EE.UU. - Rusia
Estados Unidos frente a Rusia, el falso desafío de Biden
Expertos ponen en duda la sinceridad de Estados Unidos y Rusia al presentar una situación en Ucrania de extrema gravedad: «Está más cerca de la ficción que de la realidad»
El nuevo pulso entre Estados Unidos y Rusia, a cuenta de una posible invasión a Ucrania, tiene todo el aspecto de quedarse en eso, en un pulso con un final previsible y lejos del dramatismo que le quiere dar Washington.
Javier Morillas, profesor de la Universidad CEU San Pablo en Economía y Mercados Internacionales y Manuel Sánchez Cánovas, doctor en Seguridad Internacional, coinciden en que esta escenificación, a la hora de la verdad, es más teatro que realidad. «Mientras Rusia tenga la llave del suministro de gas y el control de la energía, no hay ninguna posibilidad de articular medidas coercitivas o embargos de ninguna naturaleza», observan ambos especialistas. La única excepción, matizan, sería «un embargo de alimentos, pero–añaden– en ese caso, los perjudicados serían países como España, Francia o Alemania».
Parálisis de la banca mediante el bloqueo del acceso al sistema Swift que permite realizar transferencias y operaciones financieras, intervención o aislamiento tecnológico y hasta autorizar el desembarco de tropas con la bandera estadounidense, son algunas de las medidas filtradas por la Casa Blanca destinadas, en teoría, a quitar de la cabeza de Vladimir Putin la idea de invadir Ucrania.
«Ninguna de estas opciones son viables. Rusia es autónoma en términos tecnológicos y en el peor de los casos, siempre podría recurrir a China, la potencia que, en verdad, es el adversario a batir», reflexionan.
Las cartas que en apariencia están sobre la mesa del terreno de la tensión, también tienen el nombre de la OTAN y de Europa, pero, esa baza no está en las previsiones del juego de la geopolítica actual. «Putin no va a mover ficha y la OTAN tampoco, porque sabe que si mueve ficha estallaría la tercera guerra mundial», insiste Sánchez Cánovas. Por si existiera alguna duda, afirman: «No hay elementos ni capacidad para exigir ni chantajear a Rusia». Ni por parte de Estados Unidos, ni dentro del viejo continente.
Medidas drásticas
Si no es viable un escenario de tensión bélica y la aplicación de medidas drásticas contra Rusia, ¿cómo se explica este fuego simbólico cruzado? ¿A quién beneficia?». «A los dos grandes líderes», coinciden Morillas y Sánchez Cánovas. «La economía de Rusia, con un PIB similar al de España, atraviesa un mal momento. Putin recibe críticas y Biden es un blanco fácil de atacar por los negocios y actividades de su hijo Hunter en Ucrania. Ambos, recuperan protagonismo y ofrecen una imagen de solidez en la defensa de los intereses de sus países», concluyen.
El Kremlin negaba en las últimas horas que estuviera en sus planes intentar recuperar, de forma violenta, el viejo territorio que perteneció a la Unión Soviética. El mensaje pareció caer en el saco roto del Departamento de Estado que aguarda los resultados del diálogo multilateral.
Sánchez Cánovas concluye: «Un país en descomposición y arruinado como Rusia no puede ser un problema para el mundo». Y añade: «Putin no quiere el problema de Ucrania porque para él Ucrania, de facto, es Rusia».
Otras voces se manifiestan en sentido contrario y creen que una invasión de Ruisa a territorio ucraniano es posible. Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN, declaró a The Financial Times que «continúa existiendo un riesgo de conflicto. La disuasión de la OTAN es creíble y fuerte. Tenemos que trabajar y tener confianza en lo mejor, pero también tenemos que estar preparados para lo peor».
El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, declaró a la CNN que «hay un camino de diálogo y diplomacia para tratar de resolver estas diferencias y evitar la confrontación».
Dicho esto, reflexionó, «el otro camino es el del choque y consecuencias severas, para Rusia si reincide en su agresión a Ucrania. Vamos a comprobar qué camino está preparado para tomar el presidente Putin».