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Muro de Berlín 1989

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La verdadera memoria histórica sobre el comunismo en los países del Este

Los partidos comunistas se arrogaron el monopolio de la memoria y ejercieron un estricto control sobre la interpretación de la historia

La Declaración de Praga sobre la conciencia europea y el comunismo, que se firmó el 3 de junio de 2008, fue una declaración iniciada por el gobierno checo, y firmada por destacados políticos europeos, ex presos políticos e historiadores, donde se pidió «la condena y educación en toda Europa sobre los crímenes del comunismo». 

En el Parlamento Europeo se aprobó una resolución el 2 de abril de 2009 por 533 votos contra 44 y 33 abstenciones, en la que el Parlamento Europeo condenaba los crímenes totalitarios. La resolución considera que «deben mantenerse vivos los recuerdos del trágico pasado de Europa, con el fin de honrar la memoria de las víctimas, condenar a los autores y establecer las bases para una reconciliación basada en la verdad y la memoria». 

El 23 de agosto fue establecido como Día Europeo Conmemorativo de las Víctimas del Estalinismo y del Nazismo a escala de la Unión Europea. En respuesta, se formó la Plataforma de la Memoria y la Conciencia europeas como una iniciativa de la presidencia polaca de la UE en 2011.

En el caso de la antigua Europa del este, los partidos comunistas se arrogaron el monopolio de la memoria y ejercieron un estricto control sobre la interpretación de la historia, cuyo discurso debía servir para legitimar y justificar su poder. El fin de los sistemas comunistas, primero en Europa central y oriental y luego en la propia URSS, provocó el fin del monopolio comunista de la memoria.

En Ucrania en abril de 2015, el parlamento aprobó cuatro leyes para descomunistar el país. La prohibición de propaganda y simbología nazi y comunista (2558), el homenaje a los «luchadores por la independencia de Ucrania en el siglo XX» (2538-1), la conmemoración de la victoria sobre el nazismo en la Segunda Guerra Mundial (2539) y el acceso a los archivos de los cuerpos represivos de los regímenes totalitarios comunistas de 1917-1991 (2540). 

Las leyes fueron elaboradas por el Ukrainian Institute of National Memory, impulsado en 2006 por el presidente pro-occidente Víktor Yúshchenko (2005-2010). La ley 2558 colocó el comunismo y el nazismo a la misma altura, prohibiendo ambas ideologías. Una primera consecuencia de la ley fue la destrucción de todos los monumentos que quedasen de la época de la Unión Soviética.

En cuanto a la ley 2538-1, dedicada a los «luchadores por la independencia de Ucrania en el siglo XX» fue concebida para homenajear a los miembros de la Organización de Nacionalistas Ucranianos (OUN) y su brazo armado, el Ejército Insurgente Ucraniano (UPA). El gobierno polaco respondió bautizando el 11 de julio como Día a la memoria de las víctimas polacas del genocidio perpetuado por la OUN-UPA.

En Polonia, el partido de gobierno, Ley y Justicia (PiS), de Jaroslaw Kaczyński, en el poder desde las elecciones de 2015, puso una ley en el 2016 que obligaba a las autoridades locales a cambiar los nombres de las calles que «celebrasen el régimen totalitario comunista, a sus militantes o cualquiera fecha relacionada con el pasado comunista».

En Hungría, el Museo del Terror, organiza exposiciones que recuerdan la tragedia colectiva originada por la brutal intervención del ejército soviético y la posterior represión, sobre las víctimas del año 1956. La Terror Háza, o Casa del Terror, es el museo de la Memoria Histórica de Hungría que arranca con la ocupación nazi durante la Segunda Guerra Mundial y finaliza con la caída de la dictadura comunista en 1991. Su estructura presenta espacios descriptivos: la sala de interrogatorios, el tren del gulag, la granja colectiva, los calabozos. El museo se planificó e inauguró entre 1998 y 2002, durante el primer mandato de Viktor Orbán como primer ministro.

En Rusia el punto de vista es diferente. La sociedad rusa mantiene difíciles relaciones con su pasado. En la era Yeltsin se buscó construir el mito de una sociedad embarcada en el progreso y desviada de la experiencia bolchevique, con Vladímir Putin se busca reposicionar hacía una visión patriótica, proclive a la reconstrucción de una Gran Rusia

Los monumentos no recuerdan a las víctimas del Gran Terror de los años 30. Por el contrario, la nueva lectura oficial de la historia ha restaurado la imagen más nacionalista del pasado soviético, como es el caso del mandato de Jósif Stalin, como líder del inicio de la modernización de Rusia y su transformación en potencia mundial. La historia de Rusia se encuentra estrechamente ligada a la de la URSS. La desaparición de esta última provocó una gran crisis identitaria que, desde los años 90, la sociedad rusa se ha esforzado en superar con el objeto de reconstruir una identidad aceptable.

La memoria de la Segunda Guerra Mundial (en Rusia la 'Gran Guerra Patriótica'), se ha convertido en el principal fundamento de la identidad nacional rusa y ha adquirido de nuevo mito fundacional, basado en las terribles pérdidas humanas y la victoria sobre la Alemania nazi. En mayo de 2005, el 60º aniversario fue conmemorado en Moscú con extraordinaria pompa, con el objetivo de subrayar su estatus de gran potencia y recordar a los Países Bálticos, a Ucrania y a los países de Europa central y oriental que habían sido liberados de la ocupación nazi por el Ejército soviético.

Vladímir Putin, emplea constantemente la historia soviética, y la historia prerrevolucionaria, como apoyo de la ideología nacionalista que sustituye ahora a la ideología comunista. Entre sus iniciativas en este ámbito, podemos citar, por ejemplo, el proyecto de 'Ley memorial' destinado a castigar «todo atentado a la memoria histórica de los acontecimientos que se produjeron durante la Segunda Guerra Mundial»; la creación, en 2009, de una comisión presidencial sobre la «falsificación de la historia en detrimento de los intereses de Rusia»; que velase por Rusia en los manuales escolares de historia. 

Después de su reelección en 2012, Putin pidió al Ministerio de Educación y Cultura que un nuevo manual de historia. El grupo de trabajo presentó en octubre de 2013 un informe de 80 páginas a partir del cual se redactaría un manual único para la escuela secundaria. El manual proporciona una la visión oficial de la historia rusa, refuerza el patriotismo de las jóvenes generaciones y reafirma la idea de que el poder estatal es siempre legítimo. 

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