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El primer ministro británico, Boris Johnson, junta a Keir Starmer, líder de la oposiciónAFP

Los laboristas someten a Johnson a un tercer grado por los botellones de Downing Street

El primer ministro británico se aferra a la investigación de Sue Gray para salvar el pellejo

Nueva comparecencia de Boris Johnson ante la Cámara de los Comunes. El primer ministro ha sido interrogado, casi como en un juicio, por la oposición. Su cargo peligra: «alrededor de la mitad» de los 20 miembros del parlamento elegidos en 2019 se han quejado de la gestión de Johnson, y 31 conservadores han formalizado votos de no confianza con el Comité de 1922

Este Comité se trata de un mecanismo interno del Partido Conservador que coordina la sustitución de su líder. Para activar la destitución de Johnson, serían necesarios 54 votos dentro de este Comité.

Justo antes del interrogatorio, en un momento dramático para el premier, el diputado tory elegido en 2019 en la región de Bary South, Christian Wakeford, abandonó públicamente el Partido Conservador. Cruzó la Cámara de los Comunes a paso ligero y se unió a los laboristas. Ahora se sienta tras Keir Starmer, su nuevo líder, que se ocupó de humillar a Johnson con sus preguntas.

El primer ministro se ha cerrado en banda; devolvió cada pregunta con un revés estudiado, repitiendo, una y otra vez, que «Reino Unido tiene la tasa de vacunación más rápida del mundo», y el «progreso económico más veloz de todo el G7». A escasos minutos de comenzar la sesión, la diputada escocesa Wendy Chamberlain recordó al premier su hipocresía y posible delito, en la celebración de interminables fiestas en su gabinete de Downing Street.

La investigación de Sue Grey está en curso. Sacaremos conclusiones cuando conozcamos los resultadosBoris Johnson, primer ministro británico

«Pido paciencia a la diputada, y a todos los demás», rugió Johnson. «La investigación de Sue Grey está en curso. Sacaremos conclusiones cuando conozcamos los resultados». Fue la balsa ardiendo a la que se aferró durante el resto del debate.

Ataques del laborista

«Primero dijo que no hubo fiesta. Luego se demostró que sabía que hubo fiestas, pero que no asistió. Luego se demostró que sí que estuvo en la fiesta, pero argumentó que pensó que era un evento de trabajo. Ahora dice que sabía que era una fiesta, pero que no sabía que violaba las restricciones. ¿Por qué deberíamos creerlo?», pinchó el Laborista Keir Starmer entre vítores de sus partidarios.

Esta semana, el exasesor de Johnson, Dominic Cummings, publicó pruebas de que el premier sabía de la fiesta, recibió advertencias al respecto, y aún así dio luz verde al evento «porque mis empleados no me dijeron que estaba desobedeciendo las restricciones», se justificó de inmediato Boris.

«¿Sugiere entonces el ministro que sus empleados le estaban mintiendo?», preguntó con sorna Starmer. La respuesta de Johnson fue predecible: «Debemos esperar a los resultados de la investigación de Sue Grey. Mis empleados toman sus propias decisiones. Han estado trabajando durante la pandemia para facilitar la vacunación más rápida de Europa, y estoy orgulloso de ellos».

«Durante la pandemia, el Gobierno británico se ha esforzado mucho para proteger a los ingleses. Si hubiésemos hecho caso a los Laboristas, seguiríamos en la Unión Europea, y no habríamos sido capaces de gestionar esta vacunación tan veloz», insistió Johnson.

Continuó: «Starmer nos está haciendo perder el tiempo. Es irrelevante. Sabe que responderemos a estas preguntas cuando la investigación se concluya. Lo que sí que puedo decirle es que, gracias al juicio de la gente en Downing Street, la gente se ha movilizado para vacunarse. Como resultado de ello, tenemos ahora la economía más rápida del G7».

Como última estacada, Starmer sacó a relucir a la Reina de Inglaterra para poner en perspectiva la irresponsabilidad de Boris Johnson. Recordó cómo, durante el funeral del Duque de Edimburgo, Isabel II se sentó sola, de luto por su marido. «Ella siguió las normas del país que lidera. Mientras tanto, ese viernes, los conservadores llenaron una maleta de botellas y la llevaron rodando a Downing Street. Un DJ tocó toda la noche. El primer ministro se ha disculpado ante la Reina, ¿No podría haber presentado, ya de paso, su dimisión?».

Por desgracia, la normativa de la cámara de los comunes prohíbe hablar sobre la familia real inglesa. Así que nunca conoceremos la respuesta de Boris Johnson.