una cosa. El Estado Libre del Congo no fue una colonia dependiente de Bélgica. Es la única registrada, a lo largo de la historia, que ha sido propiedad de una persona. Leopoldo II era su único propietario. Podía hacer y deshacer a su entera libertad, porque como propietario tenía potestad para hacerlo. A pesar de sus iniciales intereses filantrópicos, la realidad fue distinta: su provecho en aquella zona era para enriquecerse. ¿Cuál era la materia prima? A parte de los diamantes y piedras preciosas estaba el marfil. Un bien muy preciado, en aquellos años, y que se utilizaba para multitud de cosas, desde teclas de piano, joyería, dientes, juguetes, figuras…

Los primeros años del Estado Libre del Congo estuvieron ligados al marfil. Luego la materia prima pasó a ser el caucho debido al uso del mismo para las ruedas de bicicleta, automóviles, cables eléctricos y cintas maquinaria industrial. Al respecto Mark Dummet, corresponsal de la BBC en Kinshasa, escribió que «él [Leopoldo II] convirtió su Estado Libre del Congo en un campo de trabajo masivo, hizo una fortuna para sí mismo con la recolección del caucho y contribuyó en gran medida a la muerte de quizás 10 millones de inocentes».

Trabajo forzoso y mutilaciones

El Estado Libre del Congo tenía un ejército privado de 19.000 hombres. Estos dependían del Rey y se conocía como Fuerza Pública. Su misión, a parte de controlar el país, era forzar a la gente para que fueran a trabajar. ¿Cómo actuaban? Entraban en un poblado, tomaban a las mujeres y a las niñas como rehenes y ordenaban a los hombres adentrarse en la selva para recolectar una cuota determinada de caucho y mientras ellos trabajaban su familia moría de hambre y, antes, se abusaba sexualmente de ellas. Eso sí, de no llegaban a la cuota les amputaban las manos. Tampoco estaban libres de estas amputaciones sus hijos varones.

Foto de «Hombres congoleños con las manos cortadas», tomada por Alice Seeley Harris

Foto de «Hombres congoleños con las manos cortadas», tomada por Alice Seeley Harris

Como curiosidad hay que comentar que el ejército privado no podía malgastar las balas que tenían a su disposición. Por ello se obligó a los soldados a justificar cada bala gastada trayendo las manos de sus víctimas. Dicho de otra manera, cada bala disparada equivalía a una mano cortada. Cuando tenían que sofocar una revuelta, al regresar, traían una cesta llena de manos. Tantas manos como balas habían disparado. Cualquier excusa era buena para cortar una mano. La Fuerza Pública utilizaba esta táctica para cubrirse las espaldas. Dicen que Leopoldo II afirmó que «cortar las manos es algo idiota. Yo les cortaría todo lo demás, pero no las manos. Eso es la único que necesito en el Congo».

El historiador Peter Forbat detalló que «las cestas de manos cercenadas, colocadas a los pies de los comandantes de correos europeos, se convirtieron en el símbolo del Estado Libre del Congo» e incluso «la recolección de manos se convirtió en un fin en sí mismo. (...) Se convirtieron en una especie de moneda; y a los soldados de la Fuerza Pública se les pagaron sus bonos sobre la base de cuántas manos recogieron».

La presión internacional que se ejerció sobre Leopoldo II hizo que decidiera ceder su propiedad, en 1908, a Bélgica. El Estado Libre del Congo pasó a llamarse Congo Belga. Después de la muerte de Leopoldo II se creó el Museo Real de África, primer museo sobre le Congo en el mundo. En 2018 dejó de ser un instrumento de propaganda sobre el proyecto colonial para adaptarse a los nuevos tiempos.

Un misionero señala a la mano cortada de un aldeano congoleño. Las manos cortadas eran «el símbolo más poderoso de la brutalidad colonial» en el Congo.

Un misionero señala a la mano cortada de un aldeano congoleño. Las manos cortadas eran «el símbolo más poderoso de la brutalidad colonial» en el Congo

Leopoldo II y sus deseos de colonialismo asesinaron a 10 millones de congoleños inocentes, por no hablar de las personas que sobrevivieron sin manos. Pues bien, de haberse producido hoy en día, podríamos acusar al Rey Leopoldo II de crímenes de lesa humanidad. Con un agravante, nunca visitó el Estado Libre del Congo. El historiador Adam Hochschild también la cifra en 10 millones basándose en investigaciones llevadas a cabo por el antropólogo Jan Vansina, a partir de fuentes de la época, y estima que de 1885 a 1908 la población congoleña quedó reducida a la mitad por culpa de los asesinatos, el hambre, el agotamiento, las enfermedades y el desplome de la natalidad. El historiador congoleño Ndaywel e Nziem eleva la cifra a 13 millones de muertos.

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