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Las personas rescatadas de la secta

Las personas rescatadas de la sectaMinisterio Público de Panamá

Historia de un crimen

47 años de cárcel para los miembros del culto «satánico» que mataron y torturaron a 7 personas en un exorcismo

Los miembros de la secta buscaban forzar a sus víctimas a «arrepentirse de sus pecados» bajo amenaza de muerte

La fiscalidad de la comarca Ngäbe Buglé, en Panamá, ha condenado a 47 años de cárcel a dos hombres que, en enero de 2020, torturaron y mataron a una mujer embarazada y a seis menores como parte de un ritual de exorcismo.

Tanto Abdiel González, de 32 años, como Jossafat González, de 23, son residentes de El Terrón, pequeña localidad de la comarca indígena donde ocurrió la hecatombe. Ambos aceptaron su responsabilidad en delitos de privación de libertad, femicidio, y homicidio doloroso agravado por sus actos en el exorcismo que resultó en masacre.

Otros seis hombres y una mujer también fueron detenidos por su presunta vinculación con el crimen: parecen ser miembros de «La Nueva Luz de Dios», secta autóctona que busca purgar los pecados a través de la tortura. Siguen esperando el veredicto de sus condenas tras un juicio oral ante un tribunal de conciencia.

En enero de 2020, tres víctimas que lograron escapar del ritual alertaron a las fuerzas policiales locales. Estas encubrieron los crímenes múltiples en una zona apartada en la jungla; 14 personas se hallaban prisioneras y torturadas en una grotesca capilla improvisada dentro de un rancho, y en una tumba excavada en la tierra yacían siete cadáveres.

Arrepentimiento o asesinato

Siete cuerpos, una mujer desnuda, garrotes de madera, biblias, una cabra sacrificada, y varios cuchillos y machetes: así es lo que la policía de Ngäbe Buglé, localidad indígena panameña, encontró en la iglesia destartalada escondida en la jungla.

Diez curas amateur, autodenominados seguidores de la secta «Nueva Luz de Dios», tenían encerradas a 21 personas de comunidades vecinas, prisioneras en la rudimentaria estructura con aspecto de capilla. Allí en la oscuridad, los torturaban a base de golpes con biblias y garrotes de madera.

«Estaban llevando a cabo un ritual, un ritual donde retenían a la gente en contra de su voluntad, maltratándolos», cuenta Rafael Baloyes, fiscal de la provincia panameña Bocas del Toro. «Todos estos ritos se centraban en matarlos si no se arrepentían por sus pecados».

Las muertes formaban parte de esta ceremonia de exorcismo donde se exigía a las víctimas «arrepentirse de sus pecados» si no querían ser asesinados por miembros de la secta, que creían haber recibido un «mensaje de Dios».

Se trataba de un grupo de predicadores que residía en la comarca desde hacía tres meses. La situación solo escaló cuando un cultista convencido de que Dios les había encomendado la misión de purgar a la comunidad, alentó al resto de la secta para empezar a secuestrar a locales. En total, 10 predicadores participaron en el exorcismo, y cuando la «ceremonia» se dio por terminada, arrojaron los cuerpos de sus 7 víctimas mortales en una tumba cercana, recientemente excavada.

«Estamos hablando de siete víctimas, seis menores de entre uno y 17 años. Seis son de la misma familia, la madre y sus cinco hijos, y la madre estaba embarazada», comparte Baloyes. «Secuestraron a esta familia específicamente para su ritual, los maltrataron, mataron a toda la familia». Finalmente, el fiscal añade que uno de los sospechosos de asesinato era el propio abuelo de los niños fallecidos.

Ricardo Miranda, líder de la comarca Ngäbe Buglé, tachó a la secta de «satánica» y declaró que iba en contra de las creencias cristianas.

«Exigimos la erradicación inmediata de esta secta satánica, que viola todos los principios de espiritualidad y tolerancia de las escrituras», dijo Miranda.

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